No necesita proyectarse en una pantalla grande para anunciarse que el festival de cine más antiguo del continente, un evento icónico en la agenda cultural de Colombia, entra en una nueva era desde esta edición 2024, la 63.ª de su rica historia, que tendrá lugar del 16 al 21 de marzo en la Heroica.
A pocos días de su inicio, el Festival Internacional de Cine de Cartagena (Ficci) ya desplegó todas sus cartas. Se conoce la programación, los homenajes, los programas académicos (incluyendo el nuevo Ópera Prima Lab), los encuentros de industria y el programa crucial que es Cine en los Barrios; se conocen incluso los nominados del Premio India Catalina y el homenaje que Víctor Mallarino recibirá en ese marco.
Por esto, el Ficci y su equipo solo aguardan que llegue el momento para darle vuelo. A pesar de vientos a favor y mareas en contra, será hermoso verlo desarrollarse, pues este evento histórico aspira, más que a sobrevivir, que no es poco, a plantearse como parada obligada y lugar de descubrimiento para los amantes del cine que quieren ver, más allá de la coyuntura actual, hacia lo que trae la década.
¿Se distanciará el Ficci de lo que venía proponiendo bajo la dirección artística de Felipe Aljure? No del todo. Mantendrá mucho de lo que lo ha hecho vanguardista y especial en estos cinco años (2018-2023), pero un cambio en sus cabezas visionarias impacta la mirada y la proyección de un evento. En efecto, en 2024 se estrena nueva dirección por partida doble. En la dirección general asume Alessandro Basile, un hombre que ha hecho cine y que llevó a la televisión regional a los primeros niveles de notoriedad. Ahora Basile apunta a hacer lo mismo desde el lado de la gestión del evento cinematográfico más importante del país.
Sobre los retos de asumir este festival, SEMANA lo consultó y dijo que estos vienen, desafortunadamente, del lado de la sostenibilidad financiera. “Vivimos en un país con unas condiciones económicas en donde este tipo de proyectos culturales están siempre desafiados en su permanencia. Para lograr cada edición, año tras año, hay que apelar a una marca fuerte, a una propuesta que les ofrezca a la ciudadanía y al público en general contenido relevante y pertinente. Y el Ficci lo tiene, obviamente, pero no tiene la garantía de una cuenta bancaria que le permita decir: ‘Podemos hacer el festival este año’. Parece obvia esta frase, pero es construida sílaba a sílaba, gestión por gestión, aliado por aliado, y hay que agradecer a los que han creído históricamente en la propuesta del Ficci: el Gobierno, los ministerios, los aliados, las ciudades, las gobernaciones. El reto, en resumen, es convocar, es mantener la marca fuerte, es estar en la conversación nacional con contenido que provoque reflexión, cultura y transformación”, aseguró.
Los cambios, claro, no paran ahí. En la dirección artística, del lado curatorial y conceptual, el que mete las manos al fuego con la selección oficial y las muchas secciones, asumió Ansgar Vogt, un alemán que quizá no habla español fluido, pero sí habla cine, mucho cine. Desde que Felipe Aljure llegó a la dirección en 2018, Vogt ofició como asesor del festival y ahora toma el timón para impulsar el evento hacia nuevas direcciones, a su manera, junto con un equipo con el que aprende a engranar su sensibilidad, sus intereses y su visión. Vogt apunta a hacer del Ficci una parada obligada en el circuito mundial, especializando el festival como un foco de descubrimientos y de desarrollos.
En la presentación del Ficci en Bogotá, Vogt habló de su visión, “compleja y transversal”. Le impresiona la diversidad de público del Ficci y por eso quiere que el auditorio participe más activamente. En ese orden de ideas, habrá 11 reconocimientos en total, algunos con premios monetarios, y se reactivan los premios del público para largometrajes y cortos.
Sobre su visión creativa, luego de trabajar con Berlinale y de varios años como consultor del Ficci, Vogt aseguró lo evidente: muchos directores quieren tener sus estrenos en Berlín, Venecia o Cannes, y no pretende hacerles competencia a esos festivales. Lo que sí deben hacer, manifestó, es enfocarse “en ser ese espacio previo a que los cineastas estrenan sus cintas en esos festivales europeos. Podemos resaltar el trabajo de los talentos que van a estallar, ser un punto de entrada para muchos antes de que se den a conocer a nivel mundial”. Ficci será, pues, la plataforma para cineastas latinoamericanos emergentes. “Si vienes a Ficci, verás el futuro, y si no vienes, te lo pierdes”, sentenció con convicción y gracia.
Sobre la llegada de Vogt, Basile dijo a esta revista que “Ansgar trae una visión de potenciar proyectos en todas las etapas de desarrollo con el Ópera Prima Lab, una plataforma de mentorías para proyectos que están saltando del corto al largometraje: el punto en donde los jóvenes lleguen a que sus proyectos crezcan en todas las etapas, del guion, pasando por la preproducción, llegando a la producción y a una distribución exitosa en el circuito de festivales y en el mercado. Esa apuesta de industria sin duda es una evolución. Porque este festival siempre ha estado de frente a la industria: don Víctor Nieto siempre tuvo esa visión, siempre tuvo el dedo en el pulso de lo que necesita la industria, que está en constante transformación y crecimiento, y demandando nuevas maneras de hacer y de narrar historias. Ansgar trae esta visión de potenciar el talento y de hacer el festival donde se potencia y se crea el futuro del cine”.
Pero, claro, no todo es mirar hacia el futuro. Ficci mira hacia atrás para reconocer las trayectorias de sus invitados ilustres. En esta edición habrá tres. En primer lugar, la directora de cine y guionista española Isabel Coixet, quien saltó a la notoriedad con la dura y sensible Mi vida sin mí (2003), y desde entonces ha rodado proyectos en España y el extranjero con éxito de crítica y público. Luego, del lado de los hombres, asistirá una figura mundial y reverenciada (más allá de recientes alegatos de plagio que ya la ley disipó al juzgar a su favor), como lo es el iraní Asghar Farhadi. Nacido en 1972, ha cimentado una prolífica carrera, marcada por películas que agitan conciencias y por los dos Óscar que ha ganado (Nader y Simin, una separación, 2011; El cliente, 2016).
Por último, pero no menos relevante, se rendirá homenaje a Sergio Cabrera, un hombre clave desde su arte y su gestión para hacer del cine colombiano lo que es hoy en día, con hitos evidentes como dirigir La estrategia del caracol (1993), y por jamás quedarse quieto en su inquietud creadora.
Con una selección de 170 películas, el festival promete una experiencia cinematográfica que abarca una extensa gama de personajes, cuerpos, géneros, estilos y paisajes del cine contemporáneo a nivel global. Y entre muchas películas que se hace obligado ver de su selección oficial está Pepe, el largometraje de ficción del dominicano Nelson Carlos de los Santos, que ganó el premio al mejor director en la 74.ª edición de la Berlinale.
El festival abrirá con la ópera prima de Yennifer Uribe Alzate, La piel en primavera, y también estrenará decenas de valiosos cortometrajes, como Un pájaro voló, del barranquillero Leinad Pájaro de la Hoz, que también fue reconocido en Berlín con el premio especial del jurado (y puede esperar pronto nuestra entrevista con él).
Así pues, la fiesta insignia del séptimo arte en el país está lista. ¡Que se enciendan los proyectores y se vengan la reflexión y la comunión en torno al cine y las fibras que mueve!
Para más detalles, consulte la página oficial del evento.