La máquina apunta a muchas cosas a la vez. Esta serie de seis episodios en Disney+ marca el esperado regreso de Gael García Bernal y Diego Luna a las pantallas, no sucedía hace más de 15 años, cuando protagonizaron la película Rudo y cursi. Y puede abrumar, porque es drama, y es thriller, pero deja lugar para uno que otro comentario ligero y hasta algo de humor en código satírico.
La producción no es perfecta, pero sí es jugada en su apuesta y triunfa al aprovechar su máxima cualidad: la química entre dos actores mexicanos que se conocen desde bebés y juntos ofrecen una historia in crescendo.
Esa química dual, notable desde sus primeros papeles, desplegó sus talentos y les dio pie para desarrollar carreras enteras en paralelo. García Bernal, con varias películas y series notables, como No, la reciente Cassandro y Mozart en la jungla; y Luna, casi manteniendo viva la franquicia de Star Wars, protagonizando el único spin-off en largometraje que vale la pena, Rogue One, y liderando con el mismo personaje una producción en streaming aplaudida por una crítica que lo destruye todo, la serie Andor.
La Máquina es la primera serie que Hulu/Searchlight decide producir enteramente en español, un hito para la televisión latina e internacional en el mercado estadounidense, y el arrastre continental de García y Luna sin duda rompió esa barrera.
De vuelta al ring
Si sus reuniones son noticia es porque suelen dar de qué hablar. Con este proyecto, García y Luna tratan de destacarse en el poblado escenario del streaming, con una particular mezcla temática y tonal (y una música incidental que recuerda mucho a Birdman, de su compatriota Alejandro González Iñárritu). Esta producción parte del boxeo, un deporte que desde chicos han seguido y los ha fascinado, especialmente por cuenta del dominio y notoriedad que alcanzó Julio César Chávez y que también, se sabe, tiene ciertos manejos turbios que abren la ventana a personajes amenazantes.
La Máquina entrelaza temas diversos, personales, familiares y sociales. Y dentro de lo que se toca, por ejemplo, es la lucha perdida por aferrarse a un pasado (glorioso o no), profesional y físico.
Por un lado, está el boxeador que siente el paso del tiempo: La Máquina, Esteban Osuna, interpretado por García Bernal, un campeón de boxeo que trata de sobrevivir a una dura derrota y levantarse de nuevo, pero que se choca contra los límites de su cuerpo, de sus traumas embotellados y de su mente. El actor deja en este personaje una radiografía humana de la azotada salud mental de los boxeadores, a quienes el cerebro empieza a jugarles malas pasadas con el correr del tiempo, las presiones y tantos golpes. Pero sobre todo, osando explorar el trauma mismo que lo hizo un boxeador, abre una conversación valiosa (en la que tiene que ver su padre) sobre cómo lo lleva a la oscuridad y le ha impedido ser ejemplar o presente para sus hijos.
Del otro lado está Andy, su mánager y amigo de toda la vida, interpretado por Luna, un personaje que se inyecta bótox cada vez que puede, al que no le importa lucir un rostro plástico siempre y cuando sea estirado. Eso, descubrimos, viene de su madre, interpretada por la icónica Lucía Méndez (cuyo rostro, a diferencia del que carga Luna con maquillaje, es real e impactante).
En breve charla con García Bernal y Luna, SEMANA les preguntó sobre ese comentario acerca de la estética y el tiempo que pasa. Luna dice que ese es un trabajo en conjunto. “El personaje de la madre es vital para entender el trastorno que vive Andy. Y es una cosa que nos parecía importante establecer, un paralelo entre esa manera de aferrarse: de un boxeador, a un pasado, y de Andy, a no dejarse envejecer. Y el personaje pierde por completo el respeto. Su trastorno tiene que ver con una carencia profunda, una soledad, y una relación con la madre hipertóxica y con la ausencia de un padre, que también permite entenderlo”, explica Luna.
La serie presenta muchos momentos en los que La Máquina y su mánager entran en conflicto, algo que, para el público, resulta difícil de imaginar entre los dos actores en la vida real. Al preguntarles sobre esos momentos menos amables que han vivido y cómo los han marcado, García Bernal aseguró que han tenido su dosis de desencuentros, desde la adolescencia, pero señala que un momento triste que compartieron los llevó a gestar esta serie.
“Cuando se nos ocurrió, era un momento similar. Estábamos cansados, en la nieve, en Berlín, solos... yo andaba achicopalado, bajoneado, y de ahí también surgen cosas fantásticas”. Luna suma que en sus vidas ha habido “momentos en los que uno ha sido crucial para que el otro cruce el río. Eso nos ha pasado, pero se quedan aquí, son íntimos. Pero, obviamente, hemos tenido desencuentros, porque somos amigos de toda la vida.
Antes de despedirlos, se indagó sobre ese momento en el que hicieron historia en los premios Emmy, cuando rompieron protocolo y presentaron en español. “Me sorprendió la cantidad de comentarios que generó”, cuenta Luna. “Obviamente, sabemos que tiene un peso hacerlo en Estados Unidos, y por eso lo hicimos. No leímos el teleprónter y dijimos lo que quisimos. Sabíamos que tendría un efecto, pero la magnitud no la pensamos. Porque es normal. Siempre que he trabajado con Gael, lo he hecho en español. Y cuando actuamos juntos, regresamos a algo muy central para nosotros, a donde nos gestamos: regresar a casa. Contar historias en español es a lo que nos dedicamos. Y siempre ambicionamos que su foro sea el mundo entero. Uno trabaja en historias que cree que pueden viajar”.
Y esta, sin duda, viaja a muchos niveles porque “se hizo sin pedir permiso, sin levantar la mano, sin andar por ahí, excusándose, presumiéndolo: ES EN ESPAÑOL”, concluye García Bernal.