Y si no lo logramos nosotros, que lo logren nuestros hijos”, cuenta una voz actuada cuyas palabras nacen de testimonios reales. Esta mujer desplazada por la violencia y renacida por su propia tenacidad es una de las protagonistas del pódcast Luz de la noche. Por más golpes que ha recibido del conflicto armado, ella cree que hay que tener fe en que este país puede pasar la página. Otra colombiana, que perdió a su hermana a manos de la guerrilla, pide que no la llamen víctima, sobrevivió.

Semana ed 2062 | Foto: No usar

Hombres comparten su relato también, víctimas que se volvieron victimarios y optaron por hablar para romper ese círculo vicioso. El exparamilitar se expresa, también el exsoldado que regresó del secuestro y casi pierde el contacto con la sociedad. Conmueve el latonero músico que perdió a su hijo, asesinado, estigmatizado de guerrillero, así como el universitario que vio caer a sus compañeros como moscas. La niña reclutada cuenta su historia, la sindicalista capturada ilegalmente y abusada deja al público sin palabras; todos hablan y sus voces se escuchan.

El valor de la Comisión de la Verdad es el de ver a Colombia sanar colectivamente. Eso queda en evidencia con estos testimonios que ahora llegan al público general en estos formatos. La producción triunfa en abordar muchos ángulos, el civil, el oficial, paramilitar o guerrillero, y borrar esas distinciones: todos son humanos aquí y miran hacia adelante. Luz de la noche relata historias de cómo estos (y los muchos más colombianos que representan) fueron despojados de la alegría de la vida. Y es fuerte, y debe doler, sin embargo, lo emocionante sucede cuando, antes que una sensación de derrotismo y horror, se siente el ave fénix batir sus alas. Estas personas sufrieron en niveles impensados, pero vuelven a la vida expresando su dolor y siendo francos.

“Y aun así me levanto”, dijo la poeta Maya Angelou, una línea que aplica a estas voces inspiradoras. De parte de quien escucha, el ejercicio lo pone en los zapatos de tantos relatos dramáticos, pero importantes, a los que no se le debe huir. Está muy bien logrado, y al cabo de uno o dos episodios se cae en cuenta de que este país había pasado mucho tiempo en silencio. “La música nos iguala –dice una víctima– todos zapateamos”.

El pódcast consta de 15 episodios, cada uno de poco menos de cinco minutos, con un diseño sonoro excelente. Lo más valioso, los relatos, transmiten la franqueza de las palabras, el dolor palpable en ellas y también su luz de esperanza. La música evoca un vacío principal, el dolor es el punto de partida, pero en sus matices revela esa luz del título. Todo cierra como debe cerrar. “Buscamos que el diseño sonoro aportara riqueza ambiental a la narrativa, todo para llevar la experiencia de escucha a la primera persona y conectar con las historias”, asegura Nicolás Vallejo, director de Camino, que corrió con la producción. El diseño sonoro y musicalización fueron obra de La Tina y las ilustraciones y animaciones, llenas de noche y humanidad, son obra de Isabel Gómez Machado. Estos elementos terminan de hacer de esta una producción que toca el alma en varios niveles.

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Narrar las historias del conflicto a tanta gente que esté dispuesta a escuchar rompe con el círculo vicioso de las cifras, de medir estas grietas sociales con otra vara distinta a la humana. Se piensa en todo, menos en datos, cuando se escucha el relato de alguien que sobrevivió a un pipetazo de gas que borró a más de un centenar de personas e inundó la vida de miedo y terror, y aun así sigue adelante. Colombia tiene la deuda histórica y sensible de escuchar de una buena vez lo que sucedió, ha sucedido y está sucediendo con sus ciudadanos afectados por la larga y mutante guerra que toca tímidamente la paz, la abraza y la rechaza.

Los testimonios cambian lugares, nombres, pero las historias verdaderas encierran escenarios en Norte de Santander, Cundinamarca, Caquetá y tantos otros departamentos. Hay acentos de muchas partes del país, ¿cuántas historias más quedan por escuchar? Muchas más que estas 15.En su libro Desafiando la tierra salvaje, Brené Brown habla sobre cómo este tipo de contenidos buscan rehumanizar a las víctimas de todos los frentes. En Colombia esto es crucial para avanzar, y hay que exponerse a ellos. Hay que querer escuchar.

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