Quien vio la cinta The Shining, y acompañó a Danny Torrance en su triciclo por los macabros pasillos del Hotel Overlook, difícilmente lo olvida. Protagonizada por Jack Nicholson, Shelley Duvall y Danny Lloyd, como ese niño que descubre sus poderes psíquicos en el peor escenario posible, la cinta hizo su debut hace 39 años y aún se considera una obra maestra del cine y del terror psicológico. A la cabeza de la producción, el visionario director Stanley Kubrick recodificó la historia original publicada por Stephen King en 1977. King confesó haber estado tan ahogado en el alcohol y las adicciones al escribirla que recuerda muy poco. Pero con su agudeza y talento creó una historia sobre un hombre cuya adicción destruye a su familia en un momento en el que vivía esa circunstancia. Con respecto a la película, a King no le gustaron las libertades que Kubrick se tomó con su novela. En Stephen King en la pantalla, Ian Nathan confirma que el escritor consideraba que el director había enfriado su escrito. Y añade: “No apreció la interpretación de Jack Nicholson, pues dejaba entrever desde el comienzo que estaba loco. En el libro, Jack Torrance enloquece con el paso de las páginas”.

No es mito. Stepehn King considera que en su adaptación cinematográfica Stanley Kubrick había enfriado su escrito. Tampoco aprobó el papel de Jack Nicholson. En 2013, ya lejos del alcohol, King publicó Dr. Sleep. La novela retoma la historia y la lleva a nuevos extremos con The True Knot, un clan que se alimenta de las capacidades psíquicas (el resplandor) de niños como Danny y Abra Stone. Este es un nuevo y poderoso personaje a quien el clan busca y a quien Danny acompaña después de dudar. Abra, lejos de ser una adolescente necesitada, puede generar sus propios terrores. Si The Shining era un historia de adicción, Dr. Sleep es una de redención, y mantiene un hilo cautivador, como todo trabajo de King. El director Mike Flanagan, creador de producciones como The Haunting of Hill House y adaptaciones de King como Gerald’s Game, se la jugó fuertemente por llevar Dr. Sleep al cine. “Stephen King me inspiró desde niño a contar historias y Stanley Kubrick me llevó a hacer cine de horror”, le dijo Flanagan a SEMANA. “Los amo tanto que eso me impidió tomar decisiones que los irrespetaran”. El director compartió que tanto King como los familiares de Kubrick ya vieron la cinta y ambos aplaudieron el resultado, lo que lo liberó de tanta presión.

Danny Torrance quiere escapar de sus poderes y los ahoga con alcohol... Pero después de un tiempo lo lleva a ayudar,a Abra Stone (Kyleigh Curran) a entender sus capacidades, como alguna vez Dick Halloran lo ayudó a él en ‘The Shining‘. En cuanto a su carácter de secuela, su productor Trevor Macy destaca que “vive entre ambas producciones, pero es su propio elemento, y esperamos que las audiencias lo sepan”.

