La oración es una clara vía de comunicación con Dios. Cuando una persona ora, le entrega al Señor todas sus preocupaciones, peticiones y agradecimientos. Para muchas personas en Colombia y en diferentes partes del mundo, la oración es un camino a la tranquilidad y el desahogo.
“La definición más básica de la oración es hablar con Dios. La oración no es meditación o reflexión pasiva; es dirigirse directamente a Dios. Es la comunicación del alma humana con el Señor que creó el alma. La oración es la forma principal que tiene el creyente en Jesucristo para comunicar sus emociones y deseos con Dios y tener comunión con Él”, afirma el portal Got Questions.
Cabe mencionar que en la oración no solo se habla con Dios, este acto también puede estar dirigido a la Virgen María y otras santidades más. Cada persona tiene su santo predilecto, por lo general. Se puede orar en la iglesia o en cualquier otro lugar. No hay restricción para elevar las plegarias.
“La oración puede ser audible o silenciosa, privada o pública, formal o informal”. Y la oración también puede ser interna, pero se necesita de una gran entrega para lograr llegar a esta. Precisamente, la plataforma digital Aleteia menciona las tres claves principales que debe tener una persona para poder rezar desde el interior:
Tres claves que se deben tener para rezar desde el interior
1. Vivir en contacto con la interioridad. “Cuando encontramos a la oración en nuestro ser más profundo, nos familiarizamos con nuestra interioridad y podemos estar allí. Antes buscábamos a Dios fuera de nosotros, pero ahora nos damos cuenta de que Él está dentro, que es más íntimo que nosotros mismos, como decía san Agustín. Jesús viene a nosotros desde el interior hacia el exterior y es adentro donde debemos aprender a encontrarlo. Poco a poco, en ese contacto con nuestra interioridad, iremos notando que, además de que es el núcleo de nuestro ser, es como una fuente que permite reunificar nuestro ser. Una fuente de fuerza, de luz y de vida. Nuestras facultades empiezan a funcionar bien en la medida en que estén en contacto con nuestra interioridad, con nuestra identidad más profunda”, dice.
2. Solo se ama a lo que se conoce. De a poco, con el paso del tiempo, la oración permite que exista una unión entre la inteligencia y el corazón. Esto, a su vez, se convierte en una clarea y sanadora inteligencia espiritual. De esta manera, se establece una profunda paz que se encarga de unir al ser. Cuando existe una inteligencia espiritual, la oración interna se potencia y se empieza a experimentar un fortalecimiento personal es diferentes sentidos.
3. La libertad del espíritu. “La verdadera libertad es el reflejo del amor en el hombre. Cuando nuestra oración es la constante toma de conciencia del amor de Dios por nosotros, está muy cerca nuestra libertad. Obrar desde el interior es una muestra de que nuestra oración está ordenando y unificando nuestras facultades hasta convertirlas en una sola con lo que llevamos dentro. Actuar solo por deber agota nuestro interior, por el contrario, quien ha recibido la gracia de estar a la escucha de su interioridad se hace sensible al Espíritu Santo en él, ese Espíritu que nos empuja a actuar, obrando como una intuición dentro de nosotros. El que está unido al Espíritu no busca lo correcto, busca lo que Dios le pide en cada momento. Lo que san Agustín llama hacerlo el Maestro interior”, concluye.