Más de cincuenta años de conflicto armado en Colombia no pasaron inadvertidos para los cineastas, que lo han narrado desde diferentes ángulos. Pero tras la firma de la paz con las Farc, los realizadores vieron en el documental una forma de mostrar reposada y serenamente los hechos y las dificultades que se desencadenaron en la mesa de conversaciones entre el Gobierno nacional con las Farc en La Habana. Todos pretenden mostrar la complejidad del proceso sin hacer juicios de valor.Uno de ellos se estrena hoy. El fin de la guerra, dirigido por el cineasta británico Marc Silver y musicalizado por el compositor y productor argentino Gustavo Santaolalla. Su lanzamiento coincide con el Día internacional de la paz declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas y tiene un estilo mucho más cinematográfico que periodístico. De todas las producciones, esta se caracteriza por ser la mirada externa al proceso de paz.Silver decidió rodar la película por el acceso privilegiado a los momentos más íntimos del proceso de paz, que obtuvo gracias a la cercanía de sus productores con las delegaciones del Gobierno y de las Farc. En sus trabajos siempre logra un gran nivel de intimidad con los eventos que narra y este caso no es la excepción: lo hace a través del periodista Jorge Enrique Botero, quien es conocido por haber grabado ampliamente los campamentos de las Farc.
Fotograma del documental - Cortesía de la productora.Su intención siempre fue mostrar un contenido profundo y distinto a las noticias del día a día. Y el enfoque lo encontró, según él, cuando “el Gobierno y las Farc estaban casi en la misma línea, pero a la vez la campaña del No en el plebiscito y el expresidente Uribe ganaban terreno. Esto hizo que la tensión del documental se concentrara en este hecho”.Álvaro Uribe fue al único al que no tuvo acceso el equipo de El fin de la guerra. De acuerdo con su director, asesores del expresidente informaron que solo participarían si se comprometían a presentar la entrevista sin cortes o ediciones, lo que era imposible de aceptar. Silver reconoce que le “gustaría que quienes no permitieron el acceso a la campaña de Uribe, e incluso el mismo ex presidente, vieran el documental y se arrepientan de no haber participado en él”. El británico asegura que la campaña del no fue exitosa y es importante para la historia y la sociedad entender la forma cómo logró ese éxito.Silver, sin duda, responde a su sello con este trabajo. Cree que la intimidad de la cámara permite que la audiencia, independientemente de que haya votado sí o no, reflexione sobre su posición y entienda tanto la complejidad del proceso de paz, como de su propio camino para transitar de la guerra a la reconciliación.Las expectativas frente a esta producción son altas. Y se espera que, por su particular mirada de acercarse a los hechos, despierte interés tanto en los sectores que apoyan el proceso de paz como en sus opositores.Los otros documentalistas también estuvieron presentes desde el 18 de octubre de 2012, cuando se instaló la mesa de conversaciones en Oslo, Noruega. Caminos de guerra y paz, del productor y director colombiano Alessandro Angulo, fue el primero en estrenarse. La idea era que estuviera en pantalla el 2 de octubre de 2016, pero los resultados del plebiscito lo pospusieron. Sin embargo, marcó el camino para que, con los relatos de las víctimas, los negociadores, sentados de lado y lado de la mesa, y algunos expertos, se expusiera una mirada más profunda de las conversaciones.Luego fue la periodista y realizadora colombiana Natalia Orozco quien presentó el resultado de cuatro años de trabajo como directora de El silencio de los fusiles. Se lanzó el 1 de marzo de 2017 e inauguró el 57 Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, FICCI. Y coincidió con una fecha relevante para el proceso: el inicio de la dejación de armas de las Farc.Su presentación, en plena implementación del acuerdo de paz, encontró a una sociedad polarizada y no estuvo ajeno a las críticas apasionadas. Sin embargo, Orozco dice que su trabajo permitió ver “colombianos dispuestos a asumir que detrás de los actos monstruosos cometidos en el conflicto, también hay seres con quienes compartimos características de humanidad, de las que podemos aferrarnos para reconstruir nuestra sociedad”.Hace 20 días, el propio Gobierno, a través de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, lanzó el documental Rostros de paz, que refleja el proceso con las Farc, desde su etapa secreta, muestra las conversaciones en La Habana, y termina con la dejación de armas de esta guerrilla. Su narración hace énfasis en el rol de los negociadores del Gobierno nacional y da a conocer las dificultades que estos enfrentaron para lograr el Acuerdo Final.Cada documental tiene una aproximación propia al proceso de paz, condiferencias notables en su estilo narrativo. Y es justamente esta divergencia la que ofrece una visión amplia de hechos que tendrán grandes repercusiones en el futuro cercano.El analista político León Valencia, por ejemplo, cree que estos trabajos “de a poco irán rompiendo el escepticismo y la prevención que tiene una parte de la sociedad frente al proceso de paz”.Los realizadores esperan que sus documentales se vean de manera desprevenida.