La primera charla. Justamente por ser la primera no estuvo libre de expectativas, tumultos, nervios y algo de desorden. Y más si el personaje invitado es Juan Luis Guerra, todo un ícono de la música latinoamericana. El dominicano, como pocas veces ocurre en un evento de estos, fue colmado de aplausos de principio a fin. La charla que tuvo con Roberto Pombo, director de El Tiempo, fue un pequeño compendio de música y de datos biográficos. Haciendo un recuento: Guerra recordó cómo comenzó en la música a los 8 años, cómo desde siempre quiso ir a Estados Unidos, específicamente a Boston, para saber qué era el jazz. Y, como pocas veces lo ha revelado, contó que su mamá siempre quiso que fuera algo más que un músico por lo que el dominicano, uno de los grandes intérpretes del merengue y la bachata en el mundo, decidió estudiar contabilidad, pero solo duró dos días en la universidad. Confesó: “le dije a mi mamá que esto hay que llenarlo de números y yo para esto no sirvo”. Luego, decidió estudiar filosofía y letras, en donde tampoco duró mucho. Roberto Pombo, el conductor de la conversación, lo interrumpió varias veces para preguntarle quiénes eran sus reales maestros, quiénes influenciaron su música. Guerra dijo: “cuando llegué a la universidad de Berkeley, California, conocí a músicos como Count Basie y a otros grandes guitarristas. Allí descubrí, ya como compositor, que mi camino era hacer la música y al final, solo al final, escribir la letra de mis canciones”. El teatro Adolfo Mejía, antes Pedro de Heredia, tuvo momentos para escuchar en vivo varias canciones de Guerra como “Ojalá que llueva café en el campo” y los asistentes lo escucharon improvisar con una jarra y una cuchara la manera en la que se puede aproximar a una canción. El autor de Burbujas de amor también tuvo tiempo para revelar que a principio de los años 90 sufrió ataques de ansiedad y encontró paz gracias a la religión: “Dios me cuida y me protege”, aseguró. Por eso es como en trabajos como “Para ti”, de contenido altamente fervoroso, lo hace como testimonio de vida. Y es que la música de Juan Luis Guerra, en la mayoría de los casos, es música que proviene de hechos reales, como, por ejemplo, la Bilirrubina que surgió cuando lo llevaron a un hospital y vieron que se puso amarillo. Su médico le dijo “de aquí no salís, se te subió la bilirrubina”. Guerra pensó, “a este tema le voy a sacar un merengue”. De esta manera, como otras canciones, especialmente El Niágara en bicicleta, nacieron temáticas de denuncia en este caso el paupérrimo sistema de salud de su país. En la charla con Pombo también confesó que se identificaba en ese nivel con el panameño Rubén Blades, aunque a diferencia de él no le gustaría meterse en política. Para rematar la charla, se habló de Colombia. Guerra reconoció que lo que más lo ha sorprendido de la música del país han sido los gaiteros de San Jacinto por la forma como cantan, tocan los instrumentos y las melodías. También admitió admiración hacia Lucho Bermúdez que le hacía evocar las grandes 'big band'. Y ofreció un dato curioso: conoció a Colombia por un álbum de Charles Mingus: Cumbia and Jazz Fusión. Y en su último álbum, Todo tiene su hora, hay una canción que se llama ‘A Colombia’, un pequeño homenaje a este país donde hay una fusión de la guaracha y la cumbia. Guerra tuvo tiempo, en la casi una hora que habló, hasta para hacer referencias al amor y lanzó una frase que arrancó aplausos: “si uno quiere a su esposa se quiere a sí mismo”.