Semana.com: La semana pasada por su trabajo recibió uno de los premios más prestigiosos del periodismo latinoamericano, el María Moors Cabot. Pero en su discurso habló más del proceso de paz. ¿Por qué? Margarita Martínez: En parte porque llevo 30 meses filmando un documental sobre las negociaciones de paz y casi solo pienso en eso, pero también porque desde que ganó el NO en el plebiscito hay un interés grande en el exterior por saber qué es lo que pasa en Colombia. En el auditorio de la ceremonia, que incluía premios Nobel como Joseph Stiglitz y obviamente gente del mundo de periodismo, había gran curiosidad por entender por qué un país que tiene una guerra de décadas vota NO a los acuerdos luego de cuatro años de negociaciones. Semana.com: ¿Cuál piensa que debe ser el rol del periodismo en este momento de incertidumbre? M.M.: El periodismo tiene el deber de informar, entregando las distintas posiciones sin caer en el estímulo a la polarización, el odio, el revanchismo y la rabia. Por ello la búsqueda de todas las visiones y del equilibrio es exigencia diaria. Aunque parezca básico, no siempre se hace. También me parece que la paz es un derecho y un deber al que el periodismo como parte de la ciudadanía tiene que apoyar. Eso no significa que se confunda con las posturas políticas, con los matices y oposiciones. El rol debería ser reportear sin agenda para que realmente las distintas posturas políticas puedan dialogar a partir de los hechos. Semana.com: Usted ha acompañado el proceso de paz en La Habana y en Colombia. ¿En qué siente que ha fallado el periodismo? M.M.: El periodismo, informó poco y opinó mucho. Eso es una responsabilidad que profesionalmente deben asumir quienes cubrieron estos años de negociaciones. Ahora bien, parte de ello se explica, no justifica, porque el acceso de los medios durante la negociación fue restringido y controlado casi obsesivamente por parte del Gobierno. Y esto que en principio era bueno para garantizar prudencia y rigor, terminó favoreciendo la especulación, la desconfianza y la mentira que han utilizado los opositores al proceso de paz. Semana.com: Si todos los medios estaban con el Sí, ¿qué mensaje para los periodistas deja el triunfo del No? M.M.: Lo primero es que los medios fueron parte de la polarización. ¿Esto es un error? yo creo que sí. A partir de involucrarse en la polarización, la posibilidad de cumplir el rol como medios se perdió y no hubo información sino campañas contra el NO o por el Sí. Adicional a ello debe tenerse en cuenta el fenómeno de las redes, en particular el WhatsApp o wassap como le dice la gente. Esos mecanismos funcionaron y son el reto de este tiempo pues un meme, un rumor, las burlas tienen más impacto que un titular de periódico o noticiero e incluso puede tener más vistas, adicionalmente al llegar a través de alguien conocido se introduce un elemento de confianza en quien lo recibe. Es todo un reto para nosotros como medios y periodistas enfrentar este desafío. Semana.com: Usted es experta en hacer documentales en un país en que quizás este enfoque del periodismo no es muy común. ¿Por qué decidió especializarse en esto? M.M.: Yo diría que no “decidí” especializarme en documentales sino que se fueron presentando las necesidades de contar historias más largas, en profundidad, con contexto que buscaran no solo informar, sino conmover. Semana.com: ¿Y qué la ha conmovido? M.M.: Cuando trabajaba para la agencia AP, una vez fui hacer una historia en un barrio de Medellín manejado por los paramilitares con el fotógrafo Scott Dalton. Ambos quedamos muy impresionados que en la segunda ciudad de Colombia y a 15 minutos del centro, una banda de muchachos patrullara con fusiles, cobrara vacuna al comercio y controlara el microtráfico. Era la época en que se cubrían masacres, secuestros, tomas guerrilleras, y demás situaciones terribles de manera diaria. Semana.com: Y ese es su documental más reconocido: La Sierra… M.M.: Sí. De ahí surgió la idea de hacer el documental La Sierra. No le contamos a nadie, no pedimos plata, trabajamos como periodistas y con eso íbamos a filmar sin saber si alguien lo iba a ver, si eso iba a contribuir en algo, si nos iba a quedar bien o mal. Luego nos quedó gustando. Renuncié a la AP en el 2006 y a partir de ese tiempo, he hecho del documental mi actividad principal, siempre con el mismo anhelo: contar las historias del margen al centro y entregar herramientas para una mejor comprensión de fenómenos tan significativos como el de La Ola Verde o el actual proceso de construcción de paz con las FARC. Semana.com: Cuénteme tres documentales suyos que la hagan sentir orgullosa...M.M.: El primero es el del proceso de paz en La Habana, que todavía no tiene título porque no se como va acabar, que ha sido extremadamente difícil filmarlo, tener acceso y realmente lograr momentos que muestren lo que pasó allá en términos de construir acuerdos mediante el diálogo. Además, ha sido muy largo y más después del resultado del plebiscito. Semana.com: ¿Y el segundo? M.M.: ‘La Ola Verde’, que hicimos con La Silla Vacía porque parecería ser predecesor al post plebiscito, donde se muestra a través de la campaña de Antanas Mockus un movimiento ciudadano, vivo, esperanzado que se creó, que se apoya en la tecnología, el arte, los performance y que tiene continuidad en algunos momentos y procesos surgidos luego del resultado del plebiscito. Semana.com: ¿Y el tercero?M.M.: Diría que ‘La Sierra’ porque Scott Dalton y yo logramos revelar un mundo del poder ilegal en Medellín que el país escondía a pesar de intuirlo y conocerlo. Lo hicimos con toda la pasión, el desinterés y el deseo que el resto del Colombia conociera quienes son los que están en la guerra, sus motivaciones, sus intereses, su contexto, su humanidad. Pero agregaría ‘A los seis’ que hicimos con Caracol sobre seis niños de seis años en seis regiones del país, la idea es seguirlos cada seis años, para retratar una generación de colombianos diversos. Este me dá mucha ilusión sobre la posibilidad de cambio en una sociedad que tanto lo requiere. Semana.com: ¿Usted cree que el periodismo está en crisis como tanto se dice?M.M.: Diría que No. Lo que está en crisis es el modelo del negocio y las viejas formas de distribución, pero el periodismo tiene un renacer, todas las posibilidades abiertas con las diferentes plataformas y la democratización que esto implica. Hace pocos años se necesitaba tener una imprenta, equipos carísimos para televisión, para un periódico o revista. Ese ya no es el caso. Creo que este es el mejor momento para ser periodista porque estamos como si se acabara de inventar la imprenta de Gutenberg y estuviéramos viviendo una revolución de la que no sabemos a dónde vamos, pero llena de oportunidades, de posibilidades para muchos. Semana.com: ¿Cómo ve el futuro de oficio con la irrupción de Internet? M.M.: Lleno de posibilidades, de plataformas, de diferentes maneras de contar en varios formatos que en este momento no podemos ni imaginarnos, pero que serán la norma en pocos años. No se me ocurre un mejor momento para ser periodista, para explorar y ser parte de esta nueva manera de comunicar que tiene igual que en todos los tiempos como tarea informar y ampliar los conocimientos de los ciudadanos para que tengan más conciencia y tomen mejores decisiones para su entorno.