Uno de los productos estrella de la gastronomía vallecaucana, el pandebono, se ubicó en el puesto más alto de la cocina internacional. Un logro que fue posible de la mano de la prestigiosa guía gastronómica Taste Atlas, que ubicó este amasijo como el mejor pan del mundo.
Con una calificación de 4.6 estrellas sobre 5, este sabroso pan deja en el camino otras reconocidas preparaciones del continente al pao de queijo o pan queso, de Brasil, así como la marraqueta, que se conoce como pan batido o pan de batalla, estrella entre los comensales de Bolivia y Chile.
No es la primera vez que el pandebono aparece en esta lista. Dos años atrás había conquistado el segundo y tercer lugar de este conocido listado que reconoce varios platos de la cocina internacional en distintas categorías.
Lo curioso es que los historiadores de la cocina en el Valle aún no se ponen de acuerdo sobre el real origen del pandebono. Algunos aseguran que nació gracias a un panadero italiano que residía en la ciudad de Cali, quien solía decir mucho la expresión: “pane del buono” (buen pan). Y, debido a su particular pronunciación, miles en el Valle lo adoptaron a su manera y le dieron el nombre con el que hasta hoy se conoce.
Sin embargo, otras voces afirman que el nombre de esta preparación se relaciona con el lugar donde se hizo el primer pandebono en Colombia: la Hacienda El Bono, de grandes plantaciones dedicadas al cultivo de varios productos, por lo que solía ‘reclutar’ a decenas de jornaleros de la región. Un siglo atrás, el pandebono se preparaba en esta hacienda para los dueños y trabajadores del lugar.
Pero hay más versiones más detalladas. En varios libros se lee que este pan nació de las manos de una veterana cocinera de nombre Genoveva Reza de Montoya, quien trabajaba para la hacienda El Bono, ubicada en el municipio de Dagua, en el Valle, —y que aún se mantiene en pie—, quien buscando darle más valor nutritivo al pan tradicional, le agregó almidón de yuca, maíz y queso hasta dar con el popular pasaboca tal como se le conoce en la actualidad.
Ubicada en el corregimiento El Limonar, de esta población distante a dos horas de Cali, en la hacienda El Bono aún se hornea pandebono todos los domingos para honrar la tradición. “No ha venido ni se ha ido ninguna persona que al final se haya decepciona”, asegura Pedro Collazos, actual dueño de la propiedad.
Según el historiador Luciano Rivera y Garrido, cuando se estaba construyendo el Ferrocarril del Pacífico, a comienzos del siglo XX, los obreros solían comprar pan en El Bono y así se fue expandiendo la noticia de que en este lugar se vendía el particular amasijo que salía de las manos de Genoveva.
Y los Reza de Montoya no solo han sabido mantener viva la receta de generación en generación, sino que se han encargado de custodiar y mantener en pie la hacienda, que un momento sirvió tristemente para la trata de esclavos, para así preservarla del olvido y del paso del tiempo.
Otras de las delicias colombianas destacadas por guía gastronómica Taste Atlas son el pandeyuca, la almojábana y el pan de queso, que se ubicaron en los puestos 5, 6 y 8, respectivamente.