Integra una de las familias más importantes de la música brasileña y no se paraliza por la presión, suma desde la energía única de su creación. Es hija de talentos musicales mayúsculos como su padre João Gilberto, como su madre Miúcha, y es sobrina de otro histórico como Chico Buarque, pero Bebel Gilberto es su propia figura.

Nacida en 1966, criada entre la Nueva York que la vio llegar al mundo y Brasil, esta mujer respondió a su destino artístico edificando una carrera musical prolífica desde los años noventa. Entre las capacidades asombrosas que su música ha demostrado a lo largo de décadas de canciones, está la de procesar dolores y vacíos personales, y los de millones de extraños, a través de su arte. Su música no oculta sus sentimientos, matices y profundidades, y se siente esclarecedora desde el vaso medio lleno de la existencia. Además, no se encasilla y así se permite alcanzar muchos sentimientos y atmósferas.

Bebel es práctica. Prefiere establecer contacto desde su taxi vía Zoom con SEMANA que llegar tarde a la entrevista. Acaba de salir de su acupunturista, dice. Antes de empezar una gran gira que la llevará a Europa, Estados Unidos y Asia este año, y que, anuncia, la traerá a Colombia en 2024, pasa sus días en Río de Janeiro. Y entra a su edificio empuñando desde su celular a este entrevistador; lo lleva consigo en el ascensor (donde advierte que la señal se perderá) y, por último, lo introduce a su apartamento.

Nació en Nueva York en 1966, y de esa ciudad guarda algunos rasgos que sabe muy bruscos para sensibilidades suramericanas. | Foto: Cortesía PIAS

Desde ese espacio, a mitad de la entrevista, esta mujer de 57 años, sensible pero directa, comparte un atardecer carioca de postal. Todo parece perfecto en ese espacio, en este tiempo, justo antes de estrenar disco, pero ella siente profundamente algunas ausencias y no teme decirlo. Su padre, João Gilberto, figura fundamental de la música brasileña, guitarra entera de un país y de un espíritu, murió en 2019 y le dejó un gran vacío personal, además de varias responsabilidades. Su madre, Miúcha, reconocida cantante, hermana de Chico Buarque, también se despidió de este plano en 2018. No es fácil, dice. Y por eso se hace más notable y hermosa su capacidad de propagar calma, añoranza y amor en medio de días complejos. Su música no siempre es feliz, pero sí transmite algo sobre eso que hace que la vida valga la pena.

Ese efecto no es sorpresa. Esa es su música y siempre lo ha sido. Pero en este nuevo trabajo de 11 canciones que presenta al público, João, sí hay algo distinto. Tiene su sello, su voz, pero las canciones son de su padre.

Portada de 'João', el trabajo más reciente de Bebel Gilberto, un disco elegante y sentido que se revela en su totalidad este 26 de agosto, y que aquí puede comenzar a disfrutar. | Foto: PIAS

SEMANA: ¿Alguna memoria la une con Colombia?

Bebel Gilberto: Nunca en mi vida he ido, ni de visita ni a un concierto, es un sueño que tengo, ir a Colombia. Y me encanta Shakira, mucho. Recuerdo haber leído algún reportaje sobre ella en el que dijo que escuchaba mi música, y eso me dejó muy feliz. Me encanta. Sé que el país tiene una cultura mayor, llena de cosas buenas. Me alegra estar hablando con ustedes.

SEMANA: ¿Qué significa la música para usted?

B.G.: Significa todo. Para mí es la unión, el arte mayor, porque necesitas de la música para danzar, la necesitas para pintar, para hacer películas. Es el mayor movimiento de arte que hay. Me encanta hacer música.

SEMANA: Si hablamos de la bossa nova, ¿cambia su percepción?

B.G.: Para mí, es un rótulo, y es un tema que trato de evitar por una razón sencilla: no pienso que mi padre hiciera bossa nova. Él hacía su propia música, y pienso, de la misma forma, que yo hago mi propia música. En ese sentido, me aburre mucho que todo lo que se hace en estas partes se rotule así, como bossa nova. Y es un género que me gusta, pero no es el caso.

SEMANA: Para la gente que no ha tenido la fortuna de escucharla, tres canciones esenciales de su discografía...

B.G.: Serían Samba da benção, Momento y Tanto tempo.

SEMANA: ¿Se siente brasileña, estadounidense o del mundo?

