Se sienta al piano y, ya sea frente al micrófono de una cabina de radio o en un auditorio con público en vivo, comienza a enseñar sobre música clásica.  Sus conferencias están llenas de datos certeros, explicaciones simples, comentarios divertidos, comparaciones sencillas y, por supuesto, ejemplos que muestra tocando su piano -pues también es compositor y pianista- o reproduciendo pedazos de las piezas en su computador.Es Giovanni Bietti y así lo hace desde hace varios años en la radio italiana una vez por semana, con un programa que se llama Clases de Música, y en el auditorio Parco de la Música, de Roma, con unos talleres que llevan el mismo nombre. Y así también lo hace en el Festival Internacional de Música de Cartagena, en donde tiene conferencias-conciertos sobre los compositores clásicos homenajeados en esta edición: Haydn, Mozart y Beethoven, y un par de charlas sobre la ópera y el clasicismo. Sus conferencias han sido un éxito. No solo se llenan, sino que los asistentes salen satisfechos. Por eso, SEMANA  habló con él sobre las formas de divulgar y enamorar a la gente de la música clásica.Le recomendamos: Los clásicos llegan al Festival Internacional de Música de CartagenaSEMANA: ¿En qué momento usted, un compositor y pianista, decide dedicarse a enseñar y divulgar la música clásica de forma didáctica?Giovanni Bietti: Fue a mediados de los noventa, hace unas 20 años o un poco más. Tocamos, con un trío de chelo, piano y clarinete, para los chicos de un colegio por el centenario de Brahms (1997). Era una de las piezas más hermosas del alemán y la interpretamos muy bien, pero ellos fueron totalmente incapaces de entender una simple nota y a los tres minutos comenzaron a hablar. Después del primer movimiento pensé que no podíamos continuar así, entonces paré y comencé a hablarles: "La próxima pieza que van a escuchar es el adagio, este es el tema y el compositor quiere decir...". La atmósfera cambió completamente.SEMANA: ¿Por qué? ¿Qué cambia el tener esa información? G.B.: Por una parte se debe a la aproximación didáctica y al hecho de explicar las cosas de forma sencilla. Por otro lado, también tiene que ver con que hoy percibimos la llamada ‘música clásica‘ como una ceremonia sagrada, con ritos que están completamente fuera de tiempo para el mundo actual: personas elegantes, vestidas de negro y con corbata, que no pueden toser porque los miran mal, etc... Si uno se sale de esa lógica, llama la atención. SEMANA: Muchos, de hecho, piensan que la música clásica no es para todo el mundo, sino para los intelectuales o para la gente culta, ¿cómo cambiar esa percepción?G.B.: Es un gran problema, y de alguna forma tienen razón. Pero no porque la música sea así, sino porque se nos ha dado esa imagen. Es una cuestión de comunicación. Si usted investiga  a Beethoven, se va a dar cuenta de que es el compositor al que más interpretan en todo el mundo. Estadísticamente, hoy suena más que Justin Bieber o Shakira. El punto es que generalmente escuchamos solo el 30 por ciento de su producción: las grandes sinfonías, los grandes conciertos, las grandes sonatas. Pero él también escribió arreglos de melodías populares, danzas, piezas de entretenimiento o pequeñas piezas divertidas que han sido totalmente invisibilizadas en el repertorio porque, en particular durante el siglo XIX, construimos esta imagen de la música como algo extremadamente serio, metafísico y filosófico. Pero es solo una imagen. SEMANA: La música es algo mucho más emocional...G.B.: ¡Claro!. Necesitamos que la gente vuelva a entender lo humanos que fueron estos grandes compositores y lo humanos que son los músicos de hoy. Mozart, por ejemplo, sigue vivo y nos habla. Igual que Beethoven, Haydn y los otros grandes. Pero hoy se necesitan palabras para explicar eso, la música por sí misma ya no es suficiente.Una ópera, por ejemplo, es como una canción actual de pop. Habla de amor, desamor, sufrimiento o alegría. Y muchas