A principios del siglo XX en Jericó los lugareños celebraban los Juegos de las Flores. Escogían a la reina no por su belleza, sino por su capacidad para recaudar fondos, y los poetas recibían una flor al terminar de declamar sus versos. Al final, coronaban al ganador con una gran flor de oro. El Hay Festival, realizado por primera vez en el municipio el fin de semana pasado, revivió esa tradición. Después de contar cómo se convirtió en lector, Héctor Abad Faciolince recibió una flor y respondió que ahora el pueblo no necesitaba flores de oro porque cuenta con su riqueza natural. Hizo esas declaraciones para darles un apoyo directo a los movimientos que desde hace varios años se oponen a la exploración de la multinacional AngloGold Ashanti (AGA) en zona rural del municipio. Le puede interesar: Antioquia lidera la erradicación de mercurio en la minería Jericó es más conocido porque allá nació Laura Montoya, la santa colombiana. Pero se trata de un bastión de cultura y religiosidad en el sur de Antioquia, donde realizan conciertos de música clásica los viernes, presentaciones de bandas de jazz, exposiciones de artistas locales y festivales de cometas. Un municipio patrimonio, con calles de piedra, casas tradicionales en tapia, puertas y balcones coloridos, 16 iglesias y 8 museos. Ahora muchos en Jericó temen que esa tradición se pierda con la llegada de la gran minería, a la que el Concejo Municipal puso freno con un acuerdo que prohíbe el uso del suelo para este fin, una decisión respaldada por el alcalde en los últimos días con un Acta de Imposición de Medida Preventiva. Pero el debate es mucho más profundo, pues aunque la Constitución otorga autoridad a los municipios para definir el uso del suelo, otras interpretaciones anteponen el interés nacional sobre el local. Le recomendamos: Minería en su laberinto Catalina Mesa, directora del documental que abrió el Hay Festival, Jericó, el infinito vuelo de los días, ve con angustia la llegada de la minería. “Estamos muy preocupados por el riesgo de todo un ecosistema. Aquí está la fuente de agua para muchos pueblos del suroeste antioqueño. Yo creo que en el alma y la vocación de Jericó no está la minería, sino la cultura, la agricultura, el turismo. Aquí hay varios museos y un archivo con historia que tiene casi 200 años”, afirma la realizadora, cuya película llegó a 15 países. Lo mismo piensa Héctor Abad, quien en su novela La oculta recorre estos parajes: “Mientras Jericó sea un pueblo donde se destaca el paisaje, su limpieza y una gente a la que le gusta la música, los teatros y los museos, va a ser más difícil que la vocación cambie. La relación de Jericó con la literatura, por ejemplo, es puramente estética. No queremos que nada de esto cambie por culpa de la minería”. AGA explica que la minería sí puede convivir con la agricultura y el turismo, aunque en Colombia no haya un buen referente. Citan, por ejemplo, la mina que tiene en Santa Bárbara de Minas Gerais, en Brasil, donde hay armonía con la apicultura. “Santa Bárbara tiene 30.000 habitantes y fama como el municipio de la miel, la fe, la cultura, el turismo y el patrimonio arquitectónico, como Jericó”. Aseguran que la mina ha aumentado la producción de miel y no ha impedido el turismo ecológico, histórico y de aventuras. La diferencia radica en que Santa Bárbara sí tiene tradición minera ancestral, como algunos municipios del nordeste de Antioquia y del Bajo Cauca, pero no Jericó. Le sugerimos: Hay Festival multinacional de la cultura La discusión está sobre la mesa. El alcalde Jorge Andrés Pérez aseguró que, pese a que el Concejo había prohibido la exploración y la explotación, AngloGold había continuado en esos trabajos, por lo que procedió con al Acta de Imposición. Por su parte, la multinacional acudirá a las vías judiciales, y alega que no han hecho exploración en las últimas semanas y solo estudian “la viabilidad de instalación a futuro de una eventual infraestructura”.