Un día, en plena pandemia, Javier Moro (Madrid, 1955) recibió una llamada de un amigo, el director de cine Gerardo Olivares: “Moro, ¿te apetece escribir algo sobre Venezuela?”, escuchó el veterano escritor al otro lado de la línea.
Ese fue el comienzo de todo. El impulso inicial de una conmovedora historia de no ficción, con profundas raíces en la realidad latinoamericana: se trataba de narrar una suerte de epopeya contemporánea sobre la lucha por la libertad, que sigue de cerca la vida política del líder opositor venezolano Leopoldo López y su esposa, Lilian Tintori, exiliados en España, perseguidos por el Gobierno de Nicolás Maduro.
El resultado es Nos quieren muertos (Editorial Planeta), una novela que cuenta “la aventura humana de una familia perseguida”, como la describe el propio autor en SEMANA.
Un libro publicado en 2023, que fue bien recibido por la crítica, especialmente en España, y mereció incluso una columna del nobel peruano Mario Vargas Llosa en el diario El País. Lo describió como un relato que narra “la trágica vida de un hombre, la lucha de una familia y la conciencia de un país”.
Moro lo presentó en la más reciente versión de Hay Festival, es sus ediciones de Jericó y Cartagena, y le implicó bucear en la historia más reciente y convulsa de Venezuela, escrita a fuego por el sucesor de Hugo Chávez.
Tras esa larga exploración, que incluyó largas horas de diálogo en España con López y su esposa, así como varios familiares de la pareja, hoy Moro llama a las cosas por su nombre: “El régimen venezolano tiene secuestrado al país. Es imposible estar del lado de Maduro, no ha hecho nada que justifique estar ahí; ha empobrecido el país, lo ha arruinado, hay una represión bestial, la gente está en la calle, un tercio del país se ha ido. Este libro cuenta entonces la historia de una familia que, de repente, se ve perseguida a muerte en un régimen tiránico”, dice el escritor; el hombre detrás de más de una decena de libros de éxito internacional, como Las montañas de Buda, Mi pecado y El imperio eres tú.
Venezuela no era, en todo caso, un territorio desconocido para Javier Moro. Había pasado varios periodos de su juventud en ese país. Con 17 o 18 años, se recuerda a sí mismo fantaseando con la posibilidad de vivir en una nación que nadaba en petróleo, boyante, alegre y en donde creía que estaba el futuro.
Tal vez por eso, desde España, había seguido de cerca la tragicomedia venezolana. El auge sorprendente de ese militar llamado Hugo Chávez Frías, que a la postre se convirtió en presidente de Venezuela en 1999 y, años más tarde, la decadencia de un Gobierno de izquierda y radical, que empobreció al país vecino, lo transformó socialmente para siempre y obligó a migrar por los suelos de América y de Europa a cerca de ocho millones de venezolanos, la mayoría en las peores condiciones.
“Había seguido la historia de Leopoldo López desde mucho antes de conocerlo personalmente y de que llegara a España buscando salvar su vida. Me considero un ‘news freak’, veo noticias todo el día. Y cuando él se entregó, en febrero de 2014, lo primero que pensé es que estaba loco. ¿Quién hace eso?”, confiesa el escritor.
Es que lo sucedido con el político venezolano parecía un relato de película: exalcalde de Chacao y convertido en una de las voces que recogió el descontento de miles de venezolanos, tras su entrega voluntaria a las autoridades, Leopoldo López permaneció bajo arresto en la prisión militar de Ramo Verde, donde fue torturado. Luego le concederían arresto domiciliario.
Hasta que ocurrió lo impensable: el levantamiento en las calles contra Nicolás Maduro, el 30 de abril de 2019.Tras esa presión ciudadana, inimaginable para un Maduro que creía tenerlo todo bajo control, López fue liberado. Pero mientras permaneció tras las rejas, Lilian, su esposa, y partidarios del movimiento Voluntad Popular habían alzado sus voces con fuerza ante el mundo para denunciar la persecución contra los líderes opositores que buscaban un cambio.
Después de que el levantamiento con Maduro no tuviera éxito, con un respaldo popular menguado y sabiendo que irían de nuevo por su cabeza, López se refugió en la Embajada de España en Caracas. Y no pasó mucho tiempo antes de que saliera, bajo la más estricta confidencialidad, del lugar. Lo hizo en auto hasta Apure, un estado venezolano fronterizo con Colombia. Desde allí cruzó al país vecino para llegar a Cúcuta.
El escándalo estalló y derivó en una crisis diplomática entre Colombia y Venezuela. Pero la suerte estaba echada: López tomó después un vuelo que lo llevó hasta Aruba y después a Europa. Era octubre de 2020. Allá se encontró con Lilian y sus tres hijos, Manuela, Leopoldo y Federica.
Moro deja claro, sin embargo, que Nos quieren muertos no es “un libro político, en el sentido de que no es un panfleto. He contado la aventura humana de una familia sometida a una persecución despiadada, que es lo que me ha interesado y el personaje principal, que es Leopoldo López, es alguien que tuvo el valor de entregarse al enemigo, fue un hombre capaz de sacrificar su bienestar personal por el interés general”.
Es que Moro no cree que los libros deban estar cargados de “moralismos”, sino que deben permitir que los lectores saquen sus propias conclusiones.“Mis fuentes fueron la historia misma de ellos, como familia. Yo quería contar su verdad y mostrarla al mundo. Y hubo un pacto no escrito entre la familia López y yo. Ellos tenían miedo de que yo manipulara lo que me podían contar y yo de que ellos no me contaran la verdad. Entonces, el pacto fue: me cuentan la verdad y yo muestro antes de publicar”, relata el autor español, quien se pregunta cómo giró la vida de este líder opositor, a quien hoy en el exilio critican sus propios connacionales no haber seguido en la lucha de derrocar políticamente a Maduro.
Es que Moro conoció de cerca el dolor de ese exilio: “Tuve que ver a Lilian Tintori llorando en mi despacho todos los lunes durante un año y medio, creo que dándose cuenta del peligro que había pasado. Cuando tú vives el peligro y la situación está en tal tensión, te das cuenta de que, ante todo, tienes que sobrevivir, y no te puedes parar a pensar; porque si piensas, entonces te derrumbas”.
Hoy, Moro ve con desesperanza el futuro de Venezuela. Ayer fue Leopoldo López. Hoy es María Corina Machado, arrinconada por un régimen que persigue sin piedad todo lo que huele a independencia y oposición. “Buscan sin descanso desacreditar al héroe, mancillarlo, hundirlo, lo quieren muerto políticamente y, si pudieran, físicamente también”.