El montaje que Jorge Alí Triana siempre quiso hacer, como quiso hacerlo, será el que estrene para celebrar los 129 años del Teatro Colón: la adaptación de ‘El coronel no tiene quien le escriba’, una de las obras insignia del premio Nobel Gabriel García Márquez, una historia de tensión entre el hambre y la dignidad, el amor y el duelo, la justicia y el olvido; un cuento que se cuenta en tiempos de calma aparente, en tiempos de censura.
Triana y el material de Gabo son todo menos extraños. El director no solo conoció al escritor, trabajó con él; y ya ha llevado a las tablas escritos inolvidables como ‘La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada’, ‘Crónica de una muerte anunciada’ y una versión previa de este coronel que presentó en 2017, en Nueva York. En ese entonces, entre varias diferencias sustanciales (solo repite el protagonista), no hubo gallo vivo en escena... y considerando que en la obra los intercambios entre el coronel y el animal vivo son magia pura, se aplaude el detalle.
En esos logros y detalles nada sencillos de conseguir se perciben la experiencia del director y su cercanía con el material. Pero no se trata de una labor unipersonal o tiránica. Trabajó con su hija y, en su propia medida, el reparto sumó también sus observaciones para preservar la música del texto original en su entrega. Ese pulir y colaborar es parte del secreto de esta obra que ofrecerán Triana, la Fábrica de Teatro Popular y los talentos involucrados desde el 12 de octubre en el Colón. La adaptación supera expectativas, con una propuesta que respeta a Gabo y a sus temáticas y logra una personalidad propia cautivante.
No se trata de algo espectacular porque no trata de serlo. La escenografía es minimalista pero jugada y curada desde espacios definidos por divisiones metálicas, rejas, que no comprometen el aire Caribe del relato (hermosamente ambientado en objetos, vestuario, incluso coreografías de procesiones y detalles como el altar con la foto del hijo, Agustín). Pero esas rejas sí parecen materializar ciertas distancias entre los personajes, sus opiniones, deseos, frustraciones y realidades. Además, a nivel práctico, agilizan la dinámica de la historia entre escenas, de la que los actores también son parte en mover y quitar objetos. Ese detalle hace fluidamente teatral la experiencia.
No se trata de algo espectacular, repito, pero sí maravilla ver esta historia, conocida para millones (un hecho que no debería ahuyentar a quienes no la han leído), desarrollarse desde sus intercambios actorales, sus personajes eternos, su atmósfera sonora y su ambientación.
Las rotundas actuaciones están en el centro. El coronel (Germán Jaramillo) nos mantiene soñando y doliendo con la quimera del gallo que ganará y su eterna espera del correo; su mujer (Laura García) nos aterriza fuerte, nos recuerda el duelo que viven por su hijo... Y si bien se deja caer, por pequeños instantes también se deja llevar por la esperanza, por la idea de cantar de nuevo o tener un espejo. Con su interpretaciones, Jaramillo y García inspiran poderosamente las otras interpretaciones, y todos se destacan: John Alex Toro lo hace genial en el rol de El médico, Luis Hurtado en la piel de El abogado está “pintado” en sus recovecos y leguleyadas, mientras Santiago Moure entrega a un despreciable Don Sabas adepto a comprarlo todo con plata o con amenaza de plomo. Por último, un trío de personajes equilibran las cargas densas con su gracia y dinámica: El sastre (Christian Ballesteros), Germán (Diego Sarmiento) y Alfonso (Víctor Navarro, cuyas dotes de acordeonista son aprovechadas en justa medida).
Sobre la producción, hablamos con la experimentada actriz Laura García, quien entre sus más destacados roles cuenta con adaptaciones de (claro) Gabriel García Márquez. un hecho que la ha hecho especialmente susceptible a respetar la musicalidad de los textos del Nobel. Esto nos contó sobre los retos de este montaje y de su personaje.
SEMANA: ¿Cuánto les tomó llevar la obra a las tablas? ¿Cómo abordaron la adaptación?
