El realizador caleño Juan Carvajal soñó siempre con que Bogotá tuviera un gran espacio para películas diferentes a las de Hollywood. Se echó al agua: le contó la idea a Paola Turbay, su socia en el Colombian Film Festival de Nueva York, y en un abrir y cerrar de ojos ella empezó a meterle la ficha al nuevo proyecto. Carvajal gestionó los recursos y en un fin de semana de septiembre del año pasado se programaron en distintas salas de la ciudad diez películas que él trajo de festivales de cine independiente como Sundance, Tribeca y Berlín. Sus ojos no daban crédito a lo que veía: salas llenas y un gran interés del público por conocer nuevas propuestas audiovisuales. Ante semejante acogida decidió seguir adelante hasta que el pasado 16 de julio cumplió su sueño cuando se inauguró el Festival de Cine Independiente de Bogotá (IndieBo), que presentará, a lo largo de diez días, 90 filmes de más de 30 países. Su meta es convocar a más de 50.000 personas. “A partir de la experiencia de 2014 nos dimos cuenta de que había una demanda por otro tipo de cine”, dice Carvajal, quien con su equipo llamó al festival ‘Indie’: palabra con la que se nombra a las películas que se alejan de los grandes estudios comerciales y que presentan nuevas historias y arriesgan otras formas para contarlas. Este certamen coincide con el innegable despertar del cine colombiano. Así, al hacerse más visible este, al existir películas de mejor calidad, lo normal es que nazcan espacios para que se exhiban estas producciones que no son prioridad en las carteleras de las grandes salas de cine. “Hay más oferta, más demanda, y cada vez nos damos cuenta de que hay más espacios para las películas de autor”, dice Claudia Triana, directora de Proimágenes. Los números respaldan esta afirmación. Según CadBox (sistema que mide la asistencia a las salas de cine), 2.907.703 personas fueron a ver películas independientes en 2014, mientras que en 2013 fueron 1.959.429. Estas cifras, si bien no representan más del 10 por ciento del mercado, muestran que de a poco hay mayor interés para ver cine independiente. Otro indicador es que también se estrenan más filmes alternativos: en 2013 fueron 58, cifra que aumentó a 83 en 2014. Pero el IndieBo no es la única muestra por estos días. El cine documental, que ocupa un gran lugar dentro de lo que se llama cine independiente, tampoco se queda atrás. Desde el 25 de agosto hasta el 27 de septiembre, en diferentes ciudades del país, se celebrará Ambulante, un festival que crearon los mexicanos Gael García Bernal, Diego Luna, Pablo Cruz y Elena Fortes. Su propósito es exhibir documentales en distintos espacios, muchos de ellos no convencionales, en ciudades de México, Estados Unidos, El Salvador y, desde el año pasado, Colombia. Se presentarán 50 documentales, de los cuales diez son colombianos, como Sady González: una luz en la memoria, a propósito de la historia de uno de los pioneros de la reportería gráfica en Colombia, o Las últimas vacaciones, sobre la vida y el futuro de tres jóvenes en Buenaventura. Estas producciones se exhibirán en espacios como parques, universidades, museos y algunas salas de cine. Y se espera una asistencia de 15.000 espectadores, que se supere lo del año pasado cuando “nos impresionó el interés de la gente por estas películas”, recuerda Juan Camilo Cruz, codirector del evento. Sin embargo, no todo es para echar campanas al vuelo. Claudia Triana afirma que “todavía no se puede decir que el cine independiente es una gran tendencia en Colombia, pues quedan aspectos por mejorar”. ¿Qué falta? Fortalecer las alianzas entre instituciones públicas y privadas para apostarle con más fuerza a estos eventos. No en vano el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico ha aportado en 2015 estímulos de casi 320 millones de pesos a 18 festivales. Hay conciencia de que hace falta educar más al público colombiano para que se habitúe a nuevas propuestas audiovisuales. Otro punto a mejorar lo propone Federico Mejía, director de la distribuidora Babilla Cine, quien insiste en que aún hay muy pocas salas para exhibir cine independiente en el país y que estos pocos espacios se limitan a Bogotá, Medellín y Cali. Para Mejía también hace falta apostarle a plataformas virtuales (tipo Netflix) para exhibir más películas independientes, en especial, las nacionales. Y es que una parte del mercado, como se reflejó en el recién concluido Bogotá Audiovisual Market, le apuesta, según Trevor Groth, director de programación del Festival de Sundance, a ideas nuevas, refrescantes: “A veces se hace el mismo tipo de películas por razones financieras. Por eso nos interesan las películas que se arriesgan”. Y si existe duda de que hay temáticas arriesgadas del cine independiente, basta que el público le eche una mirada a IndieBo, donde se podrán ver historias como La tierra y la sombra, una historia colombiana sobre las crisis familiares y desplazamiento, o The Look of Silence, un documental sobre la odisea de las familias que buscan aclarar cómo mataron a sus hijos en el genocidio de Indonesia. O El club, cinta chilena sobre un grupo de sacerdotes y monjas acusados de abuso infantil y robo de bebés a madres solteras. Y Ambulante no se queda atrás: se exhibe la historia de Edward Snowden en Citizenfour y no menos atractiva es The Russian Woodpecker, sobre los secretos del accidente nuclear de Chernobyl. También hay documentales singulares como el que presenta la vida del artista contemporáneo y activista chino Ai Weiwei. Estos títulos y otros hacen que de a poco este cine adquiera más visibilidad, que sigan surgiendo festivales y espacios en los que se ofrecen películas que se salen de los esquemas, pero que no están al alcance de todos.