La Iglesia Católica, por medio de la sabiduría que Dios le ha otorgado a miles de religiosos y laicos durante varios siglos, ha elaborado distintas oraciones con el fin de que los fieles puedan establecer una comunicación directa, amena y sencilla con Dios, su hijo, Jesucristo, la Virgen María, y todo santo de su devoción para pedir por un favor, un milagro, una necesidad, o para agradecer por las bendiciones recibidas a diario.
Dentro de las oraciones al servicio de los hijos de Dios, se encuentran las letanías, una conjunto de frases muy especiales, en donde se invocan a los santos, a Jesús, o a la Virgen María como mediadores e intercesores para que Dios pueda realizar su obra con base en las peticiones de cada uno de los fieles.
Las letanías: una oración de intercesión
La palabra letanía, proviene del latín “litania”, y del griego “litaneia”, que se traduce como “oración” y a su vez emana del verbo “litaneuein” que se acerca a la acción de “rezar”, según el portal de significados definicion.de.
De igual forma, estas oraciones de intercesión apuntan también a la interpelación, sobre todo las letanías de tipo lauretanas, que son las más conocidas, las cuales comienzan como “Señor, ten piedad de nosotros” o “Jesucristo, ten piedad de nosotros”.
De hecho, las letanías de la Virgen María hacen parte del conjunto de oraciones más conocidas, las cuales se conforman de varias letanías lauretanas y se basan en invocar a varios elementos muy importantes para los católicos. Este tipo de letanías, compartidas por Vatican.va, se pueden rezar luego del rosario o de manera deliberada, pero siempre contando con mucha fe en Dios, esperanza, paciencia y fervor.
- Letanías a la Virgen María
“Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos”.
“Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros”.
“Santa María, ruega por nosotros”.*
* (De aquí en adelante, a cada letanía se responde: “ruega por nosotros”)
“Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la misericordia,
Madre de la divina gracia,
Madre de la esperanza,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los migrantes,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz”.
“Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo”.
“Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor. Amén”.