La expresión “violencia sexual en el conflicto” solo cobra el brutal peso que tiene cuando se escuchan y sienten las historias de aquellas colombianas, colombianos y colombianes que la han sufrido de primera mano. Y al hacerlo es notable como, a pesar de las pesadillas que han sobrevivido, entre las cuales se cuentan agresiones indecibles como violaciones, empalamientos, ablaciones y actos de canibalismo, por las cuales además se les estigmatiza a ellas y a sus hijos e hijas, estas personas que han hablado de sus horrores y quieren superarlos en la mayor medida posible, se levantan...
Se levantan humanamente, para expresar lo que consideran justo, lo que debería suceder: que se les dignifique desde una reparación y desde el reconocimiento que les permita dejar atrás la humillación que sienten solas y trasladarla al país entero que la facilitó y aún no la condena lo suficiente; que se les acompañe a ellas y a sus hijos e hijas, nacidos en ese contexto. No debería ser tanto pedir para personas que tanto han sufrido, a las que se les reconoce el haber sufrido lo que han sufrido. Pero, desde los hechos, al parecer lo es.
Se levantan para que sus historias no se vuelvan nunca paisaje, para que se entienda que sucedieron y que aún las impactan dramáticamente, a ellas y a sus hijos y familias. Y se levantan también en nombre de aquellas víctimas que no han podido hablar aún, por temor u otras razones, para que sepan que no están solas y que si deciden hablar y comenzar a dejar atrás la prisión que es vivir hechos de tal magnitud en solitario, hay gente que comparte ese peso.
Mientras sucede lo que debería suceder, mientras se les reconoce, cuida y acompaña (esta causa que les ha costado a muchas una vida entera y que seguirá indignándolas y a quienes las acompañan por la inacción estatal casi generalizada), estas víctimas se levantan artísticamente. Aprovecharán la oportunidad que les ofreció el espacio Fragmentos, en el centro de la ciudad, para hacer arte de sus voces y de sus desgarradoras historias. Si no se hace justicia, que se haga arte mientras tanto. Arte que haga reflexionar. Arte que mueva cambios.
De eso se trata la acción artística DESAMADAS, que tendrá lugar el 14 y el 15 de junio, de las 9 de la mañana a las 5 de la tarde, y quedará instalada en FRAGMENTOS, Espacio de Arte y Memoria, hasta el 23 de julio. La acción sucede en alianza con la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP, la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales y la Dirección de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional.
Esas dos fechas, 35 víctimas de la violencia sexual en el contexto del conflicto armado, en nombre de miles más, harán una obra colectiva, desde la individualidad de sus relatos y desde la suma de sus reflexiones. Mujeres, hombres, transgénero, afro, gais, heterosexuales e indígenas de Antioquia, Huila, Villavicencio, Soacha y Ciudad Bolívar, compartirán sus experiencias y, por medio de la escritura, vivirán una catarsis colectiva, una terapia y una liberación. Un chelista las acompañará con su música para elevar sus palabras y reflexiones de dolor hacia algo sublime y hermoso.
El hecho se da en la antesala de la Conferencia internacional sobre reparaciones para víctimas de violencia sexual, que conmemora el 19 de junio como día internacional para la eliminación de la violencia sexual en los conflictos.
A continuación, compartimos dos reveladores testimonios de mujeres valientes que harán parte de DESAMADAS, Ludyrlena Pérez y Diana Tobón, y que sirven para entender la dimensión de sus experiencias y necesidades desatendidas y la importancia de que se les considere, se les dignifique con una justa reparación, se les cuide y se les apoye.
Ludyrlena Pérez, sobrevivir al empalamiento, denunciar el olvido
SEMANA: ¿Quién es usted?
Ludyrlena Pérez: Soy defensora y activista de los derechos de las mujeres víctimas de la violencia sexual y de nuestros hijos e hijas nacidos bajo el hecho. Nací el 13 de diciembre de 1985, en Vistahermosa, Meta, pero fui criada en Granada. Actualmente vivo en Caldas, en La Dorada.
SEMANA: ¿Qué le sucedió?
