Adaptar los clásicos de la literatura al cine de manera respetuosa y emocionante jamás ha sido fácil. Y en los tiempos actuales, que promedian en la mente de su audiencia la corrección política, la cancelación, la posverdad y la inclusión, es aún más delicado. Pero no por eso es imposible. Eso prueba Los tres mosqueteros: D’Artagnan, una ambiciosa película de Martin Bourboulon, que se estrenó esta semana en cines de Colombia. Después de 62 años, la producción marca la primera adaptación francesa del superclásico de uno de sus escritores más famosos y celebrados, Alejandro Dumas (1802-1870), cuyos restos yacen en el Panteón de París y también conocido por otra obra inmortal, El conde de Montecristo.
Así pues, inspirada en uno de sus textos más intrigantes, en el relato de Athos, Porthos, Aramis, de D’Artagnan en su rebeldía ante los planes del maquiavélico cardenal Richelieu, la película de Bourboulon equipara la ambición de las grandes producciones de Hollywood, le suma su sensibilidad local, y mal no le va en esa mezcla. En sus dos horas, esta versión demuestra reverencia hacia el escrito original y acierta en las licencias que se toma, como darles a las mujeres un peso interesante en su trama.
Para mostrar que va en serio a “recuperar el patrimonio literario, cultural e histórico de Francia y regresar al cine épico con ambiciosas producciones”, la productora Pathé Films tiró la casa por la ventana, impulsada también por el ánimo de llevar gente a las salas y alejarla del streaming. Para esos efectos, a la superproducción, que plantea dos entregas (filmadas en simultánea, esta es la primera), sumó a figuras vibrantes de la actuación francesa, como François Civil, Romain Duris y Pio Marmaï, y a figuras capaces de cautivar audiencias alrededor del planeta, como Vicky Krieps, Vincent Cassel y Eva Green. Esta última, irremplazable, misteriosa, global y perfectamente francesa, que el mundo no olvida desde Casino Royale y que se hizo única desde Vanessa Ives en la serie Penny Dreadful, habló con SEMANA sobre la cinta. Esto dijo.
SEMANA: ¿Le atraía la novela de Dumas?
Eva Green: La leí en el colegio, pero lo que realmente me impactó fue la interpretación de Milady que dio Lana Turner en la adaptación al cine de George Sidney. Su sentido de la aventura y el romance me entusiasmó.
SEMANA: ¿Qué reacción le suscitó el guion?
E.G.: Creo que Alexandre de la Patellière y Matthieu Delaporte lograron desarrollar el personaje de Milady y alejarla de la imagen tradicional que se tiene de ella. Nos dieron los argumentos necesarios para entender por qué se convirtió en Milady. Y también les dieron vida a los mosqueteros, cambiando la representación infantil que se encuentra a menudo en varias adaptaciones. Creo que su escritura es a la vez moderna, llena de humor y fiel al espíritu de Dumas.
SEMANA: ¿Cómo describiría a su Milady?
E.G.: En el inconsciente colectivo, en la primera parte, Milady es malvada, misteriosa, intrépida, diabólica, dispuesta a todo para conseguir lo que quiere. Pero en la segunda parte comprendemos por qué se convirtió en esta inescrupulosa. Descubrimos su talón de Aquiles y, así, a una Milady más humana. Ese viaje me convenció de participar en este proyecto. Milady es también una guerrera. Es viril y tan hábil como cualquier hombre en el manejo de las armas. Es una heroína libre, independiente, moderna, que se hace cargo de su destino. Me gusta su lado marginal y su habilidad para burlarse de las convenciones sociales.
Estas mujeres son menos sumisas que en la novela; las tres tienen más carne en esta adaptación.
SEMANA: Además, todos los personajes femeninos juegan un papel fundamental...
E.G.: Eso me gusta. Estas mujeres son menos sumisas que en la novela; las tres tienen más carne en esta adaptación.
SEMANA: Es un rol muy exigente, ¿cómo se preparó?
