La historia dirá que el 9 de diciembre, en ese espacio conjurado para una tarde y una noche llamado ‘Complejo El Campín’, 15 bandas representantes de múltiples subgéneros del rock pesado, casi todas de considerable peso histórico, lo dejaron todo en el Knotfest 2022.
Lo hicieron ante el público colombiano que se quiere ratificar como visita obligada de grandes conciertos y giras, y que responde a su manera así a algunos de los artistas le resulte algo frío por no estallar en pogo incesante (te hablan, sección VIP, pero nadie te juzga).
Ahora, entre todas las 15 bandas del cartel, la mayor expectativa de la noche pesaba sobre los hombros de Pantera, una propuesta que a muchos escépticos dio de qué hablar. Después de todo, Judas Priest, el headliner de la noche por peso histórico y trayectoria, ya había visitado el país en varias ocasiones, como la mayoría de artistas del cartel. Lo inédito y cargado de expectativa lo traía la banda de raíz tejana en su versión 2022, que, en palabras de su cantante Phil Anselmo al público, solo existe para rendirle homenaje a sus dos integrantes fallecidos (con los que, luego de separarse, nunca se reunió en vida). En su espectáculo probó que cumple. Ante la enorme expectativa y las muchas dudas, Pantera responde con creces, pero ya entraremos en detalles...
A nivel general, la organización del festival se anotó un triunfo: el evento se desarrolló con puntualidad (las horas se respetaron excepto por 15 minuticos que se le refundieron a Judas); la entrada de público fluyó (si bien algunos VIP tuvieron líos con entradas suplantadas); y el tráfico no se vio afectado (esto no es el Coliseo Live, afortunadamente).
Ahora, como no hay evento perfecto, se hace necesario mencionar que el sonido dejó picos altos y algunos pocos momentos complicados, especialmente en el Carnaval Stage, en el que se perdía momentáneamente para la tribuna General (sucedió en Trivium y en BMTH), o la banda entera por unos segundos (en BMTH). En el Knot Stage se fue la voz de Venom un par de temas. Con el paso de las canciones en las presentaciones, muchos de estos líos se solucionaron.
Del lado el público, y a manera de lección, en la localidad General le fue mejor a quien asumió la tarea de ver a sus artistas favoritos con la previsión de llegar temprano para ubicarse lo mejor posible. En VIP la experiencia es bastante cómoda. Se puede estar en el meollo del asunto o se puede estar lejos, y ver y escuchar bien (es esa comodidad la que incomoda a los artistas más radicales, quizá).
‘Tardeo metales’
En principio, cabe destacar a los bogotanos Templa In Cinere y su propuesta de black metal, un sonido fuerte y contundente que seguramente seguirá retumbando en los escenarios.
Posteriormente, a lo largo de la tarde vinieron Vended, desde Des Moines, Iowa, una banda que por sus orígenes y línea familiar inevitablemente recuerda el sonido de Slipknot; la recorrida Walls of Jericho, liderada por Candace Puopolo, y Suicide Silence, cuyo cantante de origen venezolano regañó al VIP pero se reconoció emocionado de tocar en Latinoamérica. Además de una voz de picos agudos impresionantes, esta banda californiana dejó unos cuantos riffs impresionantes y una metralleta humana en la batería.
La cuota brasilera, eliminada del mundial pero ganadora en la música, fue representada por Ratos de Porão y Sepultura. La banda de Andreas Kisser dejó una grandiosa impresión con un sonido firme y claro, y un setlist que mezcló pocos temas nuevos con los muchos himnos obligados de su historia. Mientras caía el sol de la tarde, la influyente agrupación retumbó y con su música clamó el Knot Stage como su “Territory”. Poco después, Ratos de Porão, se tomó el Movistar en riffs y en portugués.
Con el paso del tiempo y la llegada de la noche, sonidos más oscuros y potentes se instauraron. Venom confirmó por qué es considerada una de las bandas seminales del black metal. Marcada por el liderazgo que ejerce Cronos desde su bajo y su voz, la banda británica le dio la bienvenida a la luna rojiza que asomaba de a pocos, mientras sus clásicos como “Countess Bathory” y “Buried Alive” tronaban de nuevo en Bogotá.