L.P.: Yo soy sobreviviente de dos hechos de violencia sexual. El último me llevó a padecer empalamiento; he sido pionera en este país en mostrar las secuelas que quedan del empalamiento. He sido víctima por el bloque Centauros de los Paramilitares y por el Frente 43 de las Farc, en dos ocasiones. A mis 16 años fue el primero, por las Farc, y el segundo fue el 12 de diciembre de 2004, por los paramilitares.
SEMANA: Una situación demasiado dura...
L.P.: ¿Sabe qué es más duro? Que quedemos vivas y no encontremos en ninguna institución en este país, al cual amo tanto, una medida reparativa para nosotros. O que al menos nos atiendan con dignidad. Un empalamiento es muy diferente a un hecho de violencia sexual y nos genera secuelas para toda la vida. Yo, Ludyrlena, llevo tres cirugías y tengo 139 puntos por el empalamiento, el cual fue con arma de mano. Entonces, cuando yo veo que no es solamente mi caso, sino es el caso de centenares de mujeres, y de población lgbti, que muchas veces quedamos con situaciones de salud complejas, quedamos con enfermedades contagiosas como un VIH... Y cuando tocamos las puertas de las instituciones, en este caso para ser atendidos con dignidad, para recibir una atención médica, no la encontramos por el desconocimiento y por la poca formación en género y la poca empatía que hay frente a este proceso. Y ahí se nos derrumba todo. Eso sí tengo que decirlo.
¿Sabe qué es más duro? Que quedemos vivas y no encontremos en ninguna institución en este país, al cual amo tanto, una medida reparativa para nosotros. O que al menos nos atiendan con dignidad. Un empalamiento es muy diferente a un hecho de violencia sexual y nos genera secuelas para toda la vida.
Después de tener que vivir este horror en mi cuerpo, pasa esto. Y trabajamos con muchas mujeres sobrevivientes, no solo de empalamiento, mujeres sobrevivientes de canibalismo cuyos cuerpos quedan marcados de por vida, mujer víctimas de la ablación, a quienes no solamente les quitan el derecho a sentir, sino que quedan susceptibles a enfermedades renales. Y, ¿dónde quedan nuestros hijos e hijas nacidas bajo el hecho? Ni siquiera el ICBF tiene un programa dirigido a estos niños y niñas que nacen después de que somos violentadas sexualmente...
SEMANA: Habla en nombre de muchas mujeres más en DESAMADAS, que les ofrece un espacio de expresión artística ante esta situación...
L.P.: Desamadas es una obra de arte dirigida por la escultora colombiana Doris Salcedo, una mujer que ha salido de los parámetros normales que tiene la sociedad, y con tanto dolor ha creado belleza. Desamadas es una obra que dignifica, que repara, que está hecha por nosotras y nosotros para nosotros. Es un ejercicio muy bonito, es un ejercicio que nos lleva a todos a salir de la zona de confort y entender también que hay distintas maneras reparativas, que restauran no solo el cuerpo sino también el alma.
SEMANA: Me habla del olvido institucional y estatal que ha sentido, ¿dónde ha sentido apoyos?
L.P.: Sin duda, no puedo decir que no he sentido acompañamiento por parte de la Defensoría del pueblo, como de la Red de Mujeres Víctimas y de la UIA, la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP. No de la JEP, de la UIA, porque tristemente tengo que decir que la JEP faltó al principio de la verdad cuando le entregamos más de 1.600 casos, y se comprometieron a abrir el macro caso de Violencia sexual, pero fueron espejismos, hoy por hoy eso no se volvió realidad.
SEMANA: Una promesa incumplida hasta ahora...
L.P.: Nos están involucrando en el macro caso #11, de género, pero lo que necesitamos es que Colombia y el mundo conozca la verdad, el motivo por el cuál nuestros cuerpos fueron violentados, por qué lo hicieron, bajo qué direccionamientos, y así podamos tener un poco de justicia, dado que la justicia ordinaria también nos falló.
SEMANA: Sobre esas razones y esos porqués, ¿cómo lidia con ellos cuando no llegan?
