Si Denis Villeneuve llama, uno acepta; eso parecen demostrar sus cintas. No es cuestión de suerte que dirija (siempre) repartos plagados de estrellas que no temen sacrificar algo de protagonismo por trabajar con uno de los cineastas más interesantes de los últimos 15 años. Porque bajo su comando, en sus proyectos densos, tensos y abrumadoramente asombrosos, el talento que recluta se ratifica de clase mundial. Y, no importa en qué rol, el que forma parte de una cinta de Villeneuve quiere repetir. El punto de partida con el canadiense es algo especial, o algo gigante, o, últimamente, ambas. Después de Blade Runner 2049, ahora Dune muestra que puede seguirse superando; y ahí para, pues estrenará más cintas de esta saga y una versión de Cleopatra (que promete ser todo menos minimalista).

Cuando se estrenó en junio, en el Festival de Cine de Venecia, Dune recibió una larguísima ovación. Ahora es el turno de Colombia de vivirla, con funciones en el BIFF y estreno en salas el 21 de octubre. A todas luces, es un evento cinematográfico, el tipo de película que no se olvida en su gran formato. El audio crea un espacio tan amplio como inestable (obra del gran diseño de sonido y del compositor Hans Zimmer), y lo visual pinta grandezas brutales, poéticas y destructivas, en máquinas de escala inimaginable y en seres vivos gigantes como lo son sus icónicos gusanos de arena.

La historia, que desemboca de manera fascinante en el misterioso desierto del planeta Arrakis, nace de las letras de Frank Herbert y la novela homónima que publicó en 1965. Esta ganó la primera edición del Premio Nébula a la mejor novela de ciencia ficción, comenzó una saga de escritos y desencadenó un culto que impactó muchísimas imaginaciones y creaciones posteriores, como la taquillerísima Star Wars.

Dune plantea en su inicio a un emperador amenazado y a las dos casas enemigas que pone a pelear para eliminar la que le incomoda; esta, la incómoda casa Atreides, cuenta con un líder decente y un heredero joven y único (Paul Atreides, con sangre de reyes, pero también de una orden misteriosa y mentalmente poderosa, como los Bene Gesserit). Del lado oscuro, porque siempre hay un lado oscuro, la casa Harkonnen, que hizo su fortuna explotando a sangre y fuego una particular sustancia, en el planeta Arrakis, que sirve para impulsar las enormes naves del imperio. Y en ese planeta, con una conexión con los elementos, el desierto y esa especial sustancia (todas razones para luchar contra los extranjeros explotadores), está el aguerrido pueblo Fremen.

Timothée Chalamet es Paul Atreides, Rebecca Ferguson es su madre, y un arsenal de estrellas los acompañan. | Foto: © 2019 Warner Bros. Entertainment Inc.

Puede sonar enredado, pero, como SEMANA pudo atestiguar, la película recompensa el tiempo que se toma en explicar el cuento y luego desatar su tremendo espectáculo. Es un triunfo del cine que el director haya respondido a expectativas casi imposibles, ante las que sucumbieron directores como David Lynch y Alejandro Jodorowsky, que intentaron llevar esta historia al cine con resultados mixtos: Lynch nunca quedó contento con la versión que estrenó en 1984 (no es mala), y el chileno, que había reclutado talentos tremendos, como H. R. Giger, en un esfuerzo de preproducción impresionante, tuvo que renunciar al sueño (pero quedó plasmado en un interesante documental).

El reparto es un océano de talentos probados y ascendentes, que se elevan ante el reto. A figuras de trayectoria probada, como Oscar Isaac, Javier Bardem, Josh Brolin y Stellan Skarsgård, se suman jóvenes, y de alto presente, como Timothée Chalamet y Zendaya; así como Jason Momoa, un actor que se ha hecho apreciable en la pantalla desde una masiva presencia física, dotada usualmente de cualidades genuinas como el corazón, la gracia y la franqueza. Luego de hacerse mundialmente famoso por su rol de Khal Drogo en Game of Thrones, Momoa asumió el rol de Aquaman, el superhéroe del universo DC Comics, lo cual ratificó su momento de gloria. Pero, como lo cuenta en esta entrevista exclusiva con SEMANA, nada se compara con esta experiencia, la primera obra maestra de la que forma parte.

