El hallazgo del Galeón San José ha revivido una disputa sobre la propiedad de la embarcación y por el destino final de algunos de los objetos que llevaba en su interior. El gobierno colombiano reclamó como suyo el galeón y todo lo que hay en él, por su parte España y la empresa estadounidense Sea Search han anunciado que recurrirán a las vías diplomáticas y judiciales para hacerse de parte del pecio del mítico barco. Y no hay que descartar que otras naciones como Perú, Ecuador o Bolivia también ingresen en la disputa por el la propiedad de algunos objetos, así lo dejó entrever el presidente ecuatoriano Rafael Correa al decir que todo lo que hay en el galeón debería repartirse entre todos los países latinoamericanos. La disputa por darle un valor de tesoro al sitio arqueológico ha generado especulaciones sobre su cuantía que oscila entre los 2.000 y 10.000 millones de dólares y que está lejos de solucionarse, ha llevado a que se pierda la importancia arqueológica de los testimonios materiales de este importante evento del pasado. Se ha impuesto más la preocupación de a dónde irán los cientos de monedas, lingotes y piedras preciosas que la manera en cómo el naufragio debe ser investigado, recuperado y puesto en valor para el disfrute de la sociedad. El propio presidente de Colombia Juan Manuel Santos dio la noticia del descubrimiento y afirmó que el naufragio es un sitio arqueológico y como tal, sería investigado y excavado bajo rigurosos parámetros técnicos propios de la investigación científica. Pero más allá de las monedas y los lingotes, el descubrimiento del San José es uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimos años no solo para Colombia sino para la historia marina y para los países que alguna vez fueron parte del Imperio Español. De acuerdo a las imágenes publicadas por el gobierno colombiano, se puede observar que el sitio debe tener un área máxima de 40 metros de largo por 25 de ancho. Contiene una mayor cantidad de objetos en un área lateral longitudinal, lo que nos permite deducir que el naufragio pudo asentarse hacia un lado.

Anomalías posiblemente del naufragio localizadas entre 60 y 80 m de distancia del naufragio. Captura de pantalla de video YouTube Presidencia de la República.

Identificación de objetos y dimensiones aproximadas del sitio a partir de análisis de imagen de sonar de barrido lateral de sitio. Captura de pantalla de video YouTube Presidencia de la República. En las zonas próximas se encuentran ciertas anomalías que podrían hacer parte del barco. El sitio contiene un universo bastante diverso de objetos: Cañones de bronce, dispuestos en un orden aparente que nos permitiría ver la posible borda de la embarcación; armas blancas y cortas; varios tipos recipientes cerámicos entre los que se cuentan botijas, bacines, ollas; botellas de vidrio y estructuras de madera que posiblemente podrían dar cuenta de una de las cubiertas de la embarcación, que según sus características fueron fabricados entre la última mitad del siglo XVII y primera del XVIII. Y aquí es donde comienza la aventura arqueológica que debe ayudar a comprender no solo el naufragio sino la vida de todo un periodo donde el Caribe fue parte importante de la historia mundial. Basta con tomar como ejemplo los cañones. Estas armas de fuego contienen información precisa como marcas, sellos escudos, fechas, tipo de material, lugar de fabricación que se convierten en datos invaluables para comprender el naufragio. En el caso del San José se sabe que este contenía cañones de bronce. De acuerdo a la costumbre de la época cada uno de estos era bautizado con nombres propios, adquiriendo así una identidad particular diferenciándose unos de otros. En este sentido, la identificación de los cañones del galeón no solo ayudaría a comprender mejor cómo era este barco sino a establecer una historia de la fabricación de este tipo de armas en la colonia.

Detalle de cañones del galeón San José. Posible marca de escudo.

Ejemplo de un escudo de Cañón de Carlos III. Cañón proveniente de un naufragio en Lomita Arena. Museo Comunitario de Tierra Bomba. Un barco en perfecto estado

Tipología de botijas siglo XVII-XVIII. El sitio arqueológico se encuentra entre los 600 y 1000 metros de profundidad, esto significa que el barco se encuentra en aguas profundas. Al estar a semejante distancia, el naufragio se somete a condiciones muy particulares que lo diferencian de barcos hundidos que se encuentren en aguas someras (5-60 metros de profundidad). Un sitio arqueológico profundo contiene una fauna y una flora casi ausente, y unas características de sedimentación y tipo de suelo bastante específicas. Todas estas condiciones permiten que los naufragios tengan un buen estado de conservación. Los expertos en arqueología de aguas profundas sugieren que existe un patrón de hundimiento en el que usualmente los barcos caen verticalmente y empiezan a deteriorarse de manera lenta debido a la existencia de un entorno donde existe baja energía de movimiento y donde los objetos y estructuras se asientan en gruesas capas de barro blando. Los sedimentos en aguas profundas usualmente están compuestos de granos muy finos arcillosos saturados de agua salada que actúan levemente sobre la embarcación. En aguas profundas el ambiente marino tiende a ser anóxico, es decir que los niveles de oxígeno disueltos en el agua no existen, lo que permite una muy poca probabilidad de proliferación de organismos que se coman las maderas del barco, o invadan los cañones, cerámicas, restos óseos animales o humanos. Al analizar las fotos publicadas de los restos del San José, se puede explicar el excelente estado de conservación de cañones, cerámica y estructuras del barco. Esto no sucede cuando los naufragios se encuentran en aguas someras donde algunas veces son sometidos a un deterioro acelerado causado por la fuerza y el movimiento de olas y corrientes.

Estructuras de madera visibles, posiblemente de la cubierta superior. *Docente programa de arqueología Universidad Externado y director Fundación Terra Firme.