L.P.: El cuerpo de la mujer siempre ha sido utilizado como arma de guerra, en desarrollo del conflicto armado, y esto tiene unas connotaciones ligadas a la cultural patriarcal y la poca formación en género que tenemos en nuestro país. Y estas prácticas han sido practicadas una y otra vez por los mismos grupos al margen de la ley y por la fuerza pública. Porque aquí la fuerza pública también tiene una responsabilidad, y la evidenciamos en los casos que hemos entregado ante la JEP y en la Comisión de la Verdad...
SEMANA: ¿Cómo será ese hecho artístico?
L.P.: Puedo decir que les va a marcar la vida. Es tan bello y dignificante que quedará tatuado en la mente y en el corazón de cada uno y cada uno de quienes puedan asistir a este espacio. Y quisiera manifestarles también que es un escenario creado precisamente con dolor, es una obra de arte creada con belleza, esperanza, con ilusiones, con medidas reparativas, con perdón, y también con enojo. Esto tiene un complemento, sin duda alguna, muy significativo: magnificar por medio del arte, saliéndose del contexto.
Es una obra de arte creada con belleza, esperanza, con ilusiones, con medidas reparativas, con perdón, y también con enojo
SEMANA: ¿Algo que quisiera añadir?
L.P.: En esta charla sembré una semilla, la de la voz de quienes hemos vivido el empalamiento. El hecho de violencia sexual no es solamente el coito. Hay otras prácticas que se utilizan y que hacen mucho daño.
Y el eco lo hacemos desde la organización con la cual y trabajo, Asociación de Mujeres Víctimas del Conflicto Armado, Gestionando Paz, dado que ha sido pionera en mostrar que la violencia sexual reúne esas prácticas y el centenar de afectaciones que dejan, físicas y mentales.
SEMANA: ¿Quién más les ha fallado?
L.P.: Considero que la sociedad también nos ha fallado, al tener tantos prejuicios, al hacer tantos señalamientos hacia la mujer, y hacer que muchas veces nos sintamos culpables de cosas que no hemos querido vivir. Siento que la justicia ordinaria nos falló, porque la impunidad está en más del 95 por ciento, y eso es lamentable en un país con tanta legislación, que hoy no se conozca la verdad y no se haya judicializado a quienes nos hicieron tanto daño. Nos ha hecho daño también la misma academia, porque no hemos sido formadas y formados en nuestros derechos, para reclamarlos, para prevenirlos.
Diana Carolina Tobón, sobrevivir a la violación y al desplazamiento
SEMANA: ¿Quién es usted?
Diana Tobón: Soy Diana Carolina Tobón Henao. Nací en Nariño, Antioquia. De allá me fui desplazada a Medellín, y luego a Bogotá. En el momento, estoy viviendo en Soacha. Actualmente tengo un emprendimiento de refrigerios, los cuales llevo a algunas ONG que me colaboran con este tema.
SEMANA: Cuéntenos sobre su participación en DESAMADAS y por qué es importante...
D.T: Vamos a hacer una acción simbólica en FRAGMENTOS, y es como hacer de lo feo algo bonito, sacar de todo esto algo bonito. Y digo feo porque todo el tema que vivimos de violencia sexual y de otros tipos de violencia es algo demasiado doloroso. Entonces, el hecho de contar con este espacio para esta obra es inclusivo, es importante, para hablarle a la sociedad, para que vea y que sepa que fuimos víctimas, que estos crímenes sí existieron, que estas violaciones sí existieron. Y por medio de este acto reflejaremos lo que pasó de una manera no tan fuerte, digamos, de forma artística.
SEMANA: Es una mujer transgénero, ¿en qué momento abrazó su identidad?
D.T: Como te conté, salí desplazada del municipio de Nariño, y era aún muy niño. Allá viví mis primeros hechos victimizantes, con una violación por parte del frente 47 de las Farc. En Bogotá, ya cuando llego desplazada, empiezo el tema de habitabilidad en calle, pues era muy menor de edad, muy niño todavía. Después, me salió la opción de ejercer la prostitución, y eso, pues, era subir un escalón, porque dormir en las calles y hacerlo en un establecimiento es distinto.
