Algunos críticos le están dando palo y muchos la consideran (solo por esto) la peor película del MCU. Estoy del otro lado. No es una película perfecta. En las dos horas y media que dura, tiene sus momentos lentos, sus bobadas (es Marvel) y los antagonistas son alguito genéricos hasta que —en buen momento— dejan de serlo; pero Eternals es un cuento complicado de contar que se mantiene cautivante, que narra en la clave de la ciencia ficción visualmente asombrosa y fluctúa entre tonos grandiosos y mínimos pero no menores.
Si se le ve como el capítulo introductorio a una nueva etapa, que lo es, mucho mejor; y más se goza la experiencia si se entiende que esta película le da un lugar a la inclusión y a la diversidad, con un personaje sordo y una pareja homosexual (tan importantes como el resto). Y sí, en medio de la acción y de la puja milenaria y universal, la directora Chloé Zhao refuerza ideas como la del “amor protector”, porque a una creadora como ella no le escapa la poética de que la suerte del planeta dependa de un sentimiento puro.
Pantallón
La función de Eternals presenta la oportunidad de regreso al Imax que vale la pena aprovechar, pero se estrena en muchas salas del país el jueves 4 en Colombia y el mundo. Se sabe que seguirá dividiendo opiniones, pero hay verdades incontestables.
Las visuales son un viaje, especialmente las interplanetarias de dimensiones gargantuescas, y para algunos estas solas pagan la boleta. Las varias recreaciones históricas de la humanidad en momentos claves de su evolución son interesantes también, si bien algo acartonadas en sus detalles finos. Esto sucede también, en cierta medida, en la etapa de la cinta “en tiempo presente” que se desarrolla en la Amazonia.
Las actuaciones hacen la tarea, y es interesante cómo los nombres más conocidos (Salma Hayek, Angelina Jolie) asumen roles “secundarios” para dejar a los nuevos volar. Entre tantos, son diez personajes, la mayoría tiene un peso, se siente. Y se reparten entre varios la mística y la épica, algo nada fácil de balancear, pero que, creo, logró.
Ahora, no desplaza a mi favorita, Dr. Strange, y quizá no alcanza los momentos de reunión masiva que Infinity War o Endgame se tomaron películas en establecer y entregar como clímax, pero a mi manera de ver, Eternals vale la pena. Se para sola, sus giros son interesantes y se disfruta si se le aprecia por lo que es, la única vez que una directora ganadora del Óscar asumirá un proyecto de esta naturaleza y lo hace suyo.
El contexto
Chloe Zhao y el Universo Marvel sorprendieron al mundo al anunciar que serían uno en la entrega de ‘Eternals’, un nuevo capítulo en el dominante universo cinemático con personajes desconocidos para el público general no iluminado en las artes del cómic (como Iron Man, antes de que todo esto empezara).
A nadie eludió el hecho de que la directora china se diera a conocer en el séptimo arte lejos de secuencias de acción y fantasía, forjando propuestas humanas y contemplativas como Songs My Brothers Taught Me (2015), The Rider (2017) y Nomadland (2020), con la que ganó el premio Óscar a Mejor directora.Pero lo ha hecho a su manera, mezclando grandeza y sensibilidad.
Entre más grande se ha hecho Marvel, más se ha empeñado en darle pista a sus creadores, algo evidente en sus alocadas producciones de streaming como Loki y Wandavision. Puede correr riesgos y nada parece salirle mal. Y con Zhao dejó en claro que redobla esa ruta en sus producciones multimillonarias, de pantalla grande y grandes estrellas.
¿Arruinarán el envión las críticas? El tiempo lo dirá. Mi apuesta es que no.
Quiénes son los ‘Eternals’ (sin spoilers)
La película cuenta el pasado y presente de estos diez personajes que han protegido unidos a la humanidad, a la par de su evolución y de sus horrores. Creados por el ser superior Arisham, que luce bastante imponente en su dimensión cósmica, los eternals nacieron con el mandato claro de proteger a los hombres de una particular amenaza (unos bichos depredadores y voraces) y de no interferir en sus conflictos, por lo cual, en teoría, “dejaron” a Thanos borrar a medio planeta.
