Dalma asegura que su padre era como cualquier otro: uno que imponía autoridad en la casa, con quien se podía dialogar en los momentos de dificultad y también en los de oscuridad cuando los titulares de medio mundo comenzaron a narrar sus problemas de excesos y adicciones. Pero es una verdad a medias, en realidad.

Porque no debe ser fácil ser la hija de un 10 eterno. Ser la hija de Dios, literalmente, ser la hija de Diego Maradona. A punto de cumplirse tres años de la muerte del Pelusa este 25 de noviembre, Dalma sorprende con un relato íntimo, franco y emotivo sobre la vida del campeón del mundo. Pero no se trata de una historia condescendiente.

En La hija de Dios, que se estrenará este 26 de octubre en la plataforma HBO, ella lo hace en claroscuro. De hecho, los dioses también tienen un lado vulnerable. Dalma es actriz de profesión y ha triunfado tanto en el cine como en la televisión argentina. Está casada con el conocido jugador de rugby Ariel Caldarelli. Ella ya había contado una parte de esta historia en una obra de teatro que lleva el mismo nombre.

Ahora, permite a los millones de seguidores del jugador asistir a varios escenarios importantes en su vida, entre ellos la casa en la que crecieron con su madre, Claudia Villafañe, y su hermana, Gianinna. La artista abre generosamente las puertas a sus historias familiares y bucea en sus propios y a veces dolorosos recuerdos. Se reencuentra con su padre, que falleció a los 60 años, en los momentos más importantes de su vida y su carrera, por medio de viajes, anécdotas, revelaciones y charlas inéditas con figuras clave de la historia del 10.

Diego Maradona de Napoli juega con su hija Dalma después de un entrenamiento en el Centro Paradiso di Soccavo el 22 de octubre de 1988 en Nápoles, Italia. (Foto de Etsuo Hara / Getty Images) | Foto: 1988 Etsuo Hara

La producción consta de tres episodios, de 45 minutos cada uno, y la dirección de Lorena Muñoz. Por eso, asegura Dalma en SEMANA, se trata de “un documental con una mirada especial, muy femenina”. Son tres capítulos en los que la actriz resignifica sus recuerdos y su vínculo con el hombre que amó con devoción para humanizar a ese Dios y mostrar su lado más terrenal.

“Un hombre que se equivocó, seguro, pero que fue consciente de sus errores”, dice. Lo logra ayudada por las voces de personas que marcaron la vida de Maradona, como Guillermo Coppola, Sergio Goycochea, Carlos Tévez, Lalo Maradona, Jorge Burruchaga, Fernando Signorini y sus colegas en Nápoles, ese equipo chico que el Pelusa hizo grande.

Asimismo, explora los principales escenarios de la vida del Diego, comenzando, claro, por su infancia en la calle Azamor 523, Villa Fiorito, esa barriada popular de Buenos Aires donde aún palpita la historia del 10 eterno.“Sin saberlo, yo lo salvaba” Dalma habla, además, del lado más oscuro del Barrilete Cósmico: la adicción a las drogas, la causa del notorio deterioro físico al final de sus días.

“No tengo, en realidad, muchos registros míos en cuanto a eso, pero sí de mi papá contándome lo que yo hacía en cuanto a eso. Una vez, él me contó que estaba en el baño, consumiendo. Yo tenía 3 o 4 años y le toqué la puerta hasta que lo hice salir y él tuvo que tirar todo. Entonces me decía que, sin saberlo, yo lo iba salvando con ese tipo de cosas”, relata su hija.

En otro momento, evoca Dalma, su padre se unió a la campaña Sol sin Drogas, tras la cual concedió una extensa entrevista de casi tres horas a la revista Gente, de Argentina. En esta confesaría por primera vez cómo intentaba superar sus adicciones y aspiraba a enviar el mensaje, como astro del fútbol que ya era, para evitar que los jóvenes de su país cayeran en las drogas.