Laura García: Este montaje ya lleva dos meses de ensayos, todos los días, de 10 a 2 de la tarde, y ya estamos en ensayos generales, con toda la parte técnica. Comenzamos por su puesto leyendo la adaptación que ya traía hecha Jorge Alí Triana junto con su hija, Verónica Triana. Y los actores pudimos hacer algunos aportes, porque leímos la novela, (yo la leí varias veces, y volví a leer Cien años de soledad, como lo hago siempre cada vez que voy a hacer un trabajo de Gabo). Así que nos sumamos en pulir la versión teatral que se nos presentó. A lo largo de los ensayos, a veces nos dábamos cuenta de que faltaba algo, o de que algún diálogo no era preciso como lo había escrito Gabo en su novela, entonces lo ajustábamos. Y esto se dio hasta que quedó una muy bonita versión, que el mismo director considera la más completa a la fecha, por lo menos aquí en Colombia.
SEMANA: ¿Importa que sea esta la obra que se presente hoy en el país? ¿Inspira en algo la situación?
L.G.: Contamos con suerte que el escenario de la novela es Colombia y el elenco sabe exactamente a qué se refiere García Márquez cuando narra esa historia, y dónde está narrada y cuáles son los hechos que narra.
SEMANA: Cuéntenos sobre su experiencia de construir a la mujer del coronel...
L.G.: Mi experiencia fue la siguiente. Jorge Alí ya había hecho el montaje una o dos veces, y (Germán Jaramillo) el actor que hace el coronel también lo había hecho, así que sabía que “tenía que subirme a Monserrate en dos segundos” porque tenía que rendir muchísimo a todo nivel: a nivel de conocimiento del texto, a nivel de cómo lo iba a afrontar, a nivel de las improvisaciones que yo hacía de movimientos, a nivel de la confección del personaje, de las relaciones establecidas entre ella y su consorte, el coronel, y los demás personajes con los que tiene escenas.
Sabía que “tenía que subirme a Monserrate en dos segundos” porque tenía que rendir muchísimo a todo nivel: a nivel de conocimiento del texto, a nivel de cómo lo iba a afrontar, a nivel de las improvisaciones que yo hacía de movimientos, a nivel de la confección del personaje, de las relaciones establecidas entre ella y su consorte, el coronel, y los demás personajes con los que tiene escenas
Yo tuve que construir todo el universo en dos meses, y pienso también que las funciones son para seguir ahondando, seguir construyendo. Las funciones nunca pueden ser un acto descuidado o de repetición, siempre habrá cosas nuevas que van a salir, y esa siempre ha sido mi pretensión. Ese fue mi proceso de montaje.
Afortunadamente estaba muy familiarizada con el texto y con la sintaxis de Gabo porque había hecho su Diatriba de amor, un monólogo de hora y media que hice durante tres años en el año 94, y había hecho La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada, así que es una musicalidad que tengo muy metida en la dermis. Y me doy cuenta de que si hay alguna palabra que por algún motivo yo cambio en alguna frase, me siento coja, se siente una musicalidad coja, como que hay una nota que no se está dando y se tiene que dar. Así que soy muy fiel al texto que está escrito, y no invento nada porque está mejor escrito por Gabo que por cualquiera de nosotros.
SEMANA: ¿Qué hace especial y qué mantiene actual a ‘El coronel no tiene quien le escriba’?
L.G.: Fue una de las novelas favoritas de Gabo, lo dijo en varias ocasiones, y quizá una de mis favoritas junto con Cien años de soledad, con El amor en los tiempos del cólera, con El General en su laberinto... (aunque está Crónica de una muerte anunciada, es que no tiene presa mala).
