En la noche del sábado, no se necesitó de un esfero para rebobinar la cinta de un viejo cassette. Después de varias décadas, los éxitos musicales de la generación ochentera se sintieron de nuevo en las fibras y se dejaron cantar. El Festival Cassette permitió que 8.000 personas hicieran un viaje al pasado, al mejor estilo de Marty McFly en el DeLorean, para escuchar a sus artistas favoritos como alguna vez lo hicieron en su juventud. El Centro de Eventos Autopista Norte acogió a once íconos musicales, de distintos géneros, para que los asistentes vibraran con aquellas canciones que todavía ocupan un lugar especial en su memoria. Puede leer: Poligamia, o la magia de devolver ‘el cassette‘ La primera edición de este festival comenzó a las 5 de la tarde y la encargada de calentar el ambiente fue la agrupación Moenia. A ritmo de electropop, los mexicanos descrestaron con el sonido de los teclados, mientras su fanaticada coreaba las letras de Ni tú ni nadie, Manto Estelar y No puedo estar sin ti. César López, Gustavo Gordillo, Andrés Cepeda, Freddy Camelo y Juan Gabriel Turbay dijeron sí a un nuevo reencuentro de Poligamia. Las canciones que compusieron siendo compañeros de colegio ahora son éxitos del rock colombiano y por eso no podían faltar en este evento. Durante la hora de presentación, hubo cabida para Mi generación, Desvanecer e incluso, para una de las canciones del, ahora solista, Andrés Cepeda, titulada Día tras Día.
Foto: Ilse, Ivonne y Mimí llevan treinta y dos años de carrera artística. Sophia Gómez / SEMANA. Sin duda, la presencia de Flans (Ilse, Ivonne y Mimí) hizo que los asistentes desempolvaran la chaqueta de hombreras y se pusieran de nuevo esas prendas coloridas que evocaban la vestimenta de los años ochenta. Este trío mexicano hizo un recuento de su repertorio, pasando por las canciones más románticas como Alma gemela, Ay amor; hasta llegar a esos títulos que ponen a brincar a cualquiera. Aunque la apariencia de estas mujeres es mucho más sobria de lo que su fanaticada recordaba, la alegría que despiertan con su música es la misma. Cuando sonó el sencillo No controles, símbolo de la rebeldía juvenil, hombres y mujeres bailaron por igual como si fuera 1985. En el intermedio de cada clásico, la pantalla del escenario mostró fragmentos de una entrevista a las protagonistas donde ellas resaltaron el camino que han construido en estos treinta dos años de carrera artística. Le recomendamos: "Hacer parte de la nostalgia es vivir por siempre, ¿quién no quiere vivir por siempre?", Technotronic A las 9 de la noche, Miguel Mateos subió al escenario para ponerle un toque rockero a la jornada. El público quedó gratamente complacido al escuchar que la calidad vocal del argentino perdura con los años. Después de cantar Llámame, si me necesitas, Mateos agradeció a los bogotanos por hacerlo partícipe de un nuevo festival, como aquella vez cuando se presentó en la primera edición del Concierto de Conciertos (1988) en el Estadio Nemesio Camacho El Campín.
Foto: Miguel Mateos cantó durante hora y media y al finalizar su presentación invitó al escenario a Carlos Vives. Sophia Gómez / SEMANA. La guitarra, la armónica y el piano acompañaron la letra de canciones como Es tan fácil romper un corazón, Mi sombra en la pared y el aclamado título Obsesión. Lo que nadie se esperaba era que Miguel Mateos invitara a la tarima a Carlos Vives para cantar a dúo Cuando seas grande. La presencia del samario fue la verdadera sorpresa de la noche. En su cuenta de Instagram, el artista mencionó que su amigo colombiano es un “gran conocedor y defensor del rock and roll argentino”.
La cuota centroamericana la puso el rapero Big Boy con su canción insignia Mis ojos lloran por ti; seguido por el grupo Ilegales, de República Dominicana, que llevó a la audiencia a mover las caderas a ritmo de merengue house. En la madrugada, el grupo de música disco más importante de los años 70 se tomó la tarima: Boney M y Maizie Williams revivieron esa época de lentejuelas, afro y discotecas repletas de bolas espejos. La potente voz de las integrantes femeninas del grupo retumbó en el “escenario cassette” mientras interpretaban Rasputin, Daddy Cool y Rivers of Babylon.
Los asistentes le hicieron el quite al cansancio y buscaron pareja para bailar los temas de Proyecto Uno, al termino del concierto. Este grupo, de origen dominicano, demostró que el merengue no pasa de moda y, con sus divertidas coreografías, cerraron de forma impecable el festival.