Diego Armando Maradona y sus hijas Dalma y Giannina | Foto: Twitter

Que no corrieran su misma suerte. Dalma era muy niña, dice. Pero lo suficientemente grande como para advertir que debía ser testigo de excepción de ese histórico diálogo. “Cuando les pregunté si podía estar presente, mi mamá no lo aprobó. Pensaba que el lenguaje y todas las cosas que se iban a decir allí no serían aptas para mí. Mi papá, por el contrario, dijo sí: ‘¿Pero si esto lo va a leer todo el mundo?’, le contestó. ‘Mi hija puede estar al lado mío escuchando todo’. Y yo escuchaba y trataba de entender lo que mi papá decía con los 6 o 7 años que tenía en ese momento. Esa fue mi relación con su adicción: que yo podía hacer preguntas en cualquier momento”.

La mayor de las hijas del astro argentino reconoce, sin embargo, que no presenció momentos en los que viera a su padre tocar fondo, ni siquiera durante los periodos más críticos de su consumo de drogas. “Nunca registré una situación fuerte de decir: ‘Uy, esto se puso feo’. Yo no tenía momentos feos con mi padre, de pensar: ‘Uy, estuvo consumiendo’.

Mi mamá, además, nos cuidaba mucho de eso en la casa. Es que siento que él no se perdía por completo, se perdía por momentos. Y, en la medida en que fui creciendo, yo me fui convirtiendo en una especie de polo a tierra de mi papá. Siento que en vida le reclamé mucho más de lo que realmente sucedía. No tengo registro de que haya faltado a un cumpleaños mío, por ejemplo.

Mi papá solía decir: ‘Dalma es la que me acomoda, la que me pone en eje, la que me reta. Con solo mirarme, yo sabía que debía estar bien’. Muchas veces ese fue mi rol con mi padre”. Pero a veces, confiesa, no eran pocos los que le decían “no sos la mamá”. “Pero yo sentía que lo podía ayudar, yo lo podía sacar como no lo podía sacar nadie… Era mi papá, y yo, para que él estuviera bien, hacía cualquier cosa y nunca me arrepentiré de eso”.

Hinchas argentinos recordando a Diego Armando Maradona en Qatar 2022. REUTERS/Kai Pfaffenbach | Foto: Reuters

Y enfatiza que su padre se volvió esquivo a la idea de pedir ayuda profesional luego de una mala experiencia con el único psicólogo que se atrevió a visitar en su vida. “A él le pasó algo muy feo: cuando comenzó a ir a un psicólogo, le publicaron todas las charlas. Eso le dolió. A partir de esa situación, muchas veces le costaba pedir ayuda, la ayuda que él necesitaba. A veces mi mamá podía leerlo y ayudarlo y a veces no… No tenía un lugar seguro en el que él pudiera hablar de verdad de lo que le sucedía y que nadie se enterara”.

“Cada día lo admiro más” Pero ese papel de defensora le ha costado numerosas críticas, pues muchos sienten que Dalma se convirtió en un escudo de su padre más de lo que debería.

“Lo he defendido mucho y lo seguiré defendiendo. Es que no ha sido una carga. Y siempre digo lo mismo. Para mí es muy clara la relación que tuve con él y las críticas que yo misma pudiera hacerle. Pero otra cosa muy distinta es que alguien me lo venga a criticar. Con todos sus errores y fallas, cada día lo admiro más. Yo lo vi sufrir y lo vi pelear contra las drogas con todas sus armas”.

La huella que dejó este episodio de Maradona ha sido tan profunda en Dalma y sus hermanas que conscientemente construyó una vida alejada de los excesos. “Siempre hice un esfuerzo muy grande en ser prolija, educada, buena alumna. Tan medida en todo que por eso siento que no soy adicta a nada, y también por la historia que yo traigo no me acercaría a nada que yo sepa que me puede llegar a generar una adicción”, asegura la hija menor del 10.

Diego Maradona recibe besos de sus hijas Giannina (izquierda) y Dalma al acudir a la premier de "Maradona" en el Festival de Canes, en el sur de Francia. | Foto: 2008 AP

Al final, Dalma Maradona prefiere seguir evocando a su padre como un niño: “Lo veía así en sus partes luminosas. Ya siendo grande, aparecía una pelota y se le iluminaba la cara. Ni en un niño lo vi tan claro, un niño eterno, de no tener nada a tener todo y perseguir su sueño de jugar a la pelota… Él siempre quiso proteger a ese niño”.