Breyny Hernán Ocampo ‘Guerrita Chico’ (Cali, 1982) se convirtió este 27 de diciembre en el único de los matadores de toros de la desaparecida Escuela Taurina Santiago de Cali en llegar a despedirse de los ruedos vestido de luces. Y en plena feria. Lo hizo en la plaza de Cañaveralejo, principal epicentro de su carrera, pues desde hace 20 años, cuando El Califa (en presencia de Rafael de Julia) lo doctoró en tauromaquia -también un 27 de diciembre (2001)-, hizo en total 18 paseíllos en los que vio todas las caras de la fiesta, al intercalar triunfos de puerta grande hasta fracasos de tres avisos. Para su fortuna, nunca tuvo que visitar la enfermería.
Podría tratarse de un veterano, de un hombre maduro, como muchos toreros que han montado sus tardes de despedida. O el caso excepcional de un torero en la cima para que lo recordaran en la cumbre, como el de Roberto Domínguez en 1992, el de los dos mano a mano con César Rincón en Bogotá. “Preferí que me dijeran Domínguez no te vayas a Domínguez vete ya”, confesó el vallisoletano, que estaba en el callejón como apoderado de Roca Rey. Ni lo uno ni lo otro.
Guerrita Chico apenas tiene 39 años, no llegó a ser figura del toreo y hace cuatro que no vestía el traje de luces, salvo aquella vez que salió de sobresaliente de su amigo Emilio de Justo (primerísima figura del toreo en la actualidad), en una de las encerronas que protagonizó en Francia. Al menos en Cali, su plaza, no hacía el paseíllo desde el 28 de diciembre de 2016, cuando salió a hombros tras cortar dos orejas a un toro de Ernesto Gutiérrez, y desde las alturas de los costaleros vio salir caminando a Manzanares y a Roca Rey, los llamados aquel día a pegarle el repaso al colombiano. Nadie dudaba que sería el primer contratado para la feria del 2017. Con el paso del tiempo, todos creyeron que esa había sido la última tarde de Guerrita en Cañaveralejo.
La despedida que tuvo este 27 diciembre fue de figura del toreo. Flanqueado en el cartel por dos figuras, Antonio Ferrera y Roca Rey, y con un encierro -también para figuras- de la ganadería Juan Bernardo Caicedo. Homenaje en el tercio del ruedo al terminar el paseíllo, una pintura del artista Walter Zuluaga (Pereira) como regalo, el abrazo de la madre, y el beso de su esposa y su hijo. Guerrita, estrenando traje (fiel a su costumbre), un burdeos y oro, se le vio conteniendo la emoción. En el fondo sabía que esa tarde nunca llegaría. Las circunstancias del toro se la pusieron en bandeja, y quizás con la única fórmula a la que se vio obligado a hacerlo: como empresario de la plaza. En Colombia hay un adagio que dice “papaya puesta, papaya partida”. Y en el mundo del toro, donde hay que ser muy listo para sobrevivir, Guerrita la vio puesta, y la partió.
La carrera del torero caleño estuvo marcada precisamente por las contradicciones. Cuando triunfaba y salía a hombros en Cali, al otro año no lo contrataban. Y cuando escuchó avisos y pitos de los aficionados, era el primero que repetía. Así lo demuestran las estadísticas de los 18 paseíllos de Guerrita en Cañaveralejo.
Desde la oreja que cortó en su alternativa (2001), tuvieron que pasar siete corridas y tres ferias de Cali para que Guerrita encontrara el camino de la salida a hombros. El 28 de diciembre de 2003, bajo un diluvio y con el agua más arriba de los tobillos, cortó dos orejas a un toro de Ernesto González, sin embargo no fue contratado para las ferias de 2003, 2004 y 2005, y apenas volvió a pisar Cañaveralejo en la preferia de 2006, cuando el público de su ciudad lo pitó ante un encierro de Salento.
