Una gran película sobre mujeres y aceptación entre generaciones, eso es Red (o Turning Red, pues parece sufrir de bipolaridad de nombres). Narra desde la perspectiva de una niña que ha vivido en línea recta, de acuerdo al plan, hasta que inevitablemente crece, cambia y debe enfrentar el enorme peso de su legado familiar.
Este se manifiesta en su vida de manera inesperada, con su capacidad de transformarse en un oso panda rojo gigante dependiendo de sus emociones. Pequeña sorpresa para una niña, que a muchos nos devuelve al anime Ranma 1/2 pero que navega tonos emocionales muy distintos a los de ese alocado anime. Y si esa precaución asusta, no se engañen, este viaje es emocional pero, ante todo, muy entretenido.
Porque claro, muy a la manera Pixar, la película navega los contrastes dándole contexto a este giro mágico de la joven pero integrando también lo que vive y vivió su madre, así como los ecos de sus vidas en las de su abuela y sus tías...
Se pinta cómicamente el angustiante universo de la niñez escolar, esa que crece y se siente presa de sus hormonas, que se duele al no entenderse del todo, que se apena como impulso natural, pero también se mira desde la mirada de mujeres adultas que educan y educaron, que chocaron en su momento y no pueden evitar sentir las heridas pendientes de sanar. Mujeres que también son, en algún punto, niñas que lloran.
Las amigas, hermanas; las ‘Boy bands’, el mundo entero
Es la perfecta hija de 13 años, la protagonista Meilin, una habitante de Toronto, Canadá a comienzos de este siglo (donde el smartphone no rige todavía las existencias). Hasta ese punto, todo lo ha hecho como su madre (Ming) lo hubiera querido y ha logrado ser naturalmente excelente en lo que el colegio le plantea. Sus tres amigas del alma son casi sus hermanas. Mejor, son sus hermanas, y el lazo que las une, además de sus ondas particulares (que hacen una gran diferencia en la historia de Meilin), es un amor enloquecedor por una banda pop que se llama 4 Town (a pesar de que tiene cinco integrantes).
Esta boy band las transporta y les genera ese tipo de amor que nadie que no lo sienta podría entender. Y ese es el punto, que esa devoción casi religiosa que crea nexos inolvidables con amigas puede chocar con el plan trazado por mamá, el plan que mamá sabía que no podría funcionar por siempre... Entre ambas, un concierto al que una se muere por ir con sus amigas y que la otra no permite porque “en nuestras épocas no íbamos a conciertos”.
No se mueve la narrativa entre polos buenos y malos, porque jamás los hay en ese choque dinámico entre niños que se vuelven adolescentes y marcan su identidad y padres que sufren lidiando con ellos y con sus propias frustraciones. Se mueve entre aceptación de lo que se vive en cada orilla y en los choques y desenfados que resultan. Algunos alcanzan proporciones épicas, y le sirven poderosamente a la historia pues resultan altamente inesperados y graciosamente gratificantes.
Ver Pixar es pensar “Lo hicieron otra vez”: atrapar a una público amplio con una película que en el papel no debería pues mira desde los ojos de una niña de 13 años que se vuelve oso. Además, el reputado estudio siempre sorprende visualmente. En este caso, lo hace con un estilo marcado en sus personajes, de calidez peculiar; también con texturas sorprendentes y pequeños/grandes detalles: el pelo del panda se ve increíble, las gráficas de la historia alrededor de los panda son maravillosas y las recreaciones de los videos filmados en Video 8 de Meilin y sus amigas son asombrosas de una manera orgánica, por su volumen único.
Al frente de la producción, dirigiendo el buque como nunca antes lo había hecho, está Domee Shi, una mujer que ha participado en producciones como Inside Out y The Incredibles 2, y que ganó un Óscar a Mejor corto animado en 2019 por Bao (se puede ver en Disney +, es hermoso). En ese corto, Shi ya abordaba de manera sentida y sugerida la maternidad, los hijos y esa distancia entre ambos que parece que no se puede sobrellevar (pero que se puede cuando se quiere, cuando se entiende que es necesario). En el corto, la sensibilidad de la creadora ya se sentía (en escenas simbólicas y memorables como en la que la madre cocina), pero en Red la lleva un escalón más alto, la expande en un formato mucho más amplio que la sacó de su zona cómoda y la retó como nunca, y eso explica en esta entrevista.
