Colombia es un país de fiestas. Todo el año hay ferias, carnavales y reinados; hasta en el pueblo más recóndito se conmemora cualquier cosa, desde frutas, verduras y actividades campesinas hasta algún prócer olvidado. Más allá de la parranda, estos eventos mueven la economía de las ciudades y dinamizan la cultura regional. Pero ante la suspensión obligada por la pandemia, las alcaldías están inventando estrategias, algunas descabelladas y criticadas, para no dejarlas morir.
La Feria de Cali, por ejemplo, en 2019 acogió a más de un millón de asistentes, y dejó alrededor de 400.000 millones de pesos a la ciudad. Hoy, ante el proyecto de la Alcaldía, nadie se explica cómo hacer virtualmente una fiesta que consiste en bailar con orquestas en vivo, pues en realidad las transmisiones por YouTube ya tienen agotada a la gente.
Por otro lado, hacerla de ese modo requiere inversiones astronómicas que no contemplan un retorno fijo. La Alcaldía plantea una Feria de Cali semipresencial, con los principales eventos desde la virtualidad y al menos 20 tarimas para conciertos con aforo limitado en igual número de comunas de la capital del Valle.
Alexander Zuluaga, gerente de Corfecali –entidad reguladora de la Feria de Cali–, le explicó a SEMANA que las tarimas y la movilidad de los artistas dependerán del comportamiento del virus en la metrópoli: “Queremos que cada barrio tenga algún evento para no mezclar diferentes poblaciones”.
Este agregado presencial suma una nueva polémica a la edición número 63 de la Feria de Cali, que sin comenzar ya enfrenta críticas por el monto asignado. En rueda de prensa, el alcalde Jorge Iván Ospina señaló que la ciudad aportará 11.000 millones de pesos para este evento virtual. “Es poco dinero para un proyecto cultural de tanta importancia”, sostuvo el mandatario.
La decisión no cayó bien en algunos concejales y personalidades del Valle que le criticaron a Ospina su “falta de visión en tiempos de pandemia”. Le recordaron que él mismo manifestó a ese cabildo que la ciudad tiene las finanzas en rojo, al pedir autorización para buscar un crédito de hasta 650.000 millones de pesos. Y aunque la capital del Valle quedará endeudada hasta 2036, 19 de los 21 concejales votaron positivamente.
El alcalde se defiende de las críticas al señalar que esta feria ayudará a reactivar el sector artístico y cultural de la ciudad. Explicó, por ejemplo, que el Salsódromo, evento central, congregará a más de 1.400 bailarines, y que lo transmitirán los canales regionales. “Parte del dinero es para pagar a las escuelas de salsa e instalar el escenario”, precisó Zuluaga.
El concejal Roberto Ortiz, el segundo más votado para la Alcaldía en las elecciones pasadas, se fue lanza en ristre contra Ospina y calificó de despilfarro la suma asignada a la feria en “tiempos inciertos para la economía”. Insistió en que si la idea central es colaborar a las academias de salsa, la mejor manera es entregar bonos y ayudas económicas directas. Ortiz hizo un recuento del estado de la economía local y aseguró que cerca de 30.000 caleños están embargados. “Hay muy poco para celebrar y gastarnos toda esa plata. Nuestro alcalde piensa en diversión, sin importarle la opinión de la ciudadanía”.
Detalles de la feria
Para Corfecali es claro que los seis eventos principales de la Feria de Cali deberán ser completamente virtuales: los caleños solo podrán ver por la pantalla del canal regional Telepacífico y por las redes sociales el Salsódromo, el encuentro de melómanos, el concierto Somos Pacífico, el desfile Cali Viejo, así como dos conciertos más.
La Alcaldía busca ampliar esa parrilla y proyectar la programación en otros canales departamentales. De entrada, por la ausencia de público en estos eventos, la Feria de Cali inicia con una pérdida económica de 2.600 millones de pesos por boletería. El año pasado tuvieron ganancias netas por 6.000 millones, contando la comercialización y los aportes de patrocinadores. Pero en esta oportunidad, a poco menos de dos meses para que comience, solo tres patrocinadores han levantado la mano para apoyar los eventos virtuales.
