Es una serie particular, The Regime (El Régimen), un animal distinto, único en el registro ambiguo, entre cómico, dramático y descendente que propone en sus seis episodios.
La producción, que se estrena este domingo 3 de marzo en el canal HBO y en la plataforma MAX, no oculta la influencia de varias producciones muy recomendables, de tonos fluctuantes, pero no es como ninguna de ellas. La explican en parte, sí, pero no la definen. Recalcamos, este es un animal distinto.
Por un lado, se distingue un aire de la cruda Succession, y no sorprende. Su creador Will Tracy hizo parte del equipo de escritores de ese éxito global así como del semanario Last Week Tonight with John Oliver, producciones de alta ironía con las que ganó cinco Premios Emmy. Vale anotar que Tracy incursionó también en el cine con la película The Menu, cuyos retorcidos giros narrativos y estilísticos marcan la experiencia… y de eso hay en The Regime.
Por otro lado, se percibe la influencia de series de menos perfil global pero brillantez indudable como Veep y The Thick of It, que miraron desde la sátira a las figuras de poder y de toda la burocracia a su alrededor. Y, por último, esta licuadora satírico-político-emocional también revela visos dramáticos dignos de la película The Queen y de la serie The Crown. Nada raro ahí tampoco, pues varios episodios esenciales de The Regime son dirigidos por el reconocido Stephen Frears y por Jessica Hobbs, piezas involucradas en dichas producciones, respectivamente. Frears es, claro, un viejo lobo del séptimo arte, con películas como Philomenna , a quien siempre se le recibe con expectativa en la televisión (producciones como A Very Britishh Scandal, confirman que en las series también acierta).
En sobrevuelo, tiene todo el sentido agrupar a estos talentos en este proyecto. Porque The Regime sigue a la Canciller Elena Vernham, una líder autoritaria en un lugar indefinido de Europa: Es el tipo de personaje tan fuerte que no puede evitar sentirse imprescindible. Ostenta el poder y, casi adicta al mismo, siente que no tiene reemplazo. Eso la asusta.
Elena actúa desde la vulnerabilidad que le produce esa certeza. Obsesionada por la humedad, que cree la puede matar, hace revisar los niveles de moho en cada habitación que pisa. Dada a cantar, cree que lo hace de maravilla, pero desentona y nadie nunca osará decírselo, o al menos eso parece al principio. Ni su marido, ni los integrantes de su consejo de Gobierno, con los que tiene relaciones oscilantes. Algo es certero: esta canciller dará de qué hablar, porque mucho se ha retratado a dictadores en la ficción y es hora de fijarse en las dictadoras. ¿Las mujeres en el poder son sinónimo de un mundo mejor? Sí, pero...
Esta mujer es creíble en pantalla por dos razones de peso: una, que en el siglo XXI hay demasiados personajes autoritarios diciendo lo que se les ocurre sin consecuencia, que indican que, si algo, la ficción se queda corta en sus retratos. Y, dos, porque la encarna Kate Winslet, una fuerza natural. La canciller que entrega Winslet es altamente volátil, vulnerable, pero más sesuda de lo que parece. Educada en París, doctora, volvió a su país a gobernar desde la muerte de su padre, el antiguo hombre fuerte. Sin embargo, no por muerto su presencia se deja de sentir. La canciller le habla al cuerpo sin vida de su progenitor y forjador, que conserva en una especie de cámara ardiente. Y este, ¡oh sorpresa!, le responde con el látigo verbal que le dio toda la vida, su idioma de educación.
En medio de sus contradictorias ínfulas de grandeza y de su paranoia, la canciller habita un momento vulnerable en el que su poder puede o incrementar o desplomarse dependiendo de sus decisiones, y en ese viaje le acompañará la audiencia. A ella y al controvertido soldado Herbert Zubak (interpretado con miedosa intensidad por Matthias Schoenaerts) que la Canciller escoge para monitorear la humedad en su entorno y aconsejarla, y cuyo poder crece más de lo esperado. También se sigue a su marido-trofeo, a quienes la sirven de cerca (Andrea Riseborough, enorme actriz, es Agnes, una de ellas) y también a quienes conspiran contra ella tratando de controlar sus arrebatos personales o geopolíticos. Esto entre otros roles, como el que interpreta Hugh Grant, que entra en una etapa avanzada de la trama a agitar más las aguas...
En los tires y aflojes del poder populista, las relaciones internacionales entran a jugar un rol clave, y en ese marco entra en escena la senadora interpretada por la icónica actriz Martha Plimpton. Un ícono de los años ochenta, que actuó en Goonies y en tantos otros proyectos que hacen de su expresión facial y su actitud fácilmente reconocibles, Plimpton puso de moda, con sus personajes, una honesta desfachatez que ahora está más que normalizada. Y se le agradece.
Hablamos con ella de sus motivaciones para unirse al proyecto, de su premiada colega y protagonista, de su rol y de los matices extraños que hacen de The Regime una serie de claroscuros cómicos y densos, como ninguna a la fecha.
SEMANA: En Colombia la recordamos desde los Goonies, y la hemos seguido a lo largo de una carrera muy activa. ¿Sabe algo de este país?
Martha Plimpton: Claro que sí (obviando la pregunta, que no muchos lo hacen). Confieso que jamás he visitado el continente, pero siempre he querido visitar su país, sé que es un lugar muy hermoso.
SEMANA: Hay muchas razones para trabajar en un proyecto como este, ¿cuáles fueron las suyas?
