Quienes siguieron el juicio de David Murcia Guzmán, a principios de 2009, a lo mejor notaron que el estafador cargaba sagradamente un libro cuando comparecía ante la Fiscalía. El título: DMG ¿héroe o villano? que salió al mercado días después de su arresto. Al poco tiempo se publicó otro, La pirámide de David Murcia Guzmán, una investigación que la periodista Yineth Bedoya había empezado a preparar meses antes. Para julio, miles de libros piratas, oficiales y de dudosa reputación. que narraban la vida del llamado 'rey Midas' no paraban de circular. Estaban a la venta en los supermercados, semáforos y los puestos de libros y revistas de muchas ciudades en Colombia. La historia no es nueva: es la misma de la Operación Jaque (con ediciones de Oveja Negra y Planeta) y de los testimonios de los liberados: los dos libros de Jorge Eduardo Gechem, y otro de su esposa; el de Jhon Frank Pinchao, el de Luis Eladio Pérez y el de Fernando Araújo. La misma de Diario de una prepago adolescente y de ¿Amores prepago , la segunda parte de las memorias de Madame Rochy, que acaban de llegar a las librerías. La de los instant books, como se los conoce en el mundo editorial: libros que tienen una vida muy corta en las estanterías y en la memoria colectiva, que tratan temas de tanta actualidad, que a veces se confunden con reportajes periodísticos, aunque son subproductos de lo que aparece en los medios. Las obras más apetecidas por el público colombiano de los últimos años. Los libros de instante no son un fenómeno nuevo en el mercado colombiano. Meses después de la toma del Palacio de Justicia decenas de libros sobre "lo que realmente había ocurrido" llenaron las las librerías en Colombia. De ellos quedaron para la historia Noches de lobos, del escritor Ramón Jimeno, y Noches de humo, de la periodista Olga Behar. Diez años más tarde, ocurrió lo mismo con el proceso 8.000. Pero aunque no es nuevo, el de los instant es un fenómeno que se disparó después de la primera ola y el éxito de los libros de secuestro. Mi fuga hacia la libertad, de Jhon Pinchao, uno de los más evidentes casos de instant, vendió cerca de 15.000 en los primeros tres meses de estar en el mercado y Siete años secuestrado, de Luis Eladio Pérez, vendió unos 10.000 ejemplares a mediados de 2008. Hoy, dos años después de su publicación, las ventas de uno u otro no pasan de 100 libros en todo el país. La escasa vida útil de este tipo de libros obedece a una lógica. En palabras de Luis Alberto Becerra, encargado de comprar libros para Panamericana: "La venta puede ser buena el primer mes, en el segundo cae a una tercera parte y, en el tercero, el cuarto y el quinto, puede bajar hasta en un 50 por ciento". Un comportamiento muy distinto al de, por ejemplo, Autogol, la más reciente novela de Ricardo Silva, que desde mediados del año pasado ha vendido unos 2.500 ejemplares en todo el país. La comparación es diciente: una novela sobre un tema que por los días de publicación sonaba en los medios, el aniversario del asesinato de Andrés Escobar, escrito por un autor reconocido, vende en seis meses menos de lo que uno de los libros de instante alcanza en el momento de su publicación. Más allá de las razones de mercado, algunos relacionan el reciente auge de los instant con la crisis de la prensa escrita. Según Moisés Melo, director de la Cámara Colombiana del Libro, el auge de este tipo de libros se debe a que "han cambiado las reglas de la prensa, que cada vez reduce la crónica y el análisis, dos elementos que ocupaban un lugar importante en los periódicos y revistas colombianos. Ahora la prensa trabaja con las noticias del día y con visión fugaz de lo que está pasando". Gabriel Iriarte, uno de los que primero incursionaron en los instant y actual director editorial de Norma, coincide con él: "Yo creo que libros como éstos hacen falta. Hace falta algo más perdurable. Si alguien quiere saber cómo se desarrolló el proceso 8.000, no va a encontrar una mejor síntesis que el libro de Mauricio Vargas, un libro de primera mano, testimonial". Pero el éxito de un instant lo garantiza el tema más que su calidad: que su protagonista aparezca en los noticieros. Se calcula que Cautiva, de Clara Rojas -para muchos, poco más que una narración lastimera y autocomplaciente-, vendió más de 32.000 ejemplares en los primeros ocho meses. Una cifra muy similar a la de Lejos del infierno, el libro de los tres gringos secuestrados por las Farc, que salió por la misma época, pero del que se ha dicho es uno de los mejores libros sobre secuestro y cuyas ventas aún se mantienen en librerías. José Vicente Kataraín, editor de Oveja Negra, que hoy dedica gran parte de su energía a producir este tipo de libros, lo dice: "Es un fenómeno jalonado por los medios de comunicación, porque un libro que vende es un libro que hace noticia. Los que venden libros en Colombia son los que salen en televisión". Su línea editorial es clara y obedece a la misma lógica de los medios de comunicación. En este momento Oveja Negra está preparando un libro sobre el vuelo de Avianca que se estrelló en Long Island a principios de 1990, Avianca 052, nada más y nada menos que en el vigésimo aniversario de la tragedia. Pero según Kataraín, él está un paso adelante. El veterano editor se jacta de ser el inventor de un nuevo género que él llama "libros audiovisuales", libros que, como le dijo a SEMANA, "están pensados para que los canales de televisión hagan series basadas en ellos". En pocas palabras, libros para televidentes (que no lectores) y un giro en el modelo de negocio que, dicho sea de paso, se popularizó en España hace 30 años: en vez de que los canales busquen temas en la literatura, los editores buscan temas basados en lo que quieren los canales de televisión. Es el mismo de Las muñecas de la mafia, que llegó a las librerías en julio de 2009, un mes antes de que apareciera la serie, y de Sin tetas no hay paraíso, el best seller de Gustavo Bolívar -según Kataraín, el libro inaugural de los audiovisuales-. Su modelo, de hecho, ha sido tan exitoso que se empieza a popularizar entre los editores, cineastas y realizadores de televisión. Gustavo Nieto Roa, el conocido director de Entre sábanas y dueño de GNR Editores, por ejemplo, está negociando los derechos de Diario de una prepago adolescente, un libro que fue pensado inicialmente para el cine, aunque las dificultades de llevarlo a las pantallas es evidente: según el mismo Nieto Roa, el Diario "puede terminar siendo una película pornográfica". Hay quienes opinan que el tema de los secuestrados y las prepago ya está desgastado. "La gente que los ve, dice 'esto es más de lo mismo', dice Becerra. "Si un libro interesa ahora lo que más le interesa a la gente es por el chisme, el morbo, que lo nuevo que se pueda decir sobre un fenómeno". Pero los editores, al parecer, no van a dejar reencauchar temas. Al menos no por ahora. El hijo de la selva: la verdadera historia de Emanuelle está a la venta desde la semana pasada, dos años después de la liberación de Clara Rojas; y el testimonio de Íngrid, que parece ser de nunca publicar, ha mantenido en vilo a los editores año y medio. n