Endeudarse es una de las tareas que más complican las finanzas de una persona, pero que a su vez representa una oportunidad de hacerlas crecer. Esto debido a que las deudas, en algunos casos, permiten que el dinero se pueda multiplicar en un futuro.
Sin embargo, muchas personas suelen perder el control de las finanzas y entran en una situación de sobreendeudamiento, lo que lleva a que acudan donde los profesionales en planificación de los recursos, mientras que otros buscan salmos milagrosos que les ayuden a pagar sus deudas.
Aunque la falta de liquidez también puede ser otra razón de endeudamiento, ya sea a causa de desempleo o por problemas de salud. Por tal razón, es necesario que se tome un momento para meditar y analizar en qué se debe mejorar.
Siendo así, existen varias referencias en la Biblia para reflexionar sobre el actúar porque así no sea un pecado, es una falta de compromiso con las otras personas. Aquí se mencionará dos salmos que ayudarán a saldar las deudas pendientes:
Salmo 91 para pagar las deudas
Morando bajo tu sombra, mi Dios. Oh Misericordioso Padre Celestial, Dios poderoso que solventa mis deudas y soluciona mis problemas.
Porque tu gracia infinita me arropa ante todos los males, sobre todo cuando las deudas se acumulan y se convierten en inconvenientes para conseguir mi paz y mi tranquilidad.
Porque no temo a los ataques del maligno convertidos en deudas y compromisos de dinero, ya que sé que tu bondad me da en el momento justo lo que mi cuerpo y mi alma necesitan.
También he asumido responsabilidades para solventar mi crecimiento personal y el de mi familia, deudas que han traído bienestar a mi hogar.
También ilumina mi mente y mi entendimiento, proporcióname los recursos y las posibilidades de crecer en economía y en espíritu.
Salmo 37 para estar en paz con las deudas
Los perversos piden dinero prestado y nunca pagan sus deudas. En cambio, los justos son solidarios y generosos con los demás.
Si tropezamos en el camino, no caeremos porque el Señor estará allí para sostenernos e impulsarnos. He vivido muchos años y nunca he visto al justo desamparado, ni a sus hijos sin tener qué comer.
Los justos están siempre dispuestos a dar sin esperar nada a cambio, y sus hijos son una bendición. Así que eviten el mal y hagan el bien, y siempre tendrán dónde vivir.
Sálvame, oh Dios, porque las aguas suben hasta mi cuello. Me atasqué en lodo profundo, donde mi pie no se puede poner. Entré en las profundidades de las aguas, donde la corriente me abruma.
Sácame del lodo y no me dejes hundirme; déjame ser salvado de mis enemigos y de las profundidades de las aguas. No me ahogues en la corriente de agua, y no tragues el abismo ni cierres la boca de tu boca sobre mí.