A comienzos de este año, la editorial polaca Bellona publicó una edición académica de Mein Kampf (Mi lucha) de casi 1.000 páginas. La opinión pública estaba dividida. Y no era para menos, sobre todo teniendo en cuenta que, durante la ocupación nazi, el país perdió 6 millones de habitantes, incluidas 3 millones de personas de ascendencia judía.

Para sorpresa de muchos, entre quienes se manifestaron a favor de la publicación estaba el actual rabino jefe de Polonia, Michael Schudrich. Según él, una edición crítica de Mein Kampf puede ayudar a las personas a entender a cabalidad cómo Hitler construyó su teoría, las falacias en las que incurrió y los peligros que ya anunciaba el libro, pero que en ese entonces el mundo ignoró. “Las palabras importan”, enfatiza Schudrich. “Lo que Hitler dijo antes de llegar al poder fue exactamente lo que hizo cuando lo asumió”.

El traductor de la nueva edición francesa, Olivier Mannoni, está de acuerdo con el rabino. “Es un texto que muestra cómo la confusión del lenguaje puede llevar al totalitarismo. Hay que estudiar la técnica que consiste en adormecer la razón para desembocar en eslóganes y teorías de la conspiración muy simples: la acumulación de frases vacías, de hechos no verificados, no demostrables. Hay que aprender a reconocer este lenguaje que hoy se encuentra con bastante frecuencia”, dijo en entrevista con el diario El País, de España.

La traducción francesa, como la polaca, deconstruye el texto original. Tiene alrededor de 3.000 notas que contextualizan el contenido, y corrigen los errores y las imprecisiones científicas de Hitler, quien, de acuerdo con Uwe Hossfeld, docente de Historia y Biología de la Universidad de Jena, no tenía idea de genética. Adicionalmente, cada uno de los 27 capítulos de la edición original va precedido por una introducción que explica la ideología del nacionalsocialismo y sus terribles consecuencias. “Este libro le permite al lector entender la naturaleza de Mein Kampf”, dice Héléne Miard-Delacroix, profesora de Historia de Alemania de la Sorbona de París.

En el aspecto académico del texto trabajó un grupo de 12 historiadores encabezado por Florent Brayard, uno de los más connotados especialistas franceses en la historia del nacionalsocialismo. Y Mannoni estaba encargado de volver a hacer la traducción al francés. Mein Kampf había sido traducido y publicado en Francia en 1934 por la editorial Nouvelle Éditions Latines, pero el traductor de entonces no se había aguantado las ganas de embellecer el estilo del libro. Mannoni, en cambio, se mantuvo fiel al talante tosco y confuso del original. “Uno tiene la impresión de caminar en fango, sin avanzar. Nunca había sufrido tanto con una traducción. Y no porque fuese difícil, sino porque era horrible: intelectualmente vacío, muy pesado en el estilo, y el fondo es monstruoso. Se avanza muy despacio y no hay ningún placer”, dijo el reconocido traductor, acostumbrado a trabajar en textos de Franz Kafka, Sigmund Freud y Stefan Zweig, entre otros.

La edición francesa está basada en la que el Instituto de Historia Contemporánea de Múnich publicó en Alemania en enero de 2016, justo después de que los derechos intelectuales de Mein Kampf dejaran de pertenecer al Gobierno Regional de Baviera y pasaran al dominio público.

Según explica el profesor Hossfeld, la idea que motivó la creación de la edición académica era desmitificar la obra que Hitler sacó en 1925. “No existe un escrito envuelto en tantos mitos, que genere tanto asco y miedo, que despierte tal nivel de curiosidad y de especulación, y que esté tan rodeado de esa aura de misterio que emana lo prohibido”, dice en la introducción de Hitler, Mi lucha: una edición crítica.

Hitler escribió Mein Kampf entre 1924 y 1925, mientras estaba encarcelado por lo que consideraba crímenes políticos, tras su fallido Putsch de Múnich en 1923. | Foto: 2007 Getty Images

Entre 1933 y 1945 Mein Kampf fue un éxito. Solo en Alemania se distribuyeron más de 12 millones de copias. Y el interés parece no haberse perdido. En 2020, una editorial francesa de extrema derecha publicó una reedición de la obra que vendió más de 5.000 copias. Y, en 2016, la edición crítica del libro en alemán –que tiene cerca de 2.000 páginas divididas en dos gigantescos tomos grises– encabezó las listas de bestsellers durante 35 semanas. Desde entonces se han vendido más de 100.000 ejemplares, que, de acuerdo con la experiencia de Franz Klug, dueño de una pequeña librería en Múnich, han comprado principalmente profesores y amantes de la historia de la Segunda Guerra Mundial.

Las ediciones críticas de Mein Kampf no son baratas. La polaca cuesta 33 euros; la alemana, 60, y la francesa salió al mercado el pasado 2 de junio por 100. La editorial Fayard cuenta en su página web que el dinero recaudado por la venta de Historiciser le mal, une édition critique de Mein Kampf (Historiar el mal, una edición crítica de ‘Mi lucha’) irá a la Fundación Auschwitz-Birkenau.

Más de 75 años después de la muerte de Hitler, publicar su obra sigue siendo un asunto complicado. De acuerdo con France 24, la edición crítica en francés tardó años en ver la luz porque varias asociaciones judías y prominentes personalidades, entre ellas Jean-Luc Mélenchon, miembro del Partido Socialista, se oponían al proyecto. Y la editorial polaca no quiso y no pudo hacerle publicidad a su libro porque podría entrar en conflicto con la ley que prohíbe la propagación de ideologías totalitaristas, como el fascismo o el comunismo. La pena es de dos años de cárcel.

Adquirir un ejemplar de una de estas deconstrucciones de la ideología nacionalsocialista, que desde 2016 han publicado países como Alemania, Francia, Holanda, Italia y Polonia, es difícil para el público en general. Y este hecho parecería contradecir las razones éticas y académicas que motivaron los respectivos proyectos. Pero, en realidad, todo se reduce a lo que dijo Schudrich: “Las palabras importan”.

Esta afirmación del rabino puede ser clave para entender por qué se han publicado tantas ediciones académicas de la obra de Hitler, y por qué dos de ellas salieron al mercado en 2021.

Actualmente, las llamadas noticias falsas tienen un enorme impacto político y social en el mundo. El público vive una sensación de zozobra al sentir que los medios de comunicación y las publicaciones de las redes sociales informan y desinforman a la vez. En ese contexto es fácil que peligrosos contenidos –como lo fue Mein Kampf en su momento– adormezcan la razón y desemboquen en eslóganes y teorías de la conspiración, como dice Mannoni, o se repitan como eco sin un análisis de lo que podría llegar a ocurrir si alguien decidiese poner en práctica lo que se propone.

Suele decirse que es necesario conocer el pasado para entender el presente. Eso es precisamente lo que se busca con estos monumentales proyectos editoriales. El ejercicio de deconstrucción que emprenden significa simplemente desmenuzar cada aseveración, y preguntarse por su contexto político y social en vez de aceptarla de entrada como si se tratara de algo apenas natural. Esa debe ser siempre la tarea de todo lector.