de las estrategias que se usaban para componerla son las mismas que se usan hoy. Claro que la música pop es mas simple, pero el espíritu es el mismo. Y es una dicha poder  hablar sobre eso con los mas jóvenes: sobre el amor, las emociones, la vida.SEMANA: ¿A qué se refiere cuando dice que su trabajo es como plantar una semilla? G.B.: Yo no puedo explicar a Mozart en 40 minutos, es imposible. Pero tampoco podría hacerlo en cuatro horas, ni siquiera en un día. El punto es que hoy muchos piensan que la cultura es algo que llega a ellos y los alimenta sin ningún esfuerzo, pero no es así: a la cultura toca cultivarla. Yo no puedo darle cultura a la gente al enseñarles unas generalidades sobre música clásica, lo que yo hago es darles unas semillas y ellos deben plantarlas, cuidarlas y hacerlas crecer como una planta saludable. De cierta forma, mi trabajo es ayudar a la gente a pasar de la emoción al conocimiento. Le recomendamos: Andrés Orozco, una promesa de la música clásicaSEMANA: ¿Cómo así?G.B.: Sí. Todos pueden experimentar las emociones porque son un impulso, un instinto. Pero le puedo asegurar que ningún compositor quiso apelar exclusivamente a las emociones. Todos ellos querían compartir algo más, querían decir algo a través de la música: y es que componer o interpretar una pieza siempre es un acto muy consciente, de mucho conocimiento. Pero generalmente, incluso las audiencias mas educadas, reaccionan a la música solo de forma emocional, y así se pierden gran parte de la experiencia. Mi idea es ayudarlos a ver más allá con cosas sencillas, como explicándoles por qué una sinfonía comienza de cierta manera.SEMANA: Luego de tanto tiempo dando clases a través de la radio o en sus conferencias, ¿cuáles cree que son las claves para enamorar a la gente (o al menos interesarla) en este tipo de música?G.B.: La primera y la más importante es que quien les habla del tema debe hacerlo con pasión. La primera reacción que yo recibo de mi publico, la más inmediata, casi nunca es acerca de qué tan profunda o tan pertinente fue la charla, sino sobre qué tan apasionada y entusiasta fue. Eso pasa por la alegría real de compartir conocimiento. Lo otro es que nunca debe ser una charla del estilo "yo soy la estrella y ustedes deben escucharme". Cuando yo siento el ambiente así, hago un chiste o una broma que baje la tensión. Además, uso diferentes formas de comunicación dependiendo del tipo de audiencia y del contexto, los miro mucho a los ojos y veo si están entendiendo.  SEMANA: ¿Qué le aconseja a una persona que quiere acercarse a la música clásica pero que no sabe por dónde ni cómo comenzar?G.B.: En inglés hay una gran literatura sobre el tema desde el siglo XIX. Hoy, además, hay buenas herramientas en internet. Muchas personas, por ejemplo, explican las claves de estas composiciones en videos en YouTube. Yo, para quienes hablan italiano, doy unas clases en radio (Lezioni di Musica) y, algunas veces, cuando hablamos de las sinfonías de Beethoven calculamos unos 250.000 oyentes, una gran cantidad de personas para este tipo de música.En video: "Bach es nuestro dios": Cristina García BanegasSEMANA: Muchos pueden pensar que no sirve para nada saber sobre música clásica...G.B.: Pues yo les diría que saber sobre el tema es mucho mejor que no saber. Y, además, estoy muy convencido de que hay mucho por aprender. No es cuestión del azar que, por ejemplo, el himno de Europa hoy sea la Novena Sinfonía de Beethoven, pues habla sobre la unidad de todas las personas del mundo. De hecho, algunos de estos compositores fueron capaces de decir cosas a través de la música: hablaban sobre un mundo armónico, comenzaban con contrastes y terminaban con armonías, valoraban las diferencias y la variedad como una riqueza, etc.  Como dije antes: ningún compositor buscaba solo entretener con su música, también querían compartir una visión del mundo. Visiones que, hoy por hoy, siguen siendo actuales y urgentes.