E.G.: Me entrené durante dos meses para las escenas de combate con la espada y la daga. Trabajé la equitación primero con Mario Luraschi y luego con la amazona Margot Passefort, quienes me ayudaron a perder el miedo a los caballos. También hice aikido. Todo esto me ayudó a encontrar la fuerza interior del personaje. Me divertí mucho entrenando con los dobles. Fueron muy pacientes ante mi torpeza.
Otra cosa que me ayudó fue el magnífico vestuario de Thierry Delettre. Fue una verdadera colaboración entre los dos y eso me entusiasmó. Thierry quería que Milady se sintiera como si hubiera viajado mucho a través de la elección de ciertos materiales y de ciertos detalles, como las joyas orientales. Tuvo la idea de que ella llevara pantalones debajo de los vestidos para darle un aspecto práctico, moderno, como si siempre estuviera preparada para pelear. También es camaleónica, lo cual es muy divertido de interpretar. Disfruté especialmente las escenas en las que Milady se hace pasar por Isabelle de Valcourt, con su aire prerrafaelita, su aspecto entre etéreo y enfermizo.
SEMANA: ¿Es más divertido interpretar a un malvado?
E.G.: Suelen ser irreverentes. Los villanos sobrepasan los límites. Es transgresor y divertido actuar en esos roles porque están muy alejados de lo que se es en la vida cotidiana y te permiten soltarte, ¡es liberador! E interpretar a una villana cuando sabes cuáles son sus motivaciones se hace aún más interesante…
SEMANA: Milady la lleva a usar su voz en registros diferentes. ¿Cómo prepara ese aspecto?
E.G.: Traté de mantener mi registro más grave y modular mi voz cuando Milady se transforma. Cuando finge ser Isabelle de Valcourt, mi voz es más aguda en el pecho; más frágil, más juvenil. Cuando hablo en inglés con el duque de Buckingham, su tono cambia para que no la reconozca. Fue genial, porque no es frecuente que puedas interpretar a varios personajes en la misma película.
SEMANA: ¿Cómo asumió el lenguaje de la película?
E.G.: Martin quería que no declamáramos y que fuéramos directos. Me gustó mucho el trabajo del texto en esta película, porque este lenguaje me parece hermoso. ¡Qué bien hablaban!
SEMANA: ¿Cómo la inspiraron los escenarios reales?
E.G.: ¡Qué lujo fue rodar en esos escenarios, en esos majestuosos castillos, en esos bosques centenarios! Es poco frecuente en este tipo de producciones y es realmente mágico. Cuando ingresas caracterizado, abres los ojos y necesitas pellizcarte. Es realmente inspirador.
SEMANA: Háblenos del trabajo con Martin Bourboulon…
E.G.: En el set, Martin tenía su película totalmente en mente y confiaba en nosotros. Fue fácil dejarse llevar bajo su dirección. Y, antes, en algunas sesiones de trabajo con él, repasamos las secuencias.
SEMANA: ¿Se preparó con los demás actores?
E.G.: Milady no interactúa con todos los personajes. A menudo está sola y no tiene amigos. Pero sí hice lecturas muy útiles con François (Civil, quien interpreta a D’Artagnan), de las que te permiten sentir la energía del otro actor y te dan confianza. François es un actor intenso y apasionado; sabe escuchar, es instintivo y perfeccionista, y eso es contagioso. También es muy humilde y su presencia es enorme. Es un actor maravilloso. Y tenía la ventaja de conocer a Vincent Cassel, lo que me ayudó, porque en cuanto llegué al set, tenía que interpretar una escena clave con él. Romain Duris y yo estuvimos en Arsène Lupin, y Éric Ruf (Richelieu) tiene mucho carisma y me hizo sentir cómoda al instante.
SEMANA: ¿Qué escena la deslumbró?
E.G.: Me gustó mucho filmar el baile en medio de los extras, los tragafuegos, las espléndidas máscaras y los músicos de verdad en el castillo de Saint-Germain-en-Laye. Fue extraordinario. Un momento verdaderamente mágico y memorable.
Puede ver el tráiler aquí.