Heny Cuesta es una mujer que a lo largo de su vida ha tenido que afrontar grandes retos. Primero, para llegar a la universidad y obtener un título profesional como directora de cine y después para consolidarse en esta industria, a través de Cimarrón, una productora que busca consolidarse dentro de la industria audiovisual en el país.
Nacida en Cali, sus padres se trasladaron a Bogotá cuando ella cumplió los 15 años y había terminado el bachillerato. Pero, esa ‘precocidad académica’ no le alcanzó, pues debió esperar más de siete años para poder terminar su carrera como realizadora en la Universidad Manuela Beltrán.
Es que la vida no fue fácil. “Cuando llegamos a Bogotá, económicamente estábamos muy mal, muy solos y mi padre, aunque era abogado, lo único que pudo hacer fue crear una escuela de fútbol en el barrio donde vivíamos y con lo que podía sacar de ahí tratábamos de mantenernos. Yo pude comenzar a trabajar y ahí, con ayuda de mi mamá, hicimos una alcancía y así logré conseguir para el primer semestre. A partir de allí, traté de mantenerme, asistiendo a clases a veces sin pagar y otras veces, aplazando el semestre mientras conseguía el dinero, pero al final lo logré”, relata esta realizadora.
Pero no solo la estrechez económica los afectó como familia en la capital del país: “Los primeros años fueron complicados. Bogotá, en aquel entonces, era una ciudad muy blanca en donde nuestra cultura no tenía muchos referentes”, dice Heny.
Con el tiempo se hizo activista por convicción y contestaria por decisión. Heny —que desde niña sintió la invisibilidad de su comunidad— dice que creció sin poder reconocerse en los diferentes formatos audiovisuales que inundan la sociedad. Una situación que fue para ella casi traumática. ¿Qué puedo hacer para cambiar esas narrativas dentro de la industria cinematográfica?, se preguntó.
Así nació Cimarrón Producciones, su empresa. O, mejor, como ella la describe, “una respuesta al sistema excluyente, patriarcal, racista y homofóbico en el que vivimos todo el tiempo”.
Cimarrón Producciones, relata, “es un proceso para tramitar el dolor, para empezar a dar un vuelco, para empezar a dar una voz propia, y, como lo digo yo, esa es mi forma de ser contestataria frente a ese sistema”.
Hoy, Heny Cuesta —con siete meses de embarazo y la alegría de un bebé en camino— cuenta con satisfacción que es la primera mujer negra en ganar el estímulo del Fondo de Desarrollo Cinematográfico que entrega Mincultura y se acaba de titular de la Maestría en Gestión y Producción Cultural y Audiovisual. Un logro que fue posible con el apoyo de Manos Visibles y la Fundación Ford, y del que también se benefició grupo de profesionales afro del Pacífico y Caribe. “Esta iniciativa que adelanta Manos Visibles busca ayudar a consolidar los proyectos existentes de manera estratégica que permita, de paso, fortalecer los liderazgos en las distintas regiones, especialmente en el Pacífico”, relata Heny con orgullo.
Y con ese mismo orgullo habla también de su ‘primer hijo’: “Soñé Cimarrón desde la universidad, pero fue apenas en los últimos semestres cuando tomé la decisión de crear una productora en la que nosotros, como negros, pudiéramos tener la posibilidad de contar nuestra historia con nuestra voz. Entonces, comencé a averiguar todo lo necesario para crear una empresa, poco a poco”, cuenta esta caleña que ha vivido también en Bogotá, ciudades que según ella “son las más racistas del país”.
En ese momento, de nuevo, la vida la puso frente a otro reto: “para dar vida al proyecto, tuve que vender la única cámara que había logrado comprar, pero valió la pena porque con esa plata pude hacer la primera página web de Cimarrón Producciones, a través de la cual hice los primeros contactos con organizaciones sociales y políticas qué, como yo, buscábamos reconocimiento, reivindicación de derechos y, sobre todo, visibilidad”, apunta Heny.
Ese camino del cine ha sido de subidas y de bajadas. Según esta realizadora, al llegar a esta industria “siendo una mujer negra y sin recursos lo primero que se piensa es en comenzar a ocupar espacios, participar en festivales. Me fui para el Festival de Cartagena como primer paso. Y entonces también me di cuenta de que en la industria audiovisual del país no hay gente negra. ¿Qué pasa con las mujeres negras en la dirección de cine, en la producción?, ¿por qué no hay camarógrafos negros?”.
Con algo de decepción, Heny descubrió que “no hay una sola persona negra que haga cine y la única que lo hace generalmente no representa o no genera conexión con lo que nosotros buscábamos. Pero eso me llevó a pensar que no podía quedarme con lo que había; tenía que ir mucho más allá de los colectivos. Necesitamos un entorno que permita fortalecer y estructurar y nos permita romper y decir aquí estamos, aquí está Heny, la mejor directora de cine; independiente de que si hablamos de lo negro o no. Necesitamos crear estéticas propias, independientes de lo colectivo”, reflexiona.
Después de dar a luz a su bebé, Heny espera continuar en la preproducción de Melancolía, película que la convirtió en la primera mujer afrocolombiana en ganar el Fondo de Desarrollo Cinematográfico para Largometraje-FDC, en la categoría largometraje para la equidad racial. “Es un largo-documental que busca mostrar la fortaleza de tres generaciones distintas de mujeres negras, quienes narrarán desde voces diferentes cómo viven sus dolores, cómo se reivindican a sí mismas y cómo las situaciones y las experiencias que atraviesan desembocan en una inequívoca sensación de melancolía”.