Figura de primer orden del cine europeo, el español Carlos Saura, que falleció este viernes a los 91 años, firmó una prolífica obra que transitó desde el realismo social hasta los largometrajes musicales, rindiendo especial homenaje al flamenco.
Frecuentemente citado entre los grandes del cine español, junto a Luis Buñuel y Pedro Almodóvar, Saura dirigió unas 50 películas a lo largo de una carrera de más de medio siglo, durante la cual fue merecedor de numerosos reconocimientos.
De estética sofisticada y un estilo que iba de lo lírico a lo documental, Saura puso el foco en sus inicios en los males de la sociedad y sus perdedores. Como parte de su visión crítica, retrató, por ejemplo, a personajes de la burguesía atormentados por su pasado o viviendo en un asfixiante ambiente conservador.
Pero una vez instaurada la democracia en España, luego de la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), este amante de la música y la danza cambió de objetivo y empezó a rodar odas de amor al tango o al fado, al folclore argentino o a la jota, pero sobre todo a su amado flamenco, convirtiéndose, un poco a su pesar, en un embajador de la cultura española.
Fama internacional
Saura nació el 4 de enero de 1932 en Huesca, Aragón (noreste), en el seno de una familia de artistas. Su madre era pianista y su hermano, Antonio, se convertiría en un conocido pintor.
Durante su adolescencia mostró pasión por la fotografía, antes de comenzar estudios de cine.
Luego de que su corto documental Cuenca obtuviera una mención especial en el Festival de San Sebastián (norte de España), Saura debuta en el largometraje con Los golfos, un filme sobre un grupo de jóvenes de la deprimida periferia madrileña, estrenado en el Festival de Cannes en 1960.
En 1966, gana un primer gran reconocimiento internacional, el Oso de Plata a la mejor dirección por La caza, sobre tres amigos que se reúnen para una fatídica jornada de caza, una película que la crítica reconoció como una metáfora de una España con las heridas de la Guerra Civil (1936-1939) aún abiertas.
Acto seguido, filma Peppermint frappé (1967), que le volvió a valer el Oso de Plata en Berlín y fue la primera de nueve películas con Geraldine Chaplin, que se volverá su musa y madre de uno de sus hijos.
Debido a la censura franquista, el cine de Saura durante esta época está plagado de metáforas, elipsis e imágenes simbólicas que le sirven para atacar los pilares del régimen, la Iglesia, el ejército y la familia, como en el El jardín de las delicias (1970) y Ana y los lobos (1972).
Trilogía flamenca
En 1975, realiza la que para muchos es una de sus obras cumbres, Cría Cuervos, premio del jurado en Cannes, una alegoría de la dictadura que asfixiaba a su país. Una de las canciones de la película, “Porque te vas”, interpretada por Jeanette, fue un éxito internacional.
Carlos Saura vuelve a sus temas favoritos de la memoria y la muerte con Elisa, vida mía (1977) y Mamá cumple sus cien años (1979), un relato sobre las neurosis de la sociedad posfranquista, nominado al Óscar a la mejor película extranjera y premio especial del jurado en San Sebastián.
En los años 80 produce su trilogía flamenca: Bodas de sangre (1981), Carmen (1983, nueva nominación al Óscar a mejor película extranjera), y El amor brujo (1986), junto al bailaor Antonio Gades.
El baile, sobre todo el flamenco, tiene algo mágico. Ningún baile del mundo es tan claro y evidente, sobre todo en la mujer: levanta las manos y ahí está, en sus dedos, el propio cielo, el aleteo de las palomas. De cintura para abajo es la tierra
En la década siguiente, dirige Sevillanas (1992), Flamenco (1995) y Tango (1998, tercera nominación al Óscar a mejor filme extranjero).
En 2002, trabaja con la bailaora Aida Gómez en Salomé. “El baile, sobre todo el flamenco, tiene algo mágico. Ningún baile del mundo es tan claro y evidente, sobre todo en la mujer: levanta las manos y ahí está, en sus dedos, el propio cielo, el aleteo de las palomas. De cintura para abajo es la tierra”, afirmó en el diario El País en septiembre de 2020.
“Soy un elegido”
En su época más musical, Saura no se olvidó del cine dramático. En 1990, dirige ¡Ay, Carmela! que obtuvo 13 premios Goya, entre ellos a mejor película.
Fotógrafo de siempre, Saura, casado varias veces y padre de varios hijos, colaboró con numerosas revistas especializadas y participó en varias exposiciones. En 1992, dirigió la película oficial de los Juegos Olímpicos de Barcelona, Marathon.
He tenido suerte. Siempre lo digo: soy un elegido porque he hecho lo que me ha gustado hacer, he tenido conversación social suficiente, la economía suficiente para seguir viviendo y siete hijos. No me puedo quejar
“He tenido suerte. Siempre lo digo: soy un elegido porque he hecho lo que me ha gustado hacer, he tenido conversación social suficiente, la economía suficiente para seguir viviendo y siete hijos. No me puedo quejar”, afirmó Saura a El País en 2020.