Jason Momoa se dio a conocer como Khal Drogo en Game of Thrones, pero como Aquaman llegó a protagonizar. Ahora, en Dune, cumple un sueño personal.

SEMANA: Háblenos de su relación con el material original, la historia y los libros de Frank Herbert.

Jason Momoa: Es una historia triste, digamos, triste y feliz al tiempo. A mí me crio mi madre, una madre soltera, en Iowa, y en ese escenario no había acceso a muchas cosas, y mi madre tampoco me dejaba ver, qué sé yo, cómics de Conan el bárbaro y cosas por el estilo. Ella me mostraba clásicos, como Gone with the Wind (Lo que el viento se llevó), A Streetcar Named Desire (Un tranvía llamado deseo), así que fue una infancia muy distinta a la de los demás. Nunca leí Dune, hasta que recibí la llamada de Denis.

SEMANA: Afortunado de cierta manera, como descubrir el gran disco que otra gente quisiera volver a escuchar por primera vez. ¿Cómo ha sido formar parte de ese universo tremendo?

J.M.: Nada menos que increíble. Yo sabía que él estaba haciendo la película y sabía de muchos de los actores que habían aceptado para formar parte del proyecto, pero no imaginé que me tuviera en su lista, ni imaginé que supiera siquiera quién era yo (de Aquaman, un poco exagerado, pero se le acepta). Entonces, recibo una llamada de quien considero mi ídolo en cuanto a directores de cine, y me está tratando de convencer, él a mí, de interpretar a Duncan Idaho. Y me cuenta que este es su proyecto soñado, el que ha querido hacer toda su vida, y yo sé que es mi meta de vida trabajar con él. Y le dije que estaba listo para lo que necesitara de mí, y luego empezamos a compartir el material. Y esto sucedió a un nivel legendario, porque Denis me entregó muchísima información sobre el material original. Básicamente, me compartió un outline de 60 páginas con detalles, imágenes y todo lo imaginable. Que yo recuerde, ningún otro director me había compartido su biblia de la película así, en la primera reunión. No dejaba de ser curioso que él me vendiera el proyecto y yo pensara “Me convenciste desde la llamada” (referencia obligada a Jerry Maguire).

Denis Villeneuve, dirigiendo la escena. Javier Bardem, haciendo lo suyo. | Foto: © 2019 Warner Bros. Entertainment Inc.

SEMANA: Duncan Idaho es entrañable por muchos motivos, valiente, combativo, un guía y defensor para Paul Atreides. ¿Qué lo separa de sus otros personajes y cómo lo asumió?

J.M.: Jamás había interpretado a alguien que fuera una inspiración, un maestro para otro. Conan (el bárbaro, lo interpretó en 2011) era un solitario por naturaleza; Drogo (Khal, el rol en Game of Thrones que lo llevó a millones de pantallas en todo el mundo) era un rey, y hasta Aquaman es una especie de solitario marginado. Duncan es distinto. Yo nunca tuve un hermano menor o mayor, pero asocié a Duncan con una persona en mi vida que se sentía como ese hermano mayor, que salía a vivir y regresaba para compartir sus cuentos. Y era la persona más cool del universo, y lo amaba por eso que hacía. Fue natural unir esa presencia con este personaje. Para Paul Atreides, Duncan siempre fue ese ser que se aventura por los planetas y regresa con historias para contar antes de volver a salir. Y es una relación única, porque no es su padre, es su amigo y es su maestro, y, a la vez, es el ‘caballero’ que defiende la corte, el que patea traseros. Duncan está cerca de Paul, alguien llamado a ser rey, y lo quiere mucho, pero, cuando la situación se pone complicada, Duncan está luchando en la primera línea.

Duncan está cerca de Paul, alguien llamado a ser rey, y lo quiere mucho, pero, cuando la situación se pone complicada, Duncan está luchando en la primera línea.

SEMANA: Usted ha formado parte de Juego de tronos y del universo DC, pero, aun así, esto es otro nivel...

