Es normal que a lo largo de la vida las personas atraviesen por situaciones que generan tristeza o momentos difíciles, ante los cuales se piensa que no existe salida y que por más que se busque una solución, esta luz al final de camino parece no estar cerca.
En estas situaciones complicadas las personas tienden a acudir a su fe y a sus creencias para que, además de sus esfuerzos, la mano de Dios les pueda dar el empujón que tanto necesitan para salir de la crisis o de la tristeza.
En este sentido, las personas se refugian en el Salmo 42, pues con este texto los creyentes son invitados a buscar esperanza y consuelo en los brazos de Dios.
Este texto bíblico destaca que aunque la persona esté pasando por situaciones tristes o condiciones donde no encuentran a simple viste una solución, se puede confiar y romper las dudas con Dios, porque Él siempre tiene la disposición de sostener a sus hijos.
Salmo 42
Mi alma tiene sed de Dios, al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.
1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas. Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; de cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.
6 Dios mío, mi alma está abatida en mí; me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.
7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8 Pero de día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida.
9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo
10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?
11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.