En Stratford-upon-Avon, localidad a orillas del río Avon en el centro de Inglaterra, “se siente el verdadero espíritu de Shakespeare”, afirma el actor Greg Haiste, feliz de recuperar a cielo abierto, como solía hacerse hace siglos, “esta maravillosa experiencia compartida que tanto hemos echado de menos”.
Para lograrlo fueron necesarios seis meses de trabajo, 900 toneladas de roca para estabilizar el terreno y 30 toneladas de acero para la estructura de las gradas.
Todo ello muy cerca de la casa donde William Shakespeare nació en 1564 y de la iglesia donde está enterrado.
Pese al levantamiento de la mayoría de las restricciones sanitarias en Inglaterra a partir del próximo lunes, este recinto con forma de anfiteatro sólo acogerá inicialmente a la mitad de los 500 espectadores que puede albergar.
Cuando estalló la crisis sanitaria a principios de 2020, “La comedia de las equivocaciones”, una de las obras de juventud más divertidas de Shakespeare, estaba casi lista para ser representada.
“Tuvimos que parar, para volver a empezar”, explica Haiste a la AFP, deseoso de que el público ponga una “mirada nueva” en esta obra, que tuvo que adaptarse para la situación.
No se permiten paraguas
El hecho de que el espectáculo se desarrolle en el exterior ha obligado a rediseñar los juegos de luz. Y para hacerse oír sin una pared que rebote los sonidos, los actores utilizan micrófonos.
“Va a ser interesante mantenerse conectados con el público sin que reciban nuestras voces directamente”, dice la actriz Heddyd Dylan, “esperamos que se acostumbren y nosotros también”.
Entre el elenco, Dylan es una de las que ya ha actuado en una sala abierta, en el Globe Theatre de Londres. “Estamos acostumbrados a actuar con palomas que a veces se posan en el escenario, te desconcentra un poco, pero al público le encanta”, explica.
Si el tiempo lo requiere, se invita a los espectadores a llevar ropa de lluvia, pero tendrán que renunciar al paraguas.
La exposición del lugar a los cuatro vientos forma parte de la experiencia. También lo es el ruido circundante, ya sea el de la ciudad o el de los cisnes cercanos.
La pandemia también pesó en los ensayos: ni hablar de hacer una escena de besos. “Era bastante raro”, señala Heddyd Dylan, ensayar con mascarillas, distanciamiento y test regulares.
“Caca de paloma”
“Pero tenemos esperanza” y “confiamos en que lo peor haya quedado atrás”, agrega la actriz, para quien es “un honor” formar parte de la vuelta a la normalidad con un público que regresa al teatro.
“Pensamos que este día no llegaría nunca”, agrega su compañera Avita Jay. Pero “por fin estamos aquí”, afirma, ansiosa por volver a pisar las tablas.
Para ella, actuar al aire libre es una primicia y una “solución perfecta”. “Estoy segura de que a mucha gente le daría un poco de miedo estar en un espacio cerrado” dado el alto índice de contagios de la variante Delta del coronavirus en el Reino Unido, reconoce.
Pero aunque el aire libre tiene sus ventajas, también tiene sus riesgos: “Va a ser una lotería ver a quien le toca la primera caca de paloma en el escenario”, ríe la actriz, “¡espero no ser yo!”.
En cualquier caso, el público responde, asegura el director Phillip Breen: “la gente parece impaciente”.
A pesar de su preocupación por el futuro del teatro, destaca el ánimo optimista que acompaña a esta reactivación de la actividad. “Hay un sentimiento de celebración, la gente quiere volver a ver a los actores”, explica, con la esperanza de que esta obra al aire libre renueve los lazos con el público.