Nacido en 1975, en Nápoles, Eugenio Viola cuenta con una trayectoria envidiable, pero en medios muy distintos al colombiano. En Madre, el Museo de Arte Contemporáneo de Nápoles, buscó un balance entre proyectos de arte joven y performance, junto a muestras de artistas reconocidos, como Francis Alÿs. En 2017, asumió la curaduría del Instituto Perth, en Australia. Allí echó mano de su formación en arqueología e historia del arte para enfocarse en la identidad local.
En Colombia enfrenta retos similares. A ellos se suma la expectativa sobre el destino que tomará el Mambo de la mano de un experto, reconocido en 2016 como mejor curador de Italia por la revista Artribune, pero que no habla español.
SEMANA: ¿En qué consiste su propuesta curatorial para el Mambo?
Eugenio Viola: Apunta a una institución centrada en la comunidad, con un foco importante en la educación. El arte no puede cambiar el mundo, pero sí puede darnos una perspectiva distinta sobre los problemas sociales que nos afectan. Siento que los artistas latinoamericanos están muy comprometidos con temas políticos y sociales. Este acercamiento guarda relación con mi voz curatorial. Me interesa que el museo tenga una relación más fluida con su contexto: el del centro de Bogotá, la ciudad y el país en general.
SEMANA: ¿Cómo lograr este acercamiento al contexto al venir del extranjero?
E.V.: He tenido una relación con Colombia como curador invitado y me he acercado a través de las obras de artistas locales con los que he trabajado. Escoger un curador extranjero puede obedecer a buscar otro punto de vista, otra perspectiva. Es algo muy común en el medio artístico.
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SEMANA: ¿Algo similar ocurrió a su llegada a Australia?
E.V.: La primera exposición que presenté en Australia fue con un grupo de artistas indios y pakistaníes para para celebrar el aniversario de la separación del dominio británico. Era una forma de subvertir, o mejor ‘pervertir’, el estereotipo de Perth como ciudad aislada, para virarlo hacia su identidad indopacífica.
SEMANA: La dificultad adicional en el caso del Mambo es que no habla español...
E.V.: Tengo el propósito de aprender español en los dos primeros meses. Además de tomar clases intensivas, tengo a mi favor ser de Nápoles, que fue durante siglos una ciudad española y por eso el dialecto es más parecido. Al principio contaré con la ayuda de un miembro del equipo curatorial que, afortunadamente, habla italiano.
SEMANA: ¿La universalidad del inglés elimina la necesidad de otros idiomas en el mundo del arte?
E.V.: Hay algunos artistas que, por razones ideológicas, deciden no hablar inglés. La mexicana Teresa Margolles, por ejemplo, tiene una sobresaliente carrera internacional sin hablar inglés, y ni siquiera lo intenta, simplemente no le importa. Yo no hablo español, ella no habla inglés y, sin embargo, nos comunicamos bien. Pero ella es un caso excepcional. Para la gran mayoría de artistas emergentes es indispensable desenvolverse en inglés si aspiran a tener una carrera internacional.
SEMANA: La muestra El arte de la desobediencia dio una extensa mirada a la colección del Mambo. ¿Cómo dialogarán el pasado del museo y sus retos actuales?
E.V.:Presentaremos la colección de manera rotativa, tratando de conectar piezas afines a la temática de cada exposición temporal. Es una forma de considerar la colección como una entidad en movimiento. Trabajé extensamente esta modalidad de colección performática en Madre.
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SEMANA: ¿Cómo será la transición?
E.V.: La programación de todo 2019 está previamente agendada. Así que en buena medida, este primer año me servirá para familiarizarme con el medio artístico colombiano. Participaré lateralmente en algunas de esas exposiciones, pero mi programa propiamente dicho empezará en 2020. Esta es una práctica habitual en este tipo de transiciones.
SEMANA: Sin embargo, habrá una primera muestra de su curaduría en abril con la exposición de la ya mencionada mexicana Teresa Margolles...
E.V.: Esta exposición será una especie de preludio de mi trabajo en el museo. Es más preciso decir que Teresa es mi tarjeta de presentación curatorial para la ciudad y para Colombia, pues su trabajo está muy conectado con mi manera de relacionarme con el arte. Esta exposición será una especie de declaración de intenciones. Aún está en proceso y estamos definiendo el nombre. Está enfocada en el tema migratorio entre Venezuela y Colombia. Al ser italiano, estoy al tanto de la situación de oleadas migratorias que ocurren tanto en Colombia como en mi país. Durante mi curaduría verán muchos proyectos con este acento social y político. En ese sentido, me considero un ‘artivista’.