La escala de la historia es vasta, y se mueve porque tiene mucho por contar en pasado y presente. Los vemos en Mesopotamia, en Babilonia. A través de sus ojos también vemos la caída de Tenochtitlán y el horror de Hiroshima, y se tocan los dilemas relacionados a tan brutales momentos de la historia. Y si los seguimos “ahora” es porque resurge esa amenaza que fueron creados para controlar.
Por eso, estos personajes que se habían separado han de reunirse de nuevo. Cada uno con sus poderes particulares, cada uno con sus rasgos y talentos y sus cuestionamientos: Kingo (Kumail Nanjiani), Makkari (Lauren Ridloff), Gilgamesh (Don Lee), Thena (Angelina Jolie), Ikaris (Richard Madden), Ajak (Salma Hayek), Sersi (Gemma Chan), Sprite (Lia McHugh), Phastos (Brian Tyree Henry) y Druig (Barry Keoghan).
¿Por qué regresaron estos bichos depredadores a la vida? Ahí está el meollo del asunto, que lo revelamos aquí, y que encadena varias relaciones de causa-consecuencia pero no por eso es “difícil”. Mientras se aclara el panorama en la cabeza del espectador y se entienden los por qué, los villanos son poco emocionantes, parte de una exposición. Ese no es un fuerte, pero no es crítico. Las luchas son secundarias en ese punto.
Lo que sí resulta refrescante es que personajes que en el papel son menos importantes protagonicen momentos interesantes y ofrezcan líneas y puntos de contraste contundentes. Sin la genialidad Phastos, el elma de Makkari, la actitud emo de Druig, la ligereza de Kingo, la tenacidad peligrosa de Thena o la nobleza de Gilgamesh, los protagonistas Ikaris y Sersi no llegan donde deben. Y si bien existe una dinámica de “uno para todos, todos para uno” entre ellos se marcan diferencias de perspectiva que resultan fundamentales. A Eternals también le suma que un personaje que no aparece en el afiche cause un efecto poderoso desde la gracia como lo logra Harish Patel en el rol de Karun.
Veredicto: Zhao triunfa y el MCU sigue la marcha...
Con Eternals, Zhao deja su sello. Salió de su zona de confort y, más allá del largo cheque que seguramente recibió, fue valiente en contar una historia de muchas cabezas y desplegarla con sensibilidad. Hay acción y hay efectos, y equilibra con dosis poderosas de dilemas existenciales que mutan con la trama y tocan temas como la rebelión ante un mandato que se sigue ciegamente... hasta que se le cuestiona.
En sus declaraciones, Zhao se ratifica como la anti Scorsese, el venerado director para quien estas cintas son poco más que un circo visual. La directora aseguró sobre hacer parte del Universo Marvel (MCU) “es apasionante. Es un mundo de grandes personajes y aventuras épicas. Está hecho por personas que realmente aman contar historias y tienen un inmenso respeto por sus fans. Entré en el proceso como cineasta y también como fan. Fue un desafío emocionante hacer una película independiente, pero también celebrar lo que vino antes que nosotros, expandir la mitología y dar forma al futuro del MCU. Es un honor ser parte de él”.
Con esta entrega, la directora soporta sus palabras con hechos: entrega una película que con más aciertos que fallas en la que aborda dimensiones grandiosas pero encuentra su corazón en lo sencillo. Y que la historia deje las grandes responsabilidades en los hombros de personajes femeninos sensibles tiene sentido.
Como espectador, queda una expectativa sobre lo que Zhao hará ahora. ¿Se tomará un aire después de someterse a crear bajo esta maquinaria cinematográfica aceitada pero también ultraparanoica? ¿Volverá a los amplios paisaje y dilemas de la sociedad del siglo XXI?
En cuanto al Universo Marvel, la película es una introducción y un filtro. Ya sabemos qué Eternals quedan en pie para lo que viene, y lo que viene incluye una segunda parte de Dr. Strange, que me emociona particularmente (y que, recordemos, conectará por siempre a Tilda Swinton con el mundo de los súper héroes).