En algunas ocasiones, la vida presenta ciertas dificultades y contratiempos que complican el día a día y causan sentimientos tristeza y dolor en las personas que las presentan. Sin embargo, existen algunas oraciones que pueden ayudar a generar tranquilidad y paz ante este tipo de situaciones.
Acudir a Dios es una de las opciones que ayudarán a liberar el dolor y la carga emocional que algunas eventualidades pueden generar. Muchos afirman que el tener una conexión espiritual con Jesucristo puede disminuir los niveles de ansiedad, preocupación y temor.
¿Cómo acudir a Jesús?
Cuando se sienta solo, aislado, abrumado o con la carga que muchos problemas lleva a la vida, especialmente cuando hay más preocupaciones rondando su día a día, resulta reconfortante conectar con Dios y sus ángeles, pues conversar con ellos puede ayudar a superar los problemas.
Se recomienda encender una vela blanca e intencionar las peticiones a Jesús, para ser escuchado por él y ganar fuerza en los momentos complicados.
¿Cómo se estudian las escrituras de la Biblia?
Muchas personas aseguran que logran tener paz y conectar con el espíritu santo por medio de algunas oraciones o salmos que se encuentran escritos dentro de la palabra de Dios, pues realizar esta lecturas genera un espacio de autorreflexión y análisis de los errores cometidos.
Se recomienda estudiar y analizar algunos salmos de la biblia en compañía de amigos o familiares, con el objetivo de que se puedan dar a conocer los diversos puntos de vista acerca de las escrituras y poder llegar a conclusiones completas que permitan el correcto y completo entendimiento de las palabras que quedan entre líneas.
Salmo 13
Del maestro de coro. Salmo. De David. ¿Hasta cuándo, Yahveh, me olvidarás? ¿Por siempre? ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro? ¿Hasta cuándo tendré congojas en mi alma, en mi corazón angustia, día y noche? ¿Hasta cuándo triunfará sobre mí mi enemigo?
¡Mira, respóndeme, Yahveh, Dios mío! ¡Ilumina mis ojos, no me duerma en la muerte, No diga mi enemigo: «¡Le he podido!», no exulten mis adversarios al verme vacilar! Que yo en tu amor confío; en tu salvación mi corazón exulte. ¡A Yahveh cantaré por el bien que me ha hecho Salmodiaré al nombre de Yahveh, el Altísimo!
Salmo 55
Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Poema. De David. Escucha, oh Dios, mi oración, no te retraigas a mi súplica, Dame oídos, respóndeme, en mi queja me agito. Gimo ante la voz del enemigo, bajo el abucheo del impío; pues vierten sobre mí falsedades y con saña me hostigan. Se me estremece dentro el corazón, me asaltan pavores de muerte; miedo y temblor me invaden, un escalofrío me atenaza.
Y digo: ¡Quién me diera alas como a la paloma para volar y reposar! Huiría entonces lejos, en el desierto moraría. En seguida encontraría un asilo contra el viento furioso y la tormenta. ¡Oh, piérdelos, Señor, enreda sus lenguas!, pues veo discordia y altercado en la ciudad; rondan día y noche por sus murallas. Y dentro de ella falsedad y malicia, insidias dentro de ella, jamás se ausentan de sus plazas la tiranía y el engaño.
Si todavía un enemigo me ultrajara, podría soportarlo; si el que me odia se alzara contra mí, me escondería de él. ¡Pero tú, un hombre de mi rango, mi compañero, mi íntimo, con quien me unía una dulce intimidad, en la Casa de Dios! ¡Oh, váyanse en tumulto, caiga la muerte sobre ellos, vivos en el seol se precipiten, pues está el mal instalado en medio de ellos! Yo, en cambio, a Dios invoco, y Yahveh me salva.
A la tarde, a la mañana, al mediodía me quejo y gimo: él oye mi clamor. En paz mi alma rescata de la guerra que me hacen: aunque sean muchos contra mí, Dios escucha y los humilla, él, que reina desde siempre. Pero ellos sin enmienda, y sin temor de Dios. Cada uno extiende su mano contra sus aliados, viola su alianza; más blanda que la crema es su boca, pero su corazón es sólo guerra; sus palabras, más suaves que el aceite, son espadas desnudas. Descarga en Yahveh tu peso, y él te sustentará; no dejará que para siempre zozobre el justo.