Federico Ríos ha sido publicado en medios como The New York Times, Stern, Times Magazine, Parismatch, El País y Folha de Sao Paulo, entre otros. Adriana Zehbrauskas ha sido colaboradora habitual también en The New York Times y además en Unicef, BuzzFeed News, Bloomberg y The Washington Post. Él ha acentuado su atención en los lugares rurales y recónditos de Colombia que parecen dejados en el exilio de su verde selva; se ha interesado por recorrer kilómetros en caminos de tierra que parecerían insondables y por viajar en panga, con viento o lluvia, sobre la corriente.Ella, aunque es de Brasil, ha trabajado en México en temas relacionados con la guerra contra el narcotráfico, la migración y la religión, y su cuenta de Instagram fue elegida por la revista Time como una de las 29 que definieron el mundo en 2014. Ambos, sin embargo, comparten un estímulo semejante: la voluntad de poner en vitrina una secuencia de retratos de paisajes y de muchos rostros de abandono y hostilidades. Le recomendamos: Así será la Fiesta del Libro en MedellínEn palabras de Jaime Abello Banfi, director de la FNPI, Federico Ríos –quien además será invitado con su exposición #Transputamierda al Festival Gabo–, tiene que ver bastante con la idea de Adriana Zehbrauskas, que es “ir más allá de la frontera de lo fácil y buscar en los confines más complicados de nuestra geografía interna al tratar de entender cómo vive la gente, cómo son sus realidades, cómo son el dolor y la violencia a la que están sometidos”. Ríos asegura que hay dos pulsiones que siempre se unen: contar una historia por asignación y contar lo que no tiene espacio en las páginas de un periódico. Ahora, ¿qué ocurre cuando esa mixtura se alimenta del mismo oasis?Durante su conversación en la Fiesta del libro y la cultura de Medellín con Zehbrauskas acerca del proyecto de esta última, Family Matters, que retrata la paradoja que viven los familiares de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa en México, ambos coincidieron en un mismo punto: ¿Cómo puede ser que en un tiempo en donde el registro abunda, la memoria se extinga? Puede ver: Darío Jaramillo Agudelo es el nuevo Premio Nacional de PoesíaEl fotoreportero colombiano aseguró que eso se va resolviendo cuando se va generando un cuerpo de trabajo, que no es tan fácil de generar cuando se tiene una asignación. “El fotoperiodista tiene siempre como capital su ética; está contando lo que sucede. Se trata de ponerse un poco en los pies de quien está frente a la cámara”. Zehbrauskas añadió que se llega con una indagación, mas no con una misión. “Llego, veo y me pregunto todo el tiempo: ¿Qué está pasando aquí?”.Relató, entretanto, que como fotoperiodista cubrió para Folha de Sao Paulo y para el New York Times la tragedia de la desaparición en Ayotzinapa y durante todo ese año, siguió a una de las familias para comprender quiénes eran esos estudiantes de la Escuela Normal Rural. Su idea era que se dejara de pensar en los 43 desaparecidos como un número para contar mejor, con la historia de una familia, quiénes eran los afectados, de dónde venían y cómo actuaban. Puede leer: La literatura celebra 90 años de GaboAsí fue reconstruyendo la historia de esos jóvenes de 16 a 20 años que estaban en primer año de formación para trabajar como maestros en las zonas rurales de México, y que como prerrequisito debían ser campesinos, "porque para muchos de estos jóvenes, esa es la única salida de una vida de cultivo de maíz". Ellos vivían en un estado conflictivo y pobre, donde hay problemas muy grandes con el narcotráfico -y una relación de los narcos con el gobierno local-, y donde las grandes plantaciones de amapola dominan la política.“Una práctica muy común cuando necesitaban transporte en zonas rurales era que ‘secuestraban’ buses de turismo para hacer viajes, entonces, los ‘pedían prestados’ y, en este caso, tenían la misión de conseguir dos para ir a México y hacer parte de la manifestación de aniversario de la masacre de Tlatelolco. Fueron emboscados por la policía, y el rol del ejército sigue siendo cuestionado. Los asesinaron. El gobierno de México dio una historia oficial de lo que ocurrió y llamaron a un grupo independiente de forenses para investigar el caso. Cuando el grupo internacional independiente contestó, el Gobierno dijo: ‘Hasta aquí llegan’. Y ahora, sí preguntan ‘¿Desapareció tu hija? Entonces quédate callada porque qué quieres, ¿perder tu otro hijo?’. Pensé: 30 mil desaparecidos en México que la gente no reporta porque les da miedo y sin memoria de lo mismo, eso es como dos muertes: desaparecen de la vida y también de la memoria de sus gentes. Y me dije: lo que voy a hacer es retratos de familia, te dicen dónde y cómo viven. Es una prueba histórica”.  Jaime Abello preguntó a Zehbrauskas por el papel social del fotoperiodismo, considerando su trabajo en América Latina, especialmente en México, como uno con profundas visiones de entender, demostrar y compartir las preguntas más centrales sobre la condición humana, y que a veces está traumatizada por quienes, como es el caso en México, anteponen su afán de riqueza, de control, de poder sobre los demás. Ella contestó: “¿Por qué te van a creer? Tengo que sentirme vulnerable para retratar a la gente vulnerable. A mí me gusta decidir: soy periodista y no activista social. Hoy hay un limbo con ese tema. Me gusta pensar que hago cosas a través de mi trabajo, a fin de cuentas, es contar la historia de las personas”.***Medellín tendrá sus puertas abiertas para recibir lo mejor del periodismo iberoamericano con el Premio y Festival Gabo, que tendrá lugar del 28 al 30 de septiembre, en diez espacios de la ciudad. Serán más de 45 actividades con más de 80 invitados. Toda esta programación será gratuita y abierta al público. La muestra central será de Federico Ríos, fotoperiodista colombiano, quien se ha especializado en asuntos sociales de América Latina.