Mi cuento favorito de Gabo es ‘El rastro de tu sangre en la nieve’, y leyendo la biografía que de él escribió Gerald Martin descubrí que cuando Gabo escribe la obra en París, está sin un peso porque allá no le llega el cheque de El Espectador, y está en una relación con la actriz vasca Tachia Quintana. Y ellos discuten mucho, y ella le dice “Pero trabaja, Gabriel, trabaja porque te estoy manteniendo yo”, mientras él escribe sobre el coronel. Y, según la biografía de Martin, ellos perdieron un bebé, y parece haber una conexión entre El coronel no tiene quien le escriba y El rastro de tu sangre en la nieve que, como te acordarás, es la historia de Nena Daconte y Billy Sánchez de Ávila, cuando ella se pincha un dedo con una rosa en Madrid y deja su rastro de Sangre de Madrid hasta París hasta que finalmente muere sin que su marido se dé cuenta. Hay esa bonita conexión entre esos dos.
Pero regresando a esta historia, ‘El coronel’ es universal. En todas partes del mundo ha habido una persona de edad, hombre o mujer, que vive en un pueblo dejado de la mano de Dios y de la mano del Estado, que no le llega nunca su pensión, que tiene un relación desgastada por los años, más sin embargo hay un amor ahí, un amor y un quid entre ellos dos.
Es una obra sobre la dignidad, el coraje, la reinvención, la soledad, la vejez, el amor, sobre el caos estatal reinante, sobre la violencia. Entonces pues, obviamente, está Colombia y está el mundo. Eso no ha cambiado a pesar de todos los avances de la ciencia y la tecnología, hay muchísimos países del mundo donde esta situación se repite.
SEMANA: Cuéntenos sobre trabajar con una leyenda viva como Jorge Alí Triana...
L.G.: Jorge Alí y yo tenemos una camaradería creativa desde el año 1976. Él fue mi primer director en forma, con él hice mi primera obra profesional, que era la ‘Ópera de tres centavos’ de Bertolt Brecht. También hicimos ‘Ricardo III’ de Shakespeare, ‘Tío Vania’ de Chéjov, y bueno, duré cuatro años trabajando con él y tomé otros rumbos. Después nos volvimos a encontrar para hacer ‘La cándida Eréndira’ en Washington, hace 10 años, en el Gala Theater con mucho éxito. Fui la abuela (desalmada).
Por la experiencia que tiene, Jorge Alí es un director muy decantado, que va a lo esencial, que sabe lo que quiere, lo que no quiere, pero también se deja sorprender por las cosas “erróneas”, aunque no creo que haya tal cosa en la invención, pero, digamos, que no van a quedar en el montaje, él está abierto a las propuestas. Es una persona inteligente, intuitiva, culta, muy bien reseñada, que conoce a fondo la literatura de García Márquez, que lo ha hecho en el cine también. Y recordemos que esta es una obra muy cinematográfica, y Gabo tenía mucho gusto por el cine y empezó a estudiar cine en Cinecittá.
SEMANA: Su personaje es sufrido, duro, háblenos de sus retos e inspiraciones...
L.G.: La mujer del coronel es un personaje particularmente difícil porque es profundamente dramático y realista. O sea, ella es la antena a tierra de la casa. Y ya después de estos dos meses, de ver el trabajo que he hecho, le dije al director: “Este personaje tiene la altura, profundidad y dramatismo de cualquier personaje femenino de Esquilo, Sófocles o Eurípides; tiene esa talla, es impresionante la fuerza, el dinamismo, el dolor, el desgarramiento, la soledad que tiene esta mujer y que tiene que transmitir en escena”. Esto ha sido lo más difícil de conseguir para este personaje, el de una mujer que no tiene nombre pero que representa a tantas madres…
Ella tiene una frase muy linda en la obra, en un momento dado le dice al coronel: “Nosotros somos huérfanos de nuestro hijo”. Fíjate la cantidad de mujeres huérfanas y padres huérfanos que existen en el mundo y en Colombia, y no hay una palabra para los padres a los que se les muere un hijo una hija. Eso es muy bonito...
*‘El coronel no tiene quien le escriba’ en temporada del 12 al 24 de octubre 2021 - Entradas: tuboleta.com o en la taquilla del Teatro