Tiene 72 años y es uno de los filósofos y pensadores franceses más importantes de la actualidad. Desde sus primeros libros, publicados en los años ochenta, el francés Gilles Lipovetsky se ha interesado en los temas que aquejan a la sociedad moderna y a la cultura occidental. De eso precisamente habla en sus nuevos libros (De la ligereza, La estetización del mundo y El Occidente globalizado) y en entrevista con SEMANA.SEMANA: Uno de sus temas de reflexión es la soledad. Y usted cree que esta cada vez se acentuará más. ¿Qué pasará entonces con el concepto de familia y sociedad?GILLES LIPOVETSKY: Las ciudades de hoy están marcadas por costumbres individualistas, que conducen a un sentimiento de soledad creciente. Los divorcios se volvieron frecuentes en los países desarrollados, y en ciudades como París o Nueva York uno de cada dos hogares es unipersonal. Y surgen fenómenos, muy notorios en Francia, como la multiplicación de mascotas, que compensan un poco el sentimiento de soledad. Para mí esta no es una situación transitoria: la individualización de la cultura y de los comportamientos hacen que la soledad esté condenada a desarrollarse mucho más en el futuro. Sin duda, es uno de los dramas del mundo actual.SEMANA: Esto significa que cambiarán las relaciones, ¿estas hacia dónde van?G.L.: Cada vez serán más efímeras, las tradiciones y la religión poco ayudan a orientar los vínculos. Antes hacían que la gente tuviera un determinado modo de vida; la existencia individual era comunitaria. Pero desde el momento en que no hay una pertenencia comunitaria obligatoria, inevitablemente los individuos se separan.Puede leer: La ignorancia lleva a la servidumbreSEMANA: Pero usted dice que hoy es más fácil conocer gente…G.L.: Sí, hoy se conocen más personas, más que en cualquier momento de la historia, pero están ligadas menos tiempo. Se tienen nexos en el trabajo, en la familia, en asociaciones, pero los individuos se sienten solos. Antes las uniones entre hombres y mujeres, por ejemplo, se basaban en modos de vida similares, las expectativas no eran altas y vivían juntos porque estaban obligados. No había otra manera. Hoy los individuos buscan la felicidad y se separan si no la encuentran.SEMANA: ¿Algunos creen que por esto hoy son más fuertes, por ejemplo, el feminismo o la comunidad LGBTI?G.L.: Hay asociaciones que no se explican solamente por la soledad. El feminismo, por ejemplo, lucha por las desigualdades entre hombres y mujeres, y contra la violencia. Hay otros grupos, como ocurre en Francia, que luchan contra la misma soledad: las personas cuando se sienten mal, deprimidas, acuden a ellos. En esta sociedad contemporánea e hipermoderna, los LGBTI ya tienen lugares de encuentro, antes estaban aislados. Sí, esta es una señal de una posibilidad de una soledad menor.SEMANA: ¿Y por qué internet no ayuda?G.L.: Con internet se conoce gente. Sin embargo, investigaciones demuestran que en algún momento surge una gran decepción. La paradoja es que pese a la red y a los teléfonos inteligentes, no disminuye el sentimiento de soledad y de frustración. Nada supera a la realidad.Le recomendamos: El feminismo islámico primera mujer al frente de una mezquitaSEMANA: Se creería que las redes sociales son un paliativo contra la soledad…G.L.: Venden la imagen de ser un escape a la soledad. Sin embargo, en Facebook puedes tener cientos de amigos, pero a esos amigos se les ve poco o a veces ni siquiera se les conoce. Las redes sociales no podrán combatir la soledad que se avecina en el mundo. Tal vez ofrezcan la posibilidad de estar solos menos tiempo. Apenas serán una herramienta.SEMANA: ¿Y en todo este contexto qué pasa con los hijos, con los niños?G.L.: Desde los años sesenta en las sociedades contemporáneas hubo una gran revolución que cambió el comportamiento de los padres frente a sus hijos. La idea es que hoy crían niños para que sean felices, sus padres buscan satisfacerlos. Pero esta revolución educativa tiene, según psiquiatras y psicoanalistas, un gran número de niños hiperactivos que no soportan la realidad, no toleran la frustración. No vamos por buen camino. No pido volver a la educación autoritaria, pero el niño ‘rey’, el que hace lo que quiere, es un problema muy serio para la evolución.SEMANA: Hablando de futuro, ¿qué efectos podrá tener la frivolidad (tema que usted estudia) en la política y en la sociedad?G.L.: La frivolidad del consumismo tiene cosas positivas: nos permite viajar, tener muchas