Parecía difícil volver, pero lo contrataron para la feria del 2008 con un cartel estelar, con Antonio Barrera y Sebastián Castella y toros de Juan Bernardo Caicedo. Guerrita indultó a ‘Abejorro’, y consiguió su segunda salida a hombros, que en aquellos tiempos aún merecía azulejo en el patio de cuadrillas de la plaza.
Repitió el 27 de diciembre de 2009 con toros de El Paraíso y su público le tiró almohadillas tras escuchar tres avisos. El 1 de enero de 2010, en la corrida del toro, volvió a ser increpado por el respetable en el encierro de La Carolina. Dos avisos fue su saldo el 26 de diciembre de ese mismo año, de nuevo ante toros de El Paraíso. Volvió a ser protestado el 28 de diciembre de 2012, ante un encierro de Juan Bernardo Caicedo, y pasaron tres años sin pisar Cañaveralejo, incluso en 2014, cuando consiguió hacer el paseíllo en Las Ventas de Madrid para confirmar su alternativa. El 25 de diciembre entró en la corrida de colombianos ante toros de Salento, donde cortó una oreja, hasta que llegó la mencionada tarde del 28 de diciembre de 2016, cuando tapó las bocas de muchos detractores en la que parecía ser su última tarde, y su última salida a hombros de Cañaveralejo. Habían sido 17 corridas, nueve orejas y tres salidas a hombros.
La última tarde de Guerrita tuvo tantas adversidades como las de su carrera profesional. El primero de su lote de Juan Bernardo Caicedo (a la postre fue la ganadería que más lidió) fue devuelto por falta de fuerza. El sobrero que los sustituyó, con cara y cuerpo de novillo, le sirvió para cortar su última oreja. El último de su carrera fue un ‘N.N.’ de Guachicono que estaba durmiendo en los corrales, y que no hubo tiempo de bautizarlo mientras lo traían al toril. Vino a sustituir a dos toros de la ganadería titular que se partieron la pezuña en el ruedo. Fue tan manso que Guerrita no pudo pegar un pase a gusto, como los miles y miles que pega al año en la ganaderías de César Rincón y Guachicono, donde no se tienta una vaca o un macho sin su participación.
Aunque el reglamento taurino, que es ley de la República, dice que la salida a hombros es para los toreros que corten mínimo dos orejas, Antonio Ferrera y Roca Rey, que previamente le habían brindado uno de sus toros, lo sacaron a hombros para que se fuera de Cañaveralejo por cuarta vez por la puerta grande.
Ferrera se ganó la llave de la puerta grande en el cuarto, en el que complació al público de Cali (que ocupó más de la mitad del aforo de la plaza) con la versión de hace 20 años, puso banderillas, toreó de rodillas, y mató con la suerte suprema a larga distancia. El peruano Roca Rey la consiguió en el tercero, cuando el presidente asomó de una los dos pañuelos blancos tras las faena que más ha electrizado los tendidos de Cañaveralejo, un auténtico arrimón con toreo profundo propio de una máxima figura del toreo.
Guerrita Chico se convirtió en el único de los 24 matadores de toros de la escuela de Cali en tener una tarde de homenaje a su carrera. La mayoría, casi que de la misma generación, no se han despedido. Si no siguen en activo es porque el sistema los ha olvidado. Como estaba Guerrita, hasta que llegó a la cúspide del sistema, de la mano de la empresa Tauroemoción. El encierro de Juan Bernardo Caicedo, por debajo de las expectativas por su falta de casta. Ninguno de los seis picadores los castigó más de diez segundos en el peto.
Tercera tarde
Cali, plaza de toros de Cañaveralejo
27 de diciembre de 2021
Toros de Juan Bernardo Caicedo y Guachicono (6°)
Antonio Ferrera: aviso y dos orejas
Guerrita Chico: oreja y palmas (en el sexto)
Roca Rey: dos orejas y silencio (en el quinto)