Escucha"E15 Así suena el escocés Ewan McGregor" en Spreaker. Flanagan escogió a Ewan McGregor para el rol principal por la franqueza que transmite. Además, porque en el casting el escocés habló poco de The Shining y una hora seguida sobre su personaje. McGregor ha sido muchas cosas para mucha gente: Renton en Trainspotting, Obi-Wan Kenobi en Star Wars, Christian en Moulin Rouge, o los hermanos Stussy en un doble papel en la tercera temporada de Fargo. Pero ahora se enfoca en Dr. Sleep, que estrena el 7 de noviembre en el país. En Los Ángeles, SEMANA habló con él sobre su personaje, la cinta y su recorrido en el cine. SEMANA: Dr. Sleep llama al escepticismo, ¿el guion no le dejó dudas? ewan mcgregor: Lo recibí cuando recién había terminado Trainspotting 2, una cinta que por diez años habían querido hacer y yo había declinado. En un punto accedí y me fascinó trabajar con Danny Boyle de nuevo, y eso marcó el camino. Así que leí el guion y me gustó mucho la historia de Danny, me permitió explorar un tema del que sé: el alcoholismo. He estado sobrio un buen rato, pero jamás había explorado ese tema en mi trabajo. Nada está garantizado, sin embargo creo que es una muy buena película, muy distinta. Hacer algo asociado a un clásico famoso es atractivo, siempre y cuando sea bueno. SEMANA: ¿Qué relación tenía con The Shining? E.M.: Se hablaba de ella como la película más terrorífica de todos los tiempos, así que la evité por unos años. La vi cuando estudiaba Drama, a mis 18 años. En ese entonces fue escalofriante. Y ahora lo sigue siendo por la música y el sonido, lo extraño de lo que sucede, la edición, el hotel y por esa escena en la que Jack va al bar y aparece Lloyd, el barman. Ahí la realidad se va por la borda. SEMANA: ¿La revisó de nuevo? E.M.: Como actor es raro contar con un trasfondo visual para preparar un papel y, además, con dos novelas. Estas te llenan los vacíos que usualmente toca imaginar. SEMANA: La relación entre Danny y Abra Stone lleva la cinta, es de duda y miedo al principio, pero inevitable y cercana al final. E.M.: Él no quiere involucrarse al comienzo, ha estado apagando sus habilidades psíquicas, su shine, y trata de vivir sin él por su experiencia en el Overlook Hotel. Lo apaga con trago. Y cuando me conocen a mí, a Danny adulto (pues la cinta también lo muestra niño), está en el punto más bajo del alcoholismo. Allí encuentra una manera de recuperarse, pero Abra, unos ocho años después, lo lleva a aceptar quién es y a usar sus poderes para ayudarla. SEMANA: ¿Qué ha aprendido en su carrera en el cine? E.M.: Hay que confiar en los instintos. Hice una película una vez porque pensé que debía y no porque quería, Emma. Literalmente cerré filmación en Trainspotting, fui a Francia, me casé y llegué al set. No obstante, lo hice porque un drama de época parecía lo que debía proyectar. La gente que trabajó en ella fue genial, pero nunca quedé contento y, para colmo, tenía una peluca terrible. Aprendí que no se puede hacer este trabajo a menos que apasione. De otra manera, se siente.

SEMANA: Sus padres no lo dejaron tener moto, pero sí le permitieron tomar la ruta del actor joven. E.M.: Tenían razón. A los 16 era mala idea montar en moto, pero me dejaron abandonar la escuela para entrar a un curso de un año sobre artes del teatro y, luego, a la escuela dramática en Londres, sucedió cuando tenía 18, ya con un año y medio por mi cuenta. Yo estaba listo y me parece bueno no haber malgastado tres años de mi vida. SEMANA: A los 16 casi nadie tiene certezas, ¿cómo lo supo? E.M.: Desde los 9 lo sabía. Mi tío, Denis Lawson, el hermano de mamá, fue actor. Yo quería ser como él, de hecho, todavía quiero ser como él –ríe–. No sabía qué significaba actuar, pero adoraba las películas vieja escuela, en blanco y negro, las veía toda la tarde. Adoro las películas con Alec Guinness, en los cincuenta, las adoro. The Lavender Hill Mob, esas comedias; pero me sorprende que, de niño pequeño, me gustaban mucho las románticas The Philadelphia Story e It Happened One Night, adoraba cómo contaban la historia y las prefería a cualquier programa para niños. Quería ser como mi tío, aunque también me fascinaban las películas, y cuando íbamos a ver alguna producción al teatro, siempre me enamoraba de alguien en el escenario. Era pequeño, pero estaba enamorado, y la historia me transportaba, y me la llevaba a casa por días. Si mi tío no hubiera sido actor, no sé si hubiera tomado este camino. Espero que sí. Quizás estaría manejando un tractor en Escocia, quién sabe. SEMANA: Trabajó en televisión con Noah Hawley, ¿qué lo llevó a ese salto a la TV? E.M.: Hoy pocas veces producen películas como las que hice la mayor parte de mi carrera, basadas en personajes, sobre gente, sobre la naturaleza humana. Vemos superhéroes y acción, y las cintas más pequeñas, como las historias que protagonizaba Richard Burton, están ahora en la televisión. Fue divertido interpretar personajes durante diez horas y no dos; pero amo el cine, me gusta ver una cinta con Daniel Day-Lewis en el cine, y ese tipo de interpretaciones se dan cada vez menos. Además, ahora hacen las cintas en HD, así que se ve como puta televisión de todas formas. El cine se volvió una gran televisión, cuando solía ser para cinta.