distracciones, conocer placeres renovados. ¿A quién no le gusta eso? Pero la frivolidad debe tener límites. Paralelamente, habría que reforzar el sistema escolar, una educación que les dé a las personas más horizontes. El hombre no es solamente un consumidor y por eso debe ser capaz de inventar, de crear, de hacer un trabajo inteligente, de amar el arte. El consumismo no desaparecerá, no sueñen que ocurrirá, pero debemos fijarle límites y no límites autoritarios, sino proponiendo otras cosas y esas cosas son la cultura, la formación y la escolarización.SEMANA: ¿Y en la política?G.L.: Hoy estamos en democracias más estables, donde hay menos violencia colectiva, donde no se legitima el uso de la fuerza o un golpe de Estado. La idea de revolución ha desaparecido prácticamente y estamos en sociedades democráticas donde las costumbres se pacificaron. Yo no hablaría de frivolidad en la política, pero sí de políticas de seducción. Los políticos intentan conquistar a través de su imagen con promesas electorales, pero hoy vemos, como nunca, que no seducen a la gente. Cada vez hay más sospechas y rechazo hacia una clase política que horroriza al electorado. Y tiene mucho que ver su falta de coraje, de compromiso y de orientación.Le sugerimos: Muere Zygmunt Bauman creador del concepto de la modernidad líquidaSEMANA: ¿Y qué pasó con el debate socialismo versus capitalismo?G.L.: Se acabó. En Europa todos los partidos socialistas están en decadencia. El nuevo debate hoy es entre progresistas que quieren cambiar al mundo y populistas que están contra la globalización. En el futuro los conflictos serán entre las personas que quieren el cambio y las que no. A pesar de todo es necesario para la democracia que haya alternancia. En el caso francés tenemos un fenómeno nuevo: un presidente (Emmanuel Macron) que logró superar la contienda entre izquierda y derecha, pero debe ser por un periodo corto porque una democracia necesita cambios. Si no hay oposición parlamentaria, en términos de gobernabilidad, habrá entonces movimientos de oposición de la sociedad en las calles, lo que no es un buen síntoma.SEMANA: ¿Qué viene entonces?G.L.: No creo a futuro en democracias pacificadas, donde no haya oposición o donde habrá solo un punto de vista. Al contrario de lo que pensaba Herbert Marcuse en los años sesenta, no estamos en la sociedad unidimensional, pues ahora hay numerosas fracturas y no solamente económicas. Hoy los ciudadanos no se ponen de acuerdo sobre el matrimonio gay, la pena de muerte, la política sobre la inmigración o la política sobre las drogas. Hay debates de sociedad que estarán muy activos y muy vivos en el mundo que vendrá. No estamos yendo hacia una sociedad uniforme.SEMANA: ¿Por qué la moda marca de esa manera el devenir de la sociedad?G.L.: La humanidad vivió mucho tiempo sin moda, pero el capitalismo de consumo la avivó y amplió su concepto. Antes solo se veía en la cultura y en la ropa, pero hoy la moda está en todas partes: en los smartphones, en los carros, en los deportes, en el turismo, o sea, hay una renovación permanente de los modelos. No creo que la veamos retroceder porque al hombre contemporáneo le gusta la novedad. Sucede que antes vivíamos en sociedades tradicionales donde los hombres podían vivir sin moda, no era una aspiración, pero cuando las tradiciones dejaron de gobernar la vida cotidiana, hombres y mujeres buscaron tener cosas nuevas.También le puede interesar: La soledad de los ancianos que se resisten a abandonar el BronxSEMANA: Y los medios son su gran propulsor...G.L.: Los medios son el eco de la moda. Los medios de masas y la publicidad fomentan la lógica de la moda, la renuevan rápida y sistemáticamente. La televisión, por ejemplo, no puede proponer todo el tiempo los mismos programas, las mismas películas, los mismos juegos. Hoy en día hay un apetito de novedad que no está solamente en los objetos, sino también en los programas, especialmente los que son difundidos por los medios como radio, televisión o cine. Estamos en una sociedad de renovación permanente.SEMANA: ¿Es posible una sociedad que no sea consumista?G.L.: Sí, las sociedades de miseria. En algunos países de África millones y millones de personas viven con dos dólares en promedio por día, ahí la lógica de la moda no gana ni gobierna. Reina la lógica de la supervivencia. Hoy no podemos tener una economía dinámica y de crecimiento que no esté centrada en el consumismo. Y este es inseparable de la moda.