Cuando inicio en la prostitución, decido empezar mi tránsito, pues en ese sitio trabajaban personas transformistas, transgénero, travestis, como les decían en esa época. Pero no había chicos gais. Ahí inicié mi tránsito, a la edad de 15 años, empiezo mi tema de hormonización, y abrazo mi identidad de género y digo “esta soy yo” y dejo ese mismo día de ser niño. Desde ese momento hasta el día de hoy, súper firme con mi orientación y mi identidad de género. Y nada, en la lucha…
SEMANA: Diana, ¿qué le sucedió?
D.T: Yo vivía en Nariño con mis dos hermanos y mis papás cuando, en ese sitio, apareció la guerrilla de las Farc. Y se llevó a mis dos hermanos mayorcitos, y de mí abusaron sexualmente. Mi padre muere allá, a raíz de un infartó. Y mi madre, con quien me fui desplazada a Medellín, muere en esa ciudad. Sin familia, prácticamente, decido migrar a Bogotá, bastante desorientada, sin nada, sin nadie. Y no tenía más opción en el momento que habitar en la calle. Entonces, digamos que esa historia ha sido triste, trágica y larga...
SEMANA: Sufrió la violencia sexual muy temprano, y lo que desencadenó ese hecho y el contexto en el que sucedió marcó su vida...
D.T: Si eso no hubiese pasado, quizá mi orientación sexual no cambia. Si eso no hubiera pasado, quizá yo no hubiera tenido que salir desplazada de mi municipio y no hubiera tenido que pasar por la violación de unos guerrilleros, que me dejaron secuelas internas y externas, físicas y psicológicas para una vida. Eso no tenía por qué haberlo vivido yo, solamente por haber tenido una orientación sexual diferente a los demás. Fue a raíz de mi orientación que me violaron y no me llevaron a la guerrilla, como sí a mis dos hermanos.
Si no pasa todo esto, si no pasa todo ese desplazamiento, creo que mi familia estaría viva, y yo estaría en la finca, donde tendría que estar hoy en día...
SEMANA: Ha habido acompañamientos, además de los que encuentra ahora en el espacio Fragmentos...
D.T: El apoyo de Fragmentos ha sido muy fuerte, y de la Red de Mujeres y de todas las personas que se han puesto la camiseta y nos han ayudado a alzar la voz. Nos han dado ese ánimo y esa esperanza para decir “aquí estamos, esto sucedió, esto pasó”. Y si les digo que pasó es porque a mí me pasó. Y agradezco a las pocas personas que nos apoyan, usualmente de manera más privada que pública.
De parte de las instituciones, muy poco, de la Unidad de víctimas, aunque tengo hechos victimizantes priorizados, nunca he recibido de ellos una ayuda, un “Ven te ayudamos con el tema psicológico”, un “¿Estás mal, necesitas algo?”. El tema de la no repetición, por parte de la unidad de víctimas y por entes del Estado no se han visto reflejado hacia mí como víctima y hacia más personas que son víctimas. Nos sentimos totalmente olvidados por el Estado.
En esta obra que hacemos, y de manera simbólica en FRAGMENTOS, plasmamos un poema haciendo énfasis en lo que nos sucedió. Y plasmándolo de forma artística es donde le mostramos a la sociedad que estos crímenes sí han pasado
Por eso, en esta obra que hacemos, y de manera simbólica en FRAGMENTOS, plasmamos un poema haciendo énfasis en lo que nos sucedió. Y plasmándolo de forma artística es donde le mostramos a la sociedad que estos crímenes sí han pasado. Es una forma de mostrar que aquí estamos, y también de hablarle a las personas que no han podido denunciar, que aún no han podido hablar por el miedo que sienten, que aquí estamos, personas en la lucha yendo para adelante, apoyándonos.
SEMANA: ¿Algo que quiera añadir?
D.T: Todo está dicho. Lo otro quedará plasmado ahí de una u otra forma, nuestras vivencias. Como dicen, lo que está escrito, escrito está y ahí quedará.