Junto con ella, en este proyecto trabajó Lindsey Collins, una productora que desde 1997 hace parte del transgresor estudio y tiene en sus créditos Wall-E e incluso un crédito de voz en Cars (en el rol de Mia). Collins y Shi armaron una tremenda historia (lo que, confiesa en esta entrevista, suele tomar la mayor parte del tiempo del proceso) y para contarla congregaron a un equipo tremendo que incluyó, desde el lado musical, a dos supernovas musicales en el tope de sus poderes. Billie Eilish y su hermano Finneas se encargaron de componer los hits de 4 Town (Finneas hace una de las voces) mientras que la banda sonora corre por cuenta del talentoso Ludwig Göransson.
Y cuando nos sentamos con Domee Shi y Lindsey Collins a hablar de Red, esto nos dijeron.
SEMANA: Mucha gente (me incluyo) siente estas películas como puentes generacionales, arte cierra brechas y acerca a las familias. Ustedes se ríen un poco de todos sus integrantes, pero a todos los escucha y a todos hace llorar juntos. ¿Cómo describen ustedes la experiencia?
Domee Shi: Me gusta esa idea de cerrar brechas. Y esa era nuestra intención al realizar esta película. Yo quería volver y entender ese momento de mi vida en el que luchaba con ser la hijita perfecta de mi madre y a la vez una rugiente bestia hormonal que peleaba con ella todo el día. Quería analizar esa relación desde ambas perspectivas, desde la niña de 13 años y del lado de los padres. Y eso que mencionas es lo que hace tan únicas a las películas de Pixar, que cada persona en la audiencia, sin importar su edad, le saca algo particular. Nosotros no tratamos la animación como un género exclusivo para niños, lo vemos como un medio para contar estas historias profundas y complejas con las que nos podemos identificar.
SEMANA: Dirigió Bao un corto ganador del premio Óscar y también participó activamente en Inside Out y en The incredibles 2, pero este es su bebé, ¿cuánto cambió la experiencia al manejarlo todo?
D.S.: Fue una montaña rusa de emociones. Me sentí un poco como Meilin se siente a lo largo de la película: unos días no podía de la alegría, otros días sentía que todo se iba al carajo y me sentía como un pedazo de mierda (ríe). En un principio me intimidaba y me adaptaba un poco al hecho de poder dirigir una película, de la gran tarea y de la responsabilidad que representa, porque toman mucho tiempo y recursos en hacerse.
Lo más difícil para mí fue soltar, desprenderme de mi perfeccionismo y de mi personalidad ‘tipo A’, la que antes no permitía que se viera la más mínima imperfección en mi trabajo o se negaba a mostrarlo sin terminar, en rasgos amplios
Lo más difícil para mí fue soltar, desprenderme de mi perfeccionismo y de mi personalidad ‘tipo A’, la que antes no permitía que se viera la más mínima imperfección en mi trabajo o se negaba a mostrarlo sin terminar, en rasgos amplios. Porque la naturaleza de dirigir una película así, te lleva a dirigir más en ese rango, te obliga a trabajar más flexiblemente, y te lleva a mostrar una película “rota” por gran parte del tiempo del tiempo. Se siente como mármol, al que vas tallando hasta que al fin se convierte en algo. Yo no estaba acostumbrada a mostrarle a la gente este proceso. Estaba acostumbrada a mostrar la estatua perfecta...
*Irrumpe entonces Lindsey Collins, productora de la película y pregunta, “¿Te recuerda a alguien? Y sí, Meilin y Domee son básicamente la misma niña*
SEMANA: Lindsey, a esta película se le cruzó la pandemia y eso sumó nuevos retos a un proceso ya largo, ¿cómo le desordenó el tablero esta experiencia y qué aprendieron todos de ella?
Lindsey Collins: Es una buena manera de ponerlo, porque sí revolvió todo. En Pixar cada película es un tema largo y difícil de desarrollar en cuanto a lo creativo, pero en el proceso de hacerla somos unos absolutos profesionales, y esa parte suele ser menos complicada. Pero este no fue el caso, aquí. Fue tan distinto que me hizo recordar tiempos en los que Pixar recién empezaba, y nadie sabía bien lo que hacia. Fue un regreso a ese momento en el que cada quién tenía que arreglárselas para lograrlo, un proceso que exigió mucha comunicación, mucha prueba y error, y mucha paciencia mientras íbamos afinando el trabajo.