En todo caso, la Feria de Cali pasará de utilizar cuatro cámaras a 14 dispositivos de la más alta tecnología. “Le vamos a vender algo de primera calidad al mundo. Serán eventos de tres horas de televisión con dirección de cine”, complementa el gerente Zuluaga. Justifica el derroche en lo que representa una festividad de tal magnitud para una ciudad donde gran parte de la economía se basa en el servicio. “Solo el año pasado quedaron 400.000 millones de pesos en riqueza, sin contar con los beneficios de hoteles y restaurantes”, dice.
Sin embargo, para la concejal Diana Carolina Rojas no es claro cómo en tiempos de pandemia la ciudad llegará siquiera a una cifra cercana al 50 por ciento de lo recaudado hace un año. “Le solicité al alcalde explicar ese gasto en detalle, porque queremos saber cómo se va a beneficiar el sector cultural. Insisto en mis preguntas: ¿cuántos artistas serán beneficiados? ¿Cuántas escuelas de salsa y orquestas?”, recalca la cabildante. En Corfecali responden que solo en el Salsódromo, evento que abre la Feria, habrá más de 1.400 artistas; seis salas de grabación, cada una de ellas integradas por 180 bailarines, que simularán un recorrido en el complejo cerrado del Coliseo del Pueblo. Sin público, solo con el sonido de la música y el taconeo de quienes llevan el ritmo.
El año pasado, Cali invirtió 16.000 millones de pesos en 53 eventos. En 2020, la cifra de 11.000 millones de pesos pagará por 73.
Las otras festividades
No solo Cali le apunta a celebrar sus fiestas de manera virtual; Medellín se prepara para darle paso este domingo a una Feria de las Flores inédita: ninguno de los eventos tendrá público presencial y la gente solo los podrá disfrutar en una pantalla. El presupuesto asignado es menor que el de Cali: 5.000 millones de pesos. “Prácticamente, todo se vivirá desde la casa, lo único presencial será la caravana de las flores, pero sin artistas ni interacción con la gente”, explica Lina Bustamente, secretaria de Cultura.
En Pasto hay un panorama similar: el Carnaval de Negros y Blancos tendrá lugar virtualmente, con un presupuesto de 2.500 millones de pesos, de los cuales hoy solo cuentan con 850 millones. Andrés Jaramillo, gerente de Corponaval, aseguró que buscan los 1.700 millones de pesos que faltan para completar el monto requerido.
Por ahora, solo Barranquilla se bajó del bus de la virtualidad, pues el alcalde Jaime Pumarejo le cerró la puerta a un carnaval virtual. “La fiesta no será en febrero. No sabemos cuándo será, no sabemos si será en 2021. Lo que sabemos es que en febrero no habrá carnaval”, dijo.
En Pasto y Cali no contemplaron cancelar. El gerente de Corponaval explica que, de haber tomado esa decisión, tendrían pérdidas mucho mayores y acabarían de hundir la economía de la capital de Nariño. “Por cada peso invertido, a la ciudad ingresan tres. En ese cálculo, estaríamos dejando de recibir 12.000 millones de pesos”. Transmitirán los eventos del Carnaval de Negros y Blancos desde la Concha Acústica, con una puesta en escena orientada a la teatralidad.
Al igual que en Cali, los canales regionales se encargarán de hacerlo. En Pasto aún no tienen definida la parrilla de programación. “Eso quedará acordado el 15 de noviembre; por ahora, seguiremos respetando las fechas: del 28 al 31 de diciembre precarnaval y desde el 2 al 6 de enero carnaval”, añade Jaramillo.
No obstante, en tiempos de covid-19 no habrá llegada masiva de turistas a la ciudad ni un consumo disparado en restaurantes y bares. Tanto en Pasto como en Cali, se aferran a obtener las ganancias a partir de la publicidad. Quieren proyectar en la feria y el carnaval una especie de mediotiempo en el Super Bowl de Estados Unidos, con el precio de los comerciales por las nubes. Nadie sabe si tendrán éxito. Pero sus esfuerzos demuestran que la cultura popular también se ajusta en tiempos de pandemia.