El destino suele jugar malas pasadas, o si no, que lo diga Helloween. Al momento de comenzar la gira Pumpkins United por América Latina, Michael Kiske, vocalista de la banda, contrajo una gripe que afectó su voz y en los dos conciertos de México del 19 y 21 de octubre tuvo que utilizar voces grabadas de apoyo. Táctica que no pasó desapercibida por los seguidores. De inmediato las redes sociales reventaron con comentarios en donde metaleros indignados decían que Kiske había utilizado play-back.
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Al día siguiente del concierto de San Juan de Costa Rica, Kai Hansen, para contener las críticas, reconoció al portal Jump Metal que ante el estado de salud de Kiske, la banda había tomado la decisión de utilizar un backup vocal: “Bueno en el primer show tuvimos que tomar una decisión porque él se estaba sintiendo muy mal y nos dijo que no sabía si podría hacerlo. Así que vimos conveniente usar un backup vocal para él. Normalmente se usa para nuestro propio audio. Tú sabes, para tener mayor control de la voz... Pero esta vez dijimos que para las partes más complicadas de cantar, podría usarla. Pero creo que es razonable, sabemos que él se esfuerza bastante y la verdad no queríamos cancelar el show. Estuvo cantando y dio lo mejor que pudo. Estuvo con todas las medicinas... Ayudaron pero hubo partes que necesitaron ser reemplazadas. Creo que tomamos una buena decisión finalmente”.
La salud de Kiske y su posible play-back en los conciertos anteriores inquietó a parte de los seguidores de Helloween. “El destino no puede ser tan puerco, que luego de lograr el milagro de reunir a los primeros miembros de la banda, ahora no podamos escuchar Michael o que lo vayamos a ver mover la boca como en presentación de reinado”, me comentó un asistente en la fila que hacía para el baño, a minutos de empezar el concierto.
A medida que se acercaba la hora del concierto, el nerviosismo se apoderaba de los asistentes a la Gran Carpa Américas de Corferias que comenzaron a gritar cuando la introducción de la canción Helloween sonó. Luego calló el telón y se escucharon los primeros compases del baterista Daniel Loble, los riff de las guitarras de Kai Hansen, Michael Weikath y Sascha Gerstner y las voces de Michael Kiske y Andi Deris cantando al unísono el primer verso de Helloween. Ahí las dudas quedaron despejadas, la banda alemana, pese a los problemas de salud de su cantante estaba dispuesta a dar un excelente show.
Así fue. Durante un poco más de dos horas y media, Helloween ofreció una presentación en la que, además de tocar un considerable número de canciones de sus primeros tres álbumes y demás éxitos de los años noventa y del nuevo milenio, proyectaron unos divertidos cortos animados protagonizados por dos calabazas, y ofrecieron un homenaje al baterista Ingo Schwichtenberg, conocido como Mr. Smille, que en 1995 se suicidó.
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Los asistentes también pudieron escuchar por primera vez reunidas las tres voces que han pasado por la banda. Pese a que no cantó en toda la presentación, Kiske dio la talla en canciones como Helloween, Dr. Stein, Eagle Fly Free, Keeper of the Seven Keys y la famosísima A Tale That Wasn’t Right que hizo llorar a más de uno. Deris volvió a mostrar su característico histrionismo y conexión con el público y Hansen, al tocar esos frenéticos solos y llegar a altas notas con su voz, corroboró por qué es catalogado uno de los monstruos del metal.
Por su puesto que no se puede dejar de mencionar la emoción de volver a escuchar a dúo Hansen y Weikath que con sus guitarras armonizadas (no es un término poético), le dieron ese sonido característico a Helloween y que en la noche del 25 octubre sonó bastante bien.
Más allá del recuento del repertorio de Halloween, que se puede encontrar fácil en internet, su concierto mostró la capacidad que tiene esta banda de metal, power metal o heavy metal (como la quieran llamar) de reinventarse y que luego de casi 40 años de haberse fundado, puede cautivar al público metalero de todas las edades. Era increíble ver en la carpa reunidos a menores de edad, jóvenes que no pasan los 30 años y veteranos con canas de más de 40 años cantando con fuerza tanto las canciones más viejas como las más recientes.
Ver a Kiske en el escenario darlo todo a pesar de su enfermedad y a la banda tocando canciones de más de 12 minutos y escuchar a Hansen con sus 55 años de edad cantando lo más alto de la escala, y que todos en conjunto sigan cautivando a un público de distintas edades, demuestra que el metal sigue vivo. Esa es una de las lecciones del concierto de Helloween.