Garo entra corriendo en medio de la sala de cine improvisada, con las manos arriba y la mirada llena de fuerza. El público aplaude, le dan abrazos y él mira al techo y estira el brazo, como dándole gracias a Dios. El lugar no es ni una sala de cine ni el espacio de un concierto, el público no es una multitud de fans. De hecho, antes de entrar a la cárcel Modelo para ver el preestreno de Modelo Estéreo: entre patio y patio (2017), la mayoría no sabía de Garo. Pero todos lo felicitan y lo celebran. A él se le llenan los ojos de lágrimas.Trailer
Por primera vez, Garo llega a la Modelo como un visitante y no como un interno para ver el documental que protagoniza. Pero dejó sus papeles y los guardias le advierten que así no puede entrar. “Antes rogaba pa’ salir y hoy soy el primer ladrón que ruega pa’ que lo dejen entrar”. Finalmente, ya adentro, recorre el pasillo en el que se angustió por su futuro y lloró “porque los hombres también lloran”, dice.
Garo, con una elocuencia que cualquiera envidiaría, se dirigió al público. Por primera vez, entró a la Modelo como visitante.En la casa pastoral de la cárcel, que solo por este día aloja una pantalla gigante en el centro y está cubierta de bolsas negras para que parezca un teatro, es difícil creer que Garo no es en realidad una estrella de rock -o de rap, más bien, el ritmo que le da vida-. Tampoco parece que unos cuatro años atrás hubiera entrado al Establecimiento Carcelario Modelo, con un colchón escuálido, una muda de ropa y esposas en sus muñecas.En ese lugar frío que huele a hospital, lo conoció un grupo de cinco jóvenes, que grabaron el documental Modelo Estéreo. Nicolás Gómez, uno de ellos, estudiaba derecho y hacía su consultorio jurídico en la cárcel. Llevaba los procesos de algunos internos pero no avanzaban mucho y sintió la necesidad de documentar los relatos que había conocido. Reunió a cuatro amigos que tenían más experiencia en lo audiovisual y así nació el colectivo Mario Grande.
Estos son los cinco jóvenes que integran el colectivo Mario Grande.Ese nombre retoma una tradición dentro de la Modelo: cuando vienen los guardias a realizar unas temidas requisas, que se ven en el documental, los presos gritan esas palabras, ¡Mario Grande!, ¡Mario Grande!, para comunicarles a los otros presos que los guardias van en camino. Hay varias críticas implícitas al sistema carcelario, pero la producción es, sobre todo, un puñado de historias que muestran la humanidad, para muchos imperceptible, de los hombres privados de la libertad.Al documentar cómo se vive la música en la cárcel y qué les espera a los que salen, Mario Grande quiere que los espectadores revisen los prejuicios que existen sobre la criminalidad. “Queremos cuestionar el sistema penitenciario y carcelario, la política criminal y la cultura de castigo tan presente en nuestra sociedad”.
En la proyección también estuvieron otros internos que hacen parte del documental. Garo se sentó con ellos, "con los que son", dijo.Aunque Garo es el protagonista, el documental también muestra al conjunto Libertad Vallenata, al rapero My friend y a muchos otros que se reunían, cada vez que podían, en el centro de la cárcel.La Modelo está dividida en norte y sur y hay 15 patios. En el centro, en medio de tantas rejas y tantos muros de cemento, hay una capilla rodeada por un jardín que se siente como el Edén. Varios ya eran artistas cuando entraron a la cárcel y muchos otros aprendieron en esa capilla. “Se hace música y se huelen flores y es un aire de libertad”, dice Garo.
Garo durante la grabación del documental, en el jardín que rodea la capilla.Pero no todos los internos llegan a este lugar. La autorización para ir a la capilla y utilizar los instrumentos, según César Ceballos, el director de la cárcel, depende de “qué les gusta y quiénes van a cuidar las cosas”. Por eso se realizan convocatorias y audiciones. El vallenato, la salsa y la música popular dominan la escena. Los raperos, en cambio, tienen que luchar más por un espacio.Aunque ser uno de los músicos de la capilla es difícil, es uno de los pocos espacios de la Modelo en los que la condición socioeconómica, el lugar de origen o el crimen pasan a un segundo plano. Como dice John Sánchez, un guardia que ha impulsado la movida musical, “no miramos el delito sino las ganas”.
El dragoneante (guardia) John Sánchez, durante el preestreno del documental.Cuando Sánchez, que también es pianista, llegó en 2013 a ser guardia de la cárcel, notó que había grupos de teatro y de baile que ensayaban en la capilla, pero que no había músicos. Empezó a convocarlos y hoy, cinco años después, hay más de 10 grupos de distintos géneros. Además, en el mismo lugar funciona una estación de radio y un estudio de grabación, que ayudó a construir el colectivo Mario Grande por medio de colectas.Ya se han grabado seis producciones discográficas en el estudio de la Modelo. El primero, que se llama Modelo Estéreo Volumen No.1, salió en 2016 y es la banda sonora del documental. Varios internos grabaron canciones originales y otros dibujaron para la portada del álbum que produjo Mario Grande. Esta es la única cárcel en Colombia con estudio de grabación.
Todo esto se ve en el documental Modelo Estéreo, que se proyectará en Señal Colombia el lunes 24 de septiembre a las 7:30 pm y el sábado 29 a las 9:00 pm. Garo dice que este proyecto significa mucho para los internos, “porque si ven que a alguien le interesa esa caneca de basura van a salir bien”. Y los que aún no pueden salir, al menos podrán llegar a la capilla para encontrar en la música una ruta hacia la libertad.