Paloma es un relato valiente y desgarrador, un ejercicio de autoficción en el que la protagonista, una joven bailarina de ballet, hace partícipe a los lectores de sus luchas ante los desórdenes alimenticios, la exclusión social, la soledad, el maltrato intrafamiliar y el duro camino que tuvo que recorrer para hacer frente a los miedos qua la mantenían en una falsa jaula de seguridad.
Esta obra, con su prosa honesta y por momentos dolorosa, establece un puente importante para comprender y abordar los desafíos que enfrentan los adolescentes en entornos difíciles. Ana Catalina Restrepo, autora y promotora de literatura, habla sobre esta novela que presentará en la FILBo el domingo 28 de abril, a la 1 p.m., en la Sala Talleres 3.
Paloma es una de las 14 finalistas del Primer Premio Émora de Narrativa y Psicología (Madrid, España) que reconoce a los escritores que han logrado fusionar de manera excepcional, narrativa y psicología, ¿podría ampliar esta información?
Émora es una organización de psicología muy grande en España. Ellos querían abrir su editorial y lanzaron un concurso con el que pudieran reunir obras para construir su catálogo. Podían participar personas de cualquier nacionalidad y me lancé; no soy psicóloga, sin embargo, mi novela trata temas como la bulimia, el abuso, la violencia intrafamiliar, el acoso escolar, la alcoholemia y las adicciones en general, por lo tanto, me atreví a enviar el texto a la convocatoria. Para mi sorpresa un día llegó un correo donde me indicaban que era de las 14 finalistas entre más de 500 participantes.
Hablar de desórdenes alimenticios, violencia -física y sicológica- contra las mujeres, matoneo escolar, alcoholismo, entre otros temas que menciona el libro, pareciera tabú en nuestra sociedad, sin embargo, acá son relevantes e invitan a reflexionar ¿esta intención se tuvo desde que empezó a crear y/o escribir la historia?
Al escribirla solo quería hablar de la bulimia, pero se fue hilando junto a todos esos otros temas. Por momentos dudé y pensé que no sería correcto publicarla, no por los temas tratados sino porque habrá quienes se vean reflejados y creerán que utilicé su historia de manera malintencionada. No obstante, todos mis personajes son ficticios, son collages que unen a personas que alguna vez conocí; algunos que hicieron daño y otros que merecen ser escuchados.
Antes de llegar al título definitivo se probaron varios, uno de esos: Detrás del espejo y en la novela hay constantes referencias a este objeto (en los baños, en los recibidores o retrovisores en el carro) como una especie de protagonista secundario. Sin spoilers, ¿por qué es tan importante este en la historia?
Como la novela es en primera persona, no tenía un narrador omnisciente que pudiera contar sucesos que los personajes no veían. El espejo era el elemento perfecto para esos relatos, lo utilicé como un reflector de todo lo que Paloma, la protagonista, y los otros personajes no querían ver y que consideraba necesario que los lectores pudieran conocer. Además, es un elemento necesario pues las personas con trastornos alimenticios sufren de dismorfia, por lo que el espejo hace parte de su enfermedad. No dejé Detrás del espejo pues me remitía a la segunda parte de Alicia en el país de las maravillas, A través del espejo y no quería esa semejanza o relación.
¿Cuánto tiempo tomó escribir esta historia y, debido a los temas sensibles que trata, qué tanto tuvo que separarse de la protagonista para poder construirla?
Me demoré 8 meses escribiéndola y editándola. En muchas ocasiones sentía que Paloma era yo misma y eso me descomponía. Me tocaba luchar con demonios del pasado para retomar la escritura. En otros capítulos, Paloma era una amiga a la que estaba escuchando y se me hacía más fácil el ejercicio, pero en general siempre me dolía ver su historia en la pantalla de mi computador pues todos los eventos de esta novela son fragmentos de una realidad que yo misma conocí, ya sea porque lo viví, por qué me lo contaron o porque lo presencié.
¿A qué lectores puede ir dirigido el mensaje implícito de esta obra?
Inicialmente pensé que esta era una novela de romance, el público eran los jóvenes, entre los 14 y los 19 años y todas aquellos que aman ese género. Pero a lo largo de la historia me di cuenta de que era una novela para adultos y lejos estaba de ser un romance. Espero que Paloma toque muchos corazones sin importar la edad o el género literario.
Así como algunas de sus obras para niños han apoyado labores sociales, de acompañamiento / pedagogía o, incluso, de beneficencia, ¿cree que Paloma pueda tener una proyección similar?
Considero que este libro debería incluirse en el programa de lectura de los colegios para grado décimo y once. Pienso que se podría crear un proyecto pedagógico, educativo e incluso psicológico o de apoyo emocional. A partir del texto se pueden iniciar conversaciones con la juventud sobre todos estos temas que no están siendo tratados o abordados y que estoy segura que al hablarse, harían una gran diferencia en la vida de muchos jóvenes.
Usted ha escrito más de 10 libros infantiles y una novela autopublicada en Wattpad, ¿qué tal fue la experiencia de escribir su segunda novela para público más adulto?
Sí, mi primera novela se titula Oxfin, es autopublicada y trata sobre un universo apocalíptico orwelliano. Paloma es mi segunda novela, es más narrativa contemporánea, autoficción; surge de lo más profundo de mí y nace como una necesidad de darle voz a muchas personas que han callado sus sentimientos. La novela trata temas que aún son tabú en nuestra sociedad, pero es una invitación para que muchas personas se avienten a leerla para abrir la puerta a conversaciones necesarias y que son urgentes ponerlas en el radar.
Finalizando el libro hay un diálogo entre la protagonista y su hija, ¿esto daría paso a una segunda parte?
Ya existen algunos capítulos de la segunda parte, pero aún no defino si será una novela o un compendio de relatos. La novela es concluyente, cómo está hoy, pero la historia de Paloma aún no termina.
Apartes de la novela...
“Cuando la gente dice que tiene fiebre, le preguntan: «¿Qué tienes?», y casi siempre responden que tienen un virus, un resfriado o una infección. A los bulímicos no les preguntan qué tienen porque asumen que esa es la enfermedad. La respuesta, si me preguntaran, sería sencilla: «Mi bulimia es un indicio de la tristeza que me habita»”.
“Desde ese día, encontré una respuesta a esa incapacidad que tenía para expresar mis sentimientos. No tenía que gritar ni golpear a nadie. Solo vomitaba todo salía. Quedaba vacía, cansada, sin necesidad de herir a los demás. Pronto esto se convirtió en un hábito. Además, tenía sus ventajas. Era la solución perfecta a mi necesidad de ser flaca, la más delgada de todas”.