No deja de ser asombroso que una banda conformada por seis hombres entre 67 y 72 años de edad encuentre tanto gozo y recompensa en el exigente trajín de darle la vuelta al mundo congregando a sus seguidores, dando su música con tal entrega y exigencia.
En las antípodas de esa generación de músicos que a los 27 años moría dejando la pregunta sobre qué hubieran logrado (en la que se cuentan Jimi Hendrix, Jim Morrison y Janis Joplin), estos metaleros británicos irán hasta donde sus cuerpos se los permitan. Sabemos lo que han hecho en más de 40 años de carrera: sorteado traspiés, separaciones, a través de distintas etapas, para seguir marchando. Y como lo hacen parecer tan fácil, se toma por sentado. Pero ese es un peligro, no entender que es casi milagroso que sigan enteros y fuertes.
Iron Maiden es una de esas bandas irrepetibles, de las pocas que, como la legendaria Rush, suena mejor en vivo que en sus excelentes discos (suman 17 desde 1980). Y como lo saben, no se lo niegan a su público. A Bogotá regresan luego de trece años. Visitaron el país por primera vez en 2008, regresaron en 2009 (en dos conciertos memorables y masivos) y luego, por última vez hasta ahora, en 2011, en la única vez que el público le falló a la banda. El hecho es entendible, quizá, desde esa tanda doble tan épica en tan corto tiempo. Por eso fue tan gratificante que, ante el anuncio de su regreso este domingo 24 de noviembre de 2024, agotara en cuestión de horas la boletería en su primera visita al Estadio El Campín.
Parecen inmunes a la edad, a la enfermedad, pero no lo son, y vale recordarlo para, de nuevo, apreciar el tesoro que es recibirlos de nuevo en la que ojalá no sea su última visita. Meses atrás, su baterista Nicko McBrain, el más viejo del grupo, sufrió un infarto cerebral, y logró recuperarse y asumir de nuevo los tambores. El hecho, sin embargo, los ha obligado a repensar cómo ejecutar algunas canciones (y a dejar algunas clásicas atrás). A esta muy seria circunstancia se suma que, unos años atrás, su versátil cantante, Bruce Dickinson (historiador, piloto de avión comercial, esgrimista, entre otras cosas), batalló un cáncer de garganta del cual, increíblemente, ha salido cantando mejor.
Nacieron en 1976, en el lado este de Londres, trabajador y obrero, pero solo hasta 1980 publicaron su primer trabajo, homónimo, con el que sumaron su cuota a impulsar lo que se denominó la Nueva ola del heavy metal británico (de la cual hacen parte también los indetenibles Judas Priest, que regresan al país en abril de 2025).
En el centro y el génesis de todo, el bajista y fuerza de composición, Steve Harris, quien además de ejecutar su bajo galopante con su técnica de tres dedos y liderar esta banda de alcance mundial y multigeneracional es tan seguidor del fútbol que donde quiera que va arma partido (es enfermo por el West Ham United). No contento con tocar con su principal banda, y dando muestra de su aguante y pasión, Harris también viaja con su segunda banda, British Lion, con la que tocará en la ciudad el sábado 23, en el más íntimo Auditorio CEG, de la Avenida Caracas con Calle 63.
Y sí, en el centro está el bajo, pero el alma de Maiden es producto de la sumatoria de sus partes. Al frente, saltando de un lado al otro de la escena, la voz, el frontman por definición, Bruce Dickinson, quién reemplazó a Paul Di’Anno (q.e.p.d) en los tempranos ochentas, que abandonó la banda en los noventas y luego regresó a comienzos de este siglo para nunca jamás abandonarla.
Junto con Harris y Dickinson viene también un ataque triple de guitarras. A la cabeza, pero no por encima, Dave Murray, con Harris, el integrante que jamás ha abandonado el barco, cuya alegría es contagiosa mientras hacer ver sencillo su arte de interpretar las seis cuerdas; se suma Adrian Smith, con su sonido supersónico y sus solos memorables que ejecuta al pie. Por último, el más reciente integrante de la banda, el más impredecible y carismático, Janick Gers, que no solo es un virtuoso del instrumento, del que saca sonidos felinos, también es un animador consumado y casi un bailarín olímpico en escena.
Y qué se puede añadir sobre Nicko McBrain, que a pesar de su episodio de salud sigue tocando, ofreciendo su sonrisa y su absoluta entrega en una posición de alta exigencia como lo es la batería (que ejecuta en la banda desde su cuarto álbum de estudio, Piece of Mind, de 1983).
Seria injusto, por más que no es de carne y hueso, dejar por fuera de este repaso a Eddie The Head, la mascota más reconocible y genial de la historia del rock. Desde su diseño y sus muchas y distintas interpretaciones, es difícil pensar en Maiden sin pensar en Eddie, un hecho que prueba la brillantez de su creación: la música eleva a la mascota y la mascota eleva a la música.
El regreso de la ‘Doncella de hierro’ y de su genial mascota (que siempre aparece en los conciertos) tiene lugar en el marco del Future Past World Tour, en el que priorizan mucha de la música de dos de sus álbumes: Somewhere in Time (1986) y Senjutsu (2021).
La imagen de la gira, de hecho, mezcla ambas artes magistralmente. Después de llevar la gira por Oceanía, Europa y Norteamérica, y luego de un reciente pasó por México, se enfila hacia la región donde la banda encuentra una pasión sin igual, Suramérica. Colombia seguramente derrochará efusividad, pero hay que reconocer que en Chile, especialmente, son religión. Por eso le dieron dos fechas al país austral, que se ha ganado ese derecho jamás fallando a la cita...
Un testimonio (de millones)
Le preguntamos a uno de los millones de seguidores de esta agrupación, Iván Bahamón, nacido en Bogotá en 1979, quien los ha visto ocho veces ya en concierto y sumará su novena este domingo, lo que le significan. Esto nos contó.
“Un afortunado día, hace muchos años, me crucé con el camino de la música de Iron Maiden y en el momento en que di los primeros pasos para seguirlo, supe que tenía frente a mí un universo que hasta el día de hoy no termino descubrir y disfrutar. Siempre encuentro una razón más para admirar el concepto artístico de la banda, sus composiciones musicales, el virtuosismo de sus músicos, su vigencia y la infinita pasión que produce en sus seguidores a nivel mundial. Iron Maiden es la banda sonora más recurrente de mi vida y sus canciones siempre encuentran un espacio para hacer mejores mis días”.