Los fieles creyentes de las culturas religiosas y cristianas recurren a la oración con el objetivo de fortalecer la fe, el espíritu, así como encomendar y colocar cada área, decisión, tarea y situación en manos de Dios, durante cada mañana.
De hecho, una de las primeras acciones que muchas personas realizan para iniciar el día con agradecimiento y plenitud es el orar, pero también, en muchas ocasiones, es el último acto que se hace para poder dormir tranquilamente.
Unos minutos de oración servirán para colocar el día en manos del Todopoderoso, así como lograr una comunión con Él. Incluso, las personas lo hacen como gratitud ante todas las acciones efectuadas durante el día, así como es el momento perfecto para pedir con humildad ciertas peticiones.
Asimismo, la oración es una ‘herramienta’ poderosa de bendición y protección para la persona y su familia, así como por quienes intercede. De hecho, una de las formas de lograr la paz y tranquilidad es a través de la comunicación que se establezca con el Señor.
El portal Venir a Cristo enlistó algunas maneras en las que la oración puede mejorar la vida:
- Ayuda a desarrollar una relación con Dios: “Él contesta las oraciones a través de pensamientos, sentimientos, escrituras y aun por medio de las acciones de otras personas”.
- Se obtiene comprensión de la naturaleza amorosa de Dios: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:8).
- Da respuestas: Dios da las soluciones y ayuda a entender mejor el propósito en la vida.
- Ayuda a encontrar guía en la vida: “Cuando oras a Dios en privado, puedes procesar y resolver las situaciones difíciles de tu vida. Dios siempre nos escucha y a menudo nos proporciona respuestas específicas y la guía que buscamos. Aun cuando Él decide no contestar inmediatamente o en la manera en que esperábamos, la oración es una manera de encontrar paz”, precisó la fuente citada.
- Da fortaleza para evitar la tentación: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41).