Título original: Escobar: Paradise Lost País: Estados Unidos Director: Andrea di Stefano Guion: Andrea di Stefano y Francesca Marciano Actores: Benicio del Toro, Josh Hutcherson y Claudia Traisac Duración: 120 min El Escobar de esta película global (escrita y dirigida por un italiano, rodada en Panamá, protagonizada por una joven estrella de Hollywood y un puertorriqueño) tiene un acento extrañísimo que distrae de lo poco que dice. Las primeras veces que habla parece ser pastuso o ecuatoriano, pero luego se comienzan a notar frases que terminan con un dejo costeño, para luego, sorprendentemente, sonar paisa. Así, cada vez que abre la boca este Escobar (interpretado con los ojos entrecerrados, somnolientamente, por Benicio del Toro) es una sorpresa. ¿Qué acento le saldrá? ¿Cómo pisoteará la gramática del español? ¿Qué conjunciones desaparecerán entre sus frases lentas, metódicas y desganadas? Decir que esta película está basada en hechos reales es una exageración o una distorsión de lo que uno quiere decir normalmente con ‘hechos reales’. Sí, ahí está Escobar que existió, pero la película utiliza como marco narrativo una historia inventada de donde sale su subtítulo: ‘Paraíso perdido’. El verdadero protagonista es Nick (Josh Hutcherson), un canadiense que llega mochileando con su hermano a una playa aparentemente cercana a Medellín (¿playa? ¿Cercana a Medellín?, pues sí) y donde conoce a la bonita y simpática sobrina de Escobar (la española Claudia Traisac) quien, por motivos misteriosos, queda prendada de él. Esto podría haber sido una especie de Padrino a la colombiana, una exploración de cómo se llega a hacer parte de una familia mafiosa y despiadada. Pero el aprendizaje que debe emprender un tipo inocente que termina siendo iniciado dentro de los códigos y rituales de esta organización poderosa y temible, queda inexplorado. Nick, con su español balbuceante y su nerviosismo exagerado, ni siquiera hace un intento de amoldarse al entorno de rufianes de acentos diversos donde lo lanza la película, solo los mira y parpadea. Ni siquiera la idea del subtítulo, la de un paraíso que se esfuma al chocar contra la violencia de la empresa delictiva, se trabaja seriamente. Es un cliché más, lo mismo que relacionar el paraíso con cocoteros, sol y olas, con la inocencia del turismo más hippy e irreflexivo. Es una inocencia aclichesada que se extiende a la única, brevísima, descripción que se ofrece del negocio del narcotráfico (en boca de la sobrina): “La gente acá en Colombia lleva mascando hojas de coca desde el comienzo del tiempo. Pablo solo exporta el producto nacional. La mayoría de su dinero se lo da a los pobres”. Ese es el nivel de esta película: narcotráfico para dummies. De hecho, acá todo es para dummies, los mafiosos, los yanquis, los acentos, las barbas desordenadas que le pusieron encima a Del Toro, el repaso por esta historia dolorosa del país que sigue vigente después de tanto tiempo. Pero es interesante verla. Quizás ese conglomerado de clichés mal armados sea un síntoma de que su resonancia está menguando por fin y que eso que resultó tan terrible y aterrador comienza a desdibujarse, a perder finalmente su acento y sus contornos. Cartelera **** Excelente ***½ Muy buena *** Buena **½ Aceptable ** Regular * Mala Bailando por la libertad ** Unos jóvenes en Teherán bailan para manifestar sus ansias de libertad en esta película que no es más que una larga propaganda contra el régimen. Siempre Alice ***½ La película ganadora del Oscar a mejor actriz de este año sigue a una prestigiosa lingüista que sufre de alzhéimer. Kingsman **½ Un muchacho tiene la oportunidad de hacer parte de una organización secreta de espías en esta película divertida, llena de muertes coloridas. Furia implacable * La carrera de Nicolas Cage continúa su espiral descendente con esta cinta genérica de venganza sin nada rescatable.