M.P.: Simplemente adoré el guion, me pareció confuso y no me dejaba claro cuál era el tono o la manera en la que, en últimas, se iba a sentir, y todo eso me intrigaba y me fascinaba profundamente. Además, amé la serie Succession, y claro, esta serie es producto de un par de sus creadores. Y quería trabajar en algo que se sintiera como una especie de banquete grande, ornamentado y complejo, como un fantástico restaurante con estrellas Michelin, como un enorme y delicioso plato. Quería ser un pequeño aperitivo (un ‘amuse bouche’, dice en francés) en todo esto.
Adoré el guion, me pareció confuso y no me dejaba claro cuál era el tono o la manera en la que, en últimas, se iba a sentir, y todo eso me intrigaba y me fascinaba profundamente
SEMANA: Hablaba del tono y de esas piezas de alto nivel, en esta especie de ‘Succession’ con algo de ‘The Crown’, dirigida por Stephen Frears, protagonizada por Kate Winslet. Nos contó qué quería de la experiencia, pero, ¿cómo fue?
M.P.: Fue increíblemente intimidante y también fue muy divertido. Porque te digo, Kate Winslet es una persona extraordinariamente entretenida. Es un sueño de colega, es una profesional absoluta. Tiene un manejo de las situaciones que uno no se alcanza a imaginar, y espero que no le moleste que lo diga. Es fenomenal. Adoré trabajar a su lado.
La experiencia fue increíblemente intimidante y también fue muy divertido. Porque te digo, Kate Winslet es una persona extraordinariamente entretenida. Es un sueño de colega, es una profesional absoluta
Y Stephen es un tremendo director, que he admirado por años, y es un ser humano que produce absoluto pánico. Es supremamente directo, muy sardónico, es un poco cascarrabias, pero, en el fondo, demuestra tener un centro cálido. Es como un ‘smore’, esa galleta que tiene masmelo por dentro.
SEMANA: El show subvierte con la idea de que las mujeres en el poder, ¿cómo lee usted la situación?
M.P.: ¿Crees que va por ese lado? Más allá de lo que creo personalmente, que es que más mujeres deberían estar en posiciones de poder, no creo que el show vaya por ahí. No le veo una agenda política. Lo siento como un retrato de las dinámicas de vida de una líder carismática y populista, y el efecto que alguien así puede tener en el círculo de personas que la rodea. Y explora esa especie de simbiosis que terminar por suceder: tú los alimentas, ellos te alimentan, que deriva en un poco de psicosis, a decir verdad.
Siento el show como un retrato de las dinámicas de vida de una líder carismática y populista, y el efecto que alguien así puede tener en el círculo de personas que la rodea
SEMANA: En el segundo episodio se presenta su personaje, y hay una escena especialmente interesante en la que su personaje y el de Kate hacen un sparring tremendo. Cuéntenos sobre la preparación y sobre esa poderosa escena...
M.P.: Yo interpreto a esta senadora estadounidense que ha venido al país a convencer a la Canciller de volver a discusiones con los Estados Unidos y volver a estar en acuerdo con lo que Estados Unidos quiere. Con respecto a temas económicos y a temas militares y planes estratégicos. Y en esa escena he ido, figurativamente, a torcerle el brazo un poquito. Básicamente, a convencerla de que nosotros lo tenemos todo bajo control.
En esa escena he ido, figurativamente, a torcerle el brazo un poquito. Básicamente, a convencerla de que nosotros lo tenemos todo bajo control
Y creo que es la manera en la que la mayoría de políticos, muchos de ellos estadounidenses, generalmente actúan: siempre actuando en busca “del mejor interés para todos”. Y eso voy a hacer, pero la Canciller interpretada por Kate tiene otras ideas. Ella es su propia jefe, en otras palabras.
SEMANA: En todos los años de trabajo, ¿qué consejos recibió que pueda servir a las jóvenes actrices que hoy buscan hacerse un espacio?
M.P.: Sin duda: ¡apréndete las líneas y no te choques con los muebles! Creo que el mejor consejo que recibí fue el de arriesgarme a decir que sí. Así no puedas hacerlo, así creas que no sabes cómo hacerlo, di que sí y hazlo. Y si no funciona, lo ajustas, pero di que sí, siempre. Hay un lugar y un tiempo para los No, y lo sabrás cuando llegues.
SEMANA: En el mundo de hoy vemos a líderes populistas apuntando directamente al arte. ¿Le habla el show a esto? ¿Por qué cree que sucede?
M.P.: Phew, ¡esa es la pregunta de los 64.000 dólares!, ¿no crees? La verdad, no sé por qué la gente es tan susceptible a los autócratas carismáticos y populistas. Probablemente porque todo se basa en el miedo. No hay nada positivo, “serás destruido, serás abordado, alguien viene por ti, alguien viene a atacarte, alguien viene a lastimarte”, y esa es una manera casi a prueba de fallas de terminar con una democracia. Viviendo en medio del miedo, se necesita “esta fuerza que nos proteja”.
No sé por qué la gente es tan susceptible a los autócratas carismáticos y populistas. Probablemente porque todo se basa en el miedo
En el caso de Estados Unidos, ahora mismo, la verdad no sé qué rayos sucede. Ojalá lo supiera, pero es demente y es aterrador. Pero el show, a mi manera de ver, presenta a esta mujer en su lado autócrata, pero ella es inteligente, o al menos es mucho más honesta en la confusión que vive.