De una manera extraña se desarrolló como una colaboración increíble, fue una experiencia que unió al equipo increíblemente a lo largo de estos dos últimos años. Y era afortunado, también, podernos conectar en la mañana y reírnos y ver a estos personajes cobrar vida, fue un regalo. Es uno de los equipos más unidos que hemos tenido en Pixar por cuenta de la experiencia y de eso que mencionaba, nadie parecía un experto acá, todos lo fuimos armando todo. Fue genial.
SEMANA: Hay un concierto central en el desarrollo de esta película, ¿qué concierto fue ese en sus vidas?
D.S.: En esta película proyecté mi deseo porque jamás pude ir a los conciertos que quería. Sentía mucha envidia de esas compañeras de clase que volvían del concierto de los Backstreet Boys con la camiseta. Y pensar “Wao, ¡ahora son mujeres! ¡Se han transformado! ¿Qué sucede en estos conciertos? Así que cumplí mi deseo frustrado de esta manera. Pero sí fuimos al concierto de una Boy band para investigar. Y fue increíble, la gritería es de otro nivel. Y parecía que estuviéramos en una iglesia, todo el mundo se sabía todas las canciones y abrazaban a sus mejores amigas y lloraban y lanzaban cosas. Una chica mandó al escenario su ropa interior, asombroso....
Fuimos al concierto de una Boy band para investigar. Y eso fue increíble, la gritería es otro nivel. Y parecía que estuviéramos en una iglesia, todo el mundo se sabía todas las canciones y abrazaban a sus mejores amigas y lloraban, y lanzaban cosas, una chica mandó al escenario su ropa interior. Fue asombroso....
L.C: Yo había ido a dos conciertos de Justin Bieber, así que reconocí ESE nivel de algarabía. Ahora, esas son memorias tan formativas cuando creces, tener esas experiencias como el primer concierto, y por eso lo hicimos un tema central. En un punto, teníamos diferentes versiones de lo que Meilin y sus amigas podrían querer, pero el concierto pareció reflejar genuinamente el mundo de una joven de 13 años. Se siente como un tema de vida o muerte no ir a tal concierto al que van tus amigas. Y me fascina esa decisión, y contar que esos conciertos, momentos y memorias, te llevan a estar dispuesta a hacer lo que sea.
SEMANA: Es una cinta sobre madres e hijas, amigas que son hermanas, tías y abuelas, y en la que el personaje masculino (Jin) hace una diferencia bonita en sus intervenciones. Es incluso él quien cocina...
D.S.: Sin duda. Era importante para nosotras incluir padres en esta historia. Son muy importantes en criar hijas fuertes. A Jin, el padre de Mei, lo escribimos como la roca de la familia, la presencia estoica que apoya a su familia, no a través de sus palabras, porque no habla mucho (parecido a mi padre, de esa manera), pero que las apoya cocinando para ellas, asegurándose de que estén alimentadas, escuchándolas y ofreciendo consejo, cuando percibe que lo necesitan. Todos nos enamoramos de Jin.
L.C: Él es lo suficientemente inteligente como para no meterse en el medio del conflicto. Mi padre crió dos mujeres y siguió esa línea. “Dejaré que ustedes peleen un rato y solo intervengo si es necesario. Si no, me sabré retirar lentamente”. volviendo a Jin, como todo el mundo lo amó, en un punto se alcanzó a pedir más de Jin, hacerlo más participe, pero sabíamos que su poder radicaba en su silencio y en su equilibrio, en solo intervenir cuando realmente tiene algo para decir. Esa es la parte poderosa del personaje.
Es maravilloso que todas estas películas tengan como protagonistas a gente de color, de distintos trasfondos y culturas. Este es un momento emocionante para hacer animación
SEMANA: La animación, entendida más allá de un género para niños, tiene una película nominada a los Óscar como Flee, y en Colombia una cinta recién despertó una especie de sentido de identidad desde la pantalla internacional acá en Colombia, Encanto. ¿Las han visto? ¿Qué opinión le merecen?
D.S.: Las he visto ambas. Flee es muy poderosa, Encanto es hermosa y las canciones son fastidiosamente pegajosas, pero me gusta que son ejemplos de lo poderosa que es la animación como herramienta. Es un medio para todas las audiencias y se puede usar para abordar temas profundos y complejos, como la experiencia de ser un refugiado, como la experiencia de encontrar una identidad sexual, como la experiencia del trauma intergeneracional, como los temas que abordamos en nuestra película, de pubertad. Y es maravilloso que todas estas películas tengan como protagonistas a gente de color, de distintos trasfondos y culturas. Este es un momento emocionante para hacer animación.
*RED se estrena el 11 de marzo en Disney +.