En el Movistar Arena, en tal vez una de las mejores presentaciones de la jornada, los suizos de Samael hicieron lo propio para celebrar los 25 años del Passage, uno de sus álbumes más destacados, con una presentación cargada de energía y poder. Y en Carnaval Stage, Trivium, liderada por Matthew Heafy, entregó un sonido diferente y, por qué no, refrescante, con su propuesta de metalcore que no es ajena a los sonidos pesados y tradicionales.
Pesos más oscuros, pesos más diversos
Entre niveles extremos de expectativa, tiempo seco y viento frío, llegó el plato fuerte de la noche al Knot Stage: Phil Anselmo, Rex Brown, Zakk Wylde y Charlie Benante se presentaron bajo el nombre de Pantera, esa mítica banda que retumbó en los oídos de millones en buena parte de los años noventa. La agrupación cuenta con el cantante y bajista originales y dos invitados/amigos de talento masivo. En su paso por México habían dejado gratas impresiones, y acá sonaron afinados y afilados, arrolladores y sentidos.
Las canciones, tocadas ajustándose a la voz de Anselmo, suenan tan poderoso que mientras suceden es imposible pensar en algo más rockero en la faz de la tierra. Es un nivel pico. Es algo impresionante. Más que una resurrección o una suplantación, se trató de un memorable homenaje a los fallecidos hermanos Dimebag Darrell y Vinnie Paul Abbott. Y eso implicó rebobinar un casete que sonó hace casi 30 años y que muchos recordaron con fuerza y a la vez nostalgia. Sin dudas, se trató de la mejor presentación de la noche.
En uno de los tantos momentos increíbles del concierto de hora y cuarto de duración, Anselmo invitó a Sepultura a cantar “Walk”, que sonó absoluta. Durante la presentación, los pogos brotaron silvestres, porque hay un nivel en el que no hay que forzar nada. Y también hubo un profundo de lenta cadencia, con el cover de “Planet Caravan” de Black Sabbath, que en la voz de Anselmo cobró siempre vida propia.
Difícilmente, algo podría superar lo acontecido por Pantera; pero los suecos de Hypocrisy lo dieron todo tratando de mantener la onda vibrando. Al comando del carismático Peter Tägtgren, la banda abarcó en su presentación gran parte de su carrera en el death metal.
El público más joven esperaba con ansias a los ingleses de Bring Me The Horizon y por eso retroalimentó con mucho canto, energía y devoción la plástica agilidad física y musical de Oliver Sykes y compañía. Esta banda juega en un estadio distinto. Además de su música, que mezcla rock intenso con momentos pop y electrónicos, suman un elemento visual sofisticado e hipnótico, que eleva el concierto a una explosiva opera rock. Su presentación gana muchísimo al desarrollarse en la noche, con pantallas atrás y en el piso mismo, en juego con su despliegue en escena e interacción con sus movimientos más intensos.
Y para el final, los dioses del metal. Judas Priest se tomó el Knot Stage desde las 10:45 de la noche, y dejó una presentación memorable, como suelen hacerlo en este país (a pesar de las ausencias de Glenn Tipton y K. K. Downing). Sonaron durísimo clásicos como “Electric Eye”, “You’ve Got Another Thing Comin’”, “Turbo Lover” y “Breaking The Law”, entre muchos otros y algunas canciones recientes, que se proyectaron hacia el cielo bogotano gracias a la incomparable voz de Rob Halford (quien lleva su motocicleta a todas partes). Los británicos dieron un cierre para muchos inmejorable ratificando que heavy metal hubo para todos.
Notas a futuro
*Luego de un Rock al Parque que ostentó una alta carga de música pesada y de este brutal Knotfest 2022, que tuvo muchas altas y algunos detalles por pulir, se anunció que en abril 15 de 2023 sigue esta historia en este formato de festival, con la primera edición del Monsters of Rock en Bogotá. Quedan por revelarse los protagonistas del cartel. Lo cierto es que bajo ese sello se espera lo más grande (y cada rockero tiene su versión de lo que esto significa). ¿Regresa Maiden?
*Curiosamente, los formatos de los festivales metaleros en Colombia, con una zona VIP extensa y quizá menos entusiasta que la tribuna General, no deja de confundir y retar a los artistas internacionales que quisieran puro fuego al frente.
*La lucha por el agua gratuita no deja de ser importante. Se puede y se debe llegar a ese punto también en festivales de metal (así como sucedió en el Cordillera).