DIRECTOR: TAYLOR HAKFORD PROTAGONISTAS: KATHY BATES, JENNIFER JASON LEIGH, JUDY PARFFIT, CHISTOPHER PLUMER. Alejada de su única hija, sin amigos y recluida en la mansión de una adinerada mujer para la cual ha trabajado más de la mitad de su vida, Dolores Claiborne (tal es el título original de la cinta) ha tenido que soportar por décadas la condena social de todo un pueblo por el asesinato -nunca comprobado- de su esposo. Y, por si fuera poco, la acaban de acusar de homicidio en primer grado por la muerte de su anciana patrona. El argumento, adaptado de uno de los tantos best seller del escritor Stephen King, reúne a Kathy Bates y Jenniffer Jason Leigh en un ágil y atractivo suspense sicológico que el director Taylor Hakford, el mismo de Reto al destino y quien estuvo hace poco en el Festival de Cine de Cartagena presentando su película chicana Sangre por sangre, llevó a feliz término ayudado de su talento narrativo. Galardonada con el Oscar por su papel en Miseria (también adaptada de un libro de King), Kathy Bates expone toda su fuerza interpretativa en el papel de Dolores, una mujer marcada con el sino del sufrimiento por asegurar el futuro de su hija lejos de ella y de su suerte. Sin embargo, el destino les ha forjado -tal vez no de la mejor manera- una oportunidad para que madre e hija puedan sepultar de una vez por todas el tormentoso pasado que las acosa. Si bien la película es un caso policíaco y su resolución, es precisamente ese caso el que permite al espectador ingresar en los delicados terrenos de la moral y sus circunstancias, y de paso dar testimonio de las vidas de Dolores y su hija, tras los ires y venires en el tiempo que utiliza el director como juegos narrativos en la búsqueda de la verdad detectivesca. Pero quizás cuando llega el momento, la verdad ha dejado de importar, ha sucumbido ante un drama que escapa al simple caso policíaco y se sumerge en las profundidades del alma humana, allí donde las leyes de los códigos se vuelven obsoletas. El nuevo Otelo Hamlet y Otelo, dos de las creaciones más conocidas de William Shakespeare, son también dos de los personajes más codiciados por cualquier actor de prestigio. De hecho, intérpretes de la talla de Lawrence Olivier, Orson Welles y Sergei Bondarchuk han interpretado por lo menos a uno de los dos. Ahora le corresponde el turno a Laurence Fishburne, cotizado desde su brillante actuación en Pulp Fiction, quien interpretará a Otelo en la nueva versión que dirige el debutante Oliver Parker, con la participación de Kenneth Branagh como Yago e Irene Jacob como Desdémona. Curiosamente, Branagh, apasionado por las obras de Shakespeare, desistió de dirigir la nueva Otelo para concentrarse de lleno en su mayor ambición, Hamlet, la cual, según los entendidos, durará cuatro horas. La muerte y la doncella Víctimas y verdugos en contienda en esta intensa versión cinematográfica del drama teatral de Ariel Dorfman. DIRECTOR: ROMAN POLANSKI PROTAGONISTAS: SIGOURNEY WEAVER, BEN KINGSLEY, STUART WILSON EL PAIS PODRIA ser perfectamente Chile. La oscura época de la dictadura ha pasado y Paulina Lorca intenta rehacer su vida al lado de su esposo, Gerardo Escobar, luego de haber sufrido terribles padecimientos en los tiempos de la tortura y los desaparecidos. Refugiada en un paraje lejano, cerca de la playa, la pareja recibe de pronto la visita de un hombre. Sin que lo haya visto todavía, por el olfato y la voz Paulina parece reconocer en él a su antiguo torturador. ¿Oportunidad de venganza? ¿Angustia de ser reconocida? ¿Esperanza de sepultar el pasado? La muerte y la doncella, suficientemente promocionada por la obra teatral, es llevada a la pantalla por uno de los directores más respetados de Hollywood, el controvertido Roman Polanski. El drama es, además de sicológico, claustrofóbico, pues sucede casi la totalidad del tiempo en una casa sin luz eléctrica y sin teléfono. Y sin embargo hay tal intensidad en lo que pasa allá adentro que dos horas parecen demasiado cortas para deshilvanar la madeja de los conflictos íntimos que terminan confesando los participantes en el ‘banquillo‘: la debilidad y la cobardía de Gerardo ante semejante descubrimiento; la frialdad del torturador, quien niega sistemáticamente sus culpas con una pasividad que da náuseas; el delirio y la confusión de Paulina, quien no sabe bien qué hacer ante una situación que ella considera un milagro de la justicia. El que tiene que confesar es sólo uno, se sabe, pero ninguno escapa a las sucesivas verdades que saldrán a la luz. Al fin y al cabo los que eran víctimas han pasado a ser victimarios, y viceversa, en un drama que revuelve la conciencia del espectador bajo el propósito frentero del director, quien mantiene su sentido del cinismo intacto con un epílogo que no deja de doler por muchas horas.