J.M.: He integrado grandes repartos y he trabajado con grandes directores, pero este es el punto más alto de mi carrera, de lejos. En algunos días de trabajo me sentía en el ‘Actors Studio’, viendo a Javier Bardem actuar, y es una experiencia surrealista, y en otro va y te dirige Denis... Y claro, son los sets más enormes en los que jamás he estado, esta es una aventura épica enorme. Fuimos a Jordania, a Petra, y nos sumergimos en ese mundo antiguo. Pasar noches allá, experimentando el desierto de una manera visceral, se sintió como estar en Arrakis, sentí pisar ese mundo. Nunca viví algo así.

SEMANA: Si usted es ese hermano mayor que llega de la aventura de ese rodaje, ¿qué historia comparte primero?

J.M.: Diría que vivimos la experiencia juntos. Recibí muchísimos consejos de parte de todos y pasamos mucho tiempo juntos fuera del set, algo que considero muy importante y que no suele suceder. Hubo mucha camaradería, no se sentía como ir a trabajar y despedirse luego. Hay gente con la que amo trabajar, con la que sé que no pasaré tiempo después de la jornada. Aquí nos la pasamos juntos todo el rato. Y escuchar sus historias, Josh Brolin tiene unas tremendas…

Dune / Duna 2021 | Foto: Warner Brothers.

SEMANA: Tiene varios proyectos andando, series como See, Aquaman y proyectos como Sweet Girl. ¿Cómo mantiene el ritmo?

J.M.: Es un torbellino, y a veces se da que las actividades de prensa coinciden, y apoyar todos los proyectos es difícil, pero estoy muy orgulloso de todos. Todo lo que pude haber pedido en la vida está sucediendo. Sweet Girl (película en Netflix) es genial, fue un reto distinto, que produje yo y dirigió mi mejor amigo. Por otro lado, está See (serie épica en Apple TV +) y también sale pronto Slumberland, una comedia como nada que haya hecho antes (de tráiler bastante interesante). Pero Dune es el ápex, es la película más grande que he integrado (con perdón de Aquaman); es acción y aventura, pero también es tan compleja... Yo pienso que es cine de verdad, la comparo con un Picasso. Es decir, tenemos a este increíble artista que hace cintas de otro nivel, es una pintura, y está la música y el relato, es un todo… Formar parte del universo de superhéroes es genial, es muy divertido, y a mis hijos les fascina, pero esto es otro nivel.

Formar parte del universo de superhéroes es genial, es muy divertido, y a mis hijos les fascina, pero esto es otro nivel.

SEMANA: Hablando de música, sabemos que es un seguidor afiebrado. ¿Qué tiene la música que todo lo eleva?

J.M.: Para mí es mi propulsión. A donde voy, viajo con 12 cajas de vinilo. Tengo alrededor de 500 álbumes que necesito conmigo. Además, quiero que mis hijos escuchen de esa manera. Con música soy más creativo, me puedo volar, abstraer, soy una persona absolutamente impulsada por la música. Y en esta película, ese es uno de los elementos que más me emociona de regresar al cine. Cuando la vi, el sonido se quedó conmigo; “Hermano, es demasiado”, pensé. Estoy muy agradecido de haber formado parte de una obra maestra, es la primera de la que formo parte.

SEMANA: Dejó una muy grata impresión la publicación en su Instagram sobre una ruana colombiana. ¿Sabe algo más del país?

J.M.: La verdad, no, pero sé que me gustaría visitarlo. Y la ruana es absolutamente hermosa. Una amiga me la regaló, la mandó a hacer para mí, y yo decidí encargar una para mi hija. Son fenomenales.

El temerario Dennis Villeneuve

El más temerario director desde Kubrick, el que no le teme a nada, y de eso no hay duda. Empezó a tallar su leyenda con cintas que rompen el alma explorando los límites de la condición humana ante circunstancias extremas como Incendies (2010), y su salto a Hollywood lo vio lanzar duros thrillers como Prisoners (2013) y la tremenda Sicario. Sus propuestas comenzaron entonces a volar más, incluso más allá de los límites de la comunicación humana con cintas como Arrival (2016). Y entonces, no contento, decidió asumir proyectos gargantuescos que siempre había soñado. Y siempre recibió luz verde porque siempre hizo cine relevante que cautiva a las masas. Villeneuve puso entonces una secuela de grandes expectativas y complicadísima de asumir como Blade Runner 2049 (cuyos resultados son mixtos en lo emocional, pero visualmente son nada menos que asombrosos) y si esa tarea parecía enorme... Lo que viene no será menor.