En un punto de su carrera, Maurice Krafft se propuso navegar un río de lava y lo planteó como una posibilidad real, sin sonar como un absoluto demente. Esa descabellada y desafiante idea solo se alcanza a entender luego de ver el documental Fire of Love (en español, Volcanes: La tragedia de Katia y Maurice Krafft) de la directora Sara Dosa, disponible en Disney +. Porque en la película se entiende lo cerca que él y Katia, su mujer y compañera de aventura, se pusieron de los volcanes, de su lava, de su peligro, en nombre de su causa científica, de su pasión conjunta.

Katia, una fuerza natural por mérito propio, nunca superó su primera erupción, del Etna, en Italia; ese episodio ató su destino al de estos cuerpos naturales y a los poderosos fenómenos naturales asociados su existencia. “Ese mundo de piedras, mineral... hermoso también al ver fluir la lava cuando cae la noche... presenciar esa tierra viviente solo confirmó todo lo que había leído y había imaginado”. A Maurice, a su profunda manera, lo marcó el Estrómboli. Nacieron para encontrarse y llevarse a la combustión metafórica y literal.

Katia y Maurice se conocieron para no separarse. Los unió, al principio y al final, un profundo amor por los ríos de lava y por compartir sus pormenores con el mundo. | Foto: Disney + / Nat Geo / Image'Est

Este documental, que asombra, atemoriza, emociona, entristece e inspira, está disponible en Disney +, vía National Geographic. Como lo plantea su descripción, y no miente, se trata de “una celebración lírica del espíritu intrépido de aventura” de los Krafft, a la vez una pareja sentimental y una dupla de vulcanólogos franceses que, desde los años setenta, junto a otros colegas, expandieron el conocimiento en esta rama científica.

Para tristeza de ellos y particularmente para decenas de miles de colombianos y sus familias, mucho de ese conocimiento y muchas advertencias que surgieron desde el terreno y desde personajes como los Krafft fueron desatendidas cuando la tragedia de Armero parecía más que anunciada en 1985. Eso también lo aborda el documental, y resulta ser un punto de inflexión en la carrera de los personajes en cuestión.

Katia y Maurice se dedicaron a su pasión con total entrega y sin temor al desenlace “trágico” que enfrentaron, asociado a los riesgos de su profesión; es decir, a meterse en la boca de los volcanes y acercarse a ellos y sus erupciones para entenderlos de la mejor manera posible.

'Fire of Love' ('Volcanes: La tragedia de Katia y Maurice Krafft') cuenta una historia de creación y destrucción, mientras dos científicos se aventuran en lo desconocido, por amor pasión a su búsqueda. | Foto: Disney + / Nat Geo / Image'Est

Complementarios en sus intereses y tareas, abrazaron el riesgo desde el inicio de su cruzada y se convirtieron en un par de kamikaze al servicio de su causa. Entre muchas tareas, ella fotografiaba, él filmaba, y en ese proceso documentaron sus inagotables e increíbles travesías.

El documental aprovecha el vasto material de archivo que compilaron, que cobra una nueva vida y dimensión en las sensibles manos de la directora Sara Dosa. En su hora y media de duración, Dosa nos hace partícipes de la aventura de un tándem como ninguno, del que parece extraño no haber escuchado más.

La mayoría de imágenes parecen salidas de una película de ciencia ficción de los años setenta, y los uniformes que utilizan estos dos solo refuerzan esa sensación, pero todo sucedió. Katia y Maurice se conocieron para no separarse. Los unió, al principio y al final, un profundo amor por los ríos de lava y por compartir sus pormenores con el mundo.

Katia, la incansable

Para el 11 de febrero de 2022, el día de la Mujer y la Niña en la ciencia, la facultad de ciencias de la Universidad de Zaragoza preparó esta ficha que compartimos sobre esta científica nacida en 1942, en Francia, y fallecida en 1991, en Japón.

Desde pequeña, a Katia le apasionaban los documentales sobre volcanes y viajó con sus padres a Sicilia para ver el Etna, el Estrómboli y el Vulcano. Estudió en la Universidad de Estrasburgo, donde se especializó en Física y Geoquímica. Su primer trabajo de vulcanología sobre sitios activos fue premiado por la Fondation de la Vocation en 1969 y, un año más tarde, se casó con su compañero de estudios, el vulcanólogo y geólogo Maurice Krafft. (¡Oh, l’amour!).

Los dos fueron pioneros en fotografiar y filmar volcanes, en muchas ocasiones a pocos metros de los ríos de lava. Eran tan activos como los volcanes que estudiaban, y querían hacer ver al mundo lo impresionantes que resultan estos fenómenos geológicos y expandir su conocimiento e información mediante conferencias, libros –como, por ejemplo Les Volcans o Volcans et tremblements de terre–, programas de televisión, entrevistas, exposiciones y películas grabadas por ellos mismos en la cima de los volcanes activos más peligrosos del mundo en Italia, Islandia, Japón, Colombia, Indonesia, Hawai, África o Nueva Zelanda. Presenciaron 150 erupciones en 25 años de carrera.

La mayoria de imágenes parecen salidas de una película de ciencia ficción de los años setenta, y los uniformes que utilizan estos dos solo refuerzan esa sensación, pero todo sucedió. | Foto: Disney + / Nat Geo / Image'Est

Gracias a sus reportajes les otorgaron dos premios: el Prix de la Société de Géographie de Paris (Premio de la Sociedad Geográfica de París) y el Prix de l’Exploration, en 1975.

También trabajaron en el diseño de material audiovisual informando sobre el riesgo volcánico de las poblaciones amenazadas y los dispositivos de alarma y auxilio. En el primer video titulado Understanding Volcanic Hazards (Entendiendo los peligros volcánicos), realizado a petición de la I.A.V.C.E.I. y en estrecha colaboración con la UNESCO y la UNDRO U.S.G.S..

En junio de 1991, se utilizó la información que contenía el video durante el despertar desastroso del Monte Pinatubo en Filipinas. Sus reportajes gráficos, ayudaron en algunas ocasiones a las autoridades locales a convencer a la población de la necesidad de evacuar algunas zonas. En junio de 1991, cuando filmaban las erupciones del monte Unzen (Japón), fueron atrapados por un flujo piroclástico y fallecieron en el acto junto a cuarenta periodistas que cubrían la noticia.