B.G.: Eso cambia... Me acostumbro después de unos días aquí y me siento brasileña nuevamente, pero tengo una mente y una manera de ser muy prácticas, a veces un poco bruta, muy directa. Eso lo saqué de Nueva York, donde las personas son más bien ríspidas y no tan educadas, muy directas, muy prácticas. De eso tengo, y espero cambiar…

SEMANA: João es una carta de amor y honor a su padre. ¿Cómo y cuándo decide hacer el disco?

B.G.: Fue un proceso delicado y de tiempo. Porque cuando hice mi disco anterior, Agora (lo publicó en 2020, es excelente), ya abordaba temas sobre mi padre, de tener que asumir como la figura que protegía su legado. Incluso, de asumir decisiones como parte de sus negocios y, más aún, como parte de una familia que peleaba en torno a todo lo que pasaba después de su partida. Temas duros. Y me sentí como obligada a callar lo mucho que lamentaba que eso pasara. A la vez, cuando papito murió, también surgió la idea de hacer una carta de amor a su música y a él, no basándose necesariamente en sus canciones más comerciales.

SEMANA: ¿Cómo las escoge?

B.G.: La espina dorsal es el disco blanco de papá, João Gilberto (1973), en el que canta É preciso perdoar, en el que canta Eu vim da Bahia, una canción muy próxima a la grabación que hice yo, y Valsa. Mucha de la inspiración viene de ese trabajo. Luego, saqué algo de Amoroso, también un poco de papá en el Montreux Jazz Festival, con Adeus América. Y, claro, no podía dejar por fuera Ela é carioca, pero por una razón particular: es una carta de amor a mi perra, que se llama Ella (y tiene su propia cuenta de Instagram).

SEMANA: Hablemos de un tema como el hermoso ‘Eclipse de luna’, que canta en español.

B.G.: Hace poco nos reunimos con un grupo de personas cercanas a escuchar el álbum bajo la luna, amigos con los que me encanta hablar... Y cuando llegó esta, la última canción del disco, Eclipse de luna, mencioné que esa era la música de mamá. Salió casi como de una regresión, de momentos de luna llena en los que escuchábamos esa canción con ella, juntas. Desde ahí me enamoré de ella. Y sobre los idiomas, en este disco no hay canción en inglés, y es la primera vez que sucede.

SEMANA: Una canción como ‘O pato’ ratifica que el disco es una brisa de vida con tonos profundos, pero también de humor...

B.G.: Sin duda, O pato saca mi lado chistoso, y paradójicamente tiene los arreglos de Clark Gayton. La vida es loca, porque este músico, que tocaba también con Bruce Springsteen y estaba listo para salir de gira con él, sufrió un accidente cerebrovascular un día. Estaba caminando y... pum... ahora está inconsciente... O pato fue lo último que grabó...

SEMANA: Ese hecho, el que su padre y su madre ya no estén... ¿Cómo lidia con esta vida frágil?

B.G.: Es muy difícil. Ahorita vivo aquí y tengo amigos, pero la mayoría de mi gente está en Europa, en Nueva York, donde pasé tanto tiempo. Me siento mucho tiempo desolada, como un pez fuera del agua, y no es fácil, pero sigo adelante, caminando. Así es la vida, y no me voy a quedar en el lamento.

SEMANA: Compartió una foto de Sinead O’Connor, una artista que puso su fama en la línea para decir verdades incómodas. ¿Qué tan política se considera usted?

B.G.: Ella fue muy valiente, y creo que se le juzgó injustamente en su tiempo. Yo soy muy temperamental y he hecho locuras también, y comprendo, pero me pone triste que haya caído en una onda oscura. Yo nací cinco años antes que ella y trato de moverme, de hacer ejercicio. Me fumo mis porros, pero llevo una vida saludable; trato de hacer frente a las dolencias de la cabeza que ha sufrido mi generación, que me preocupan. Ella pareció existir fuera de su tiempo, una mujer llena de coraje. Y, si miras el video de É preciso perdoar, ¡se inspira COMPLETAMENTE en su video de Nothing Compares 2 U!

SEMANA: ¿Escucha música en su vida? ¿Le da más lugar al silencio?

B.G.: Soy más de silencios. Escucho cuando estoy afuera, en el coche o con personas, pero es muy raro que escuche música cuando estoy por mi cuenta. Muchos artistas necesitan escuchar música para inspirarse, pero no es mi caso. Y la verdad es que critico mucho lo que suena por la calle.

SEMANA: ¿Está pendiente de la literatura, del cine?

B.G.: Sí, justo ahora leo la nueva autobiografía de Rita Lee, que me encanta, y el nuevo libro de Isabel Allende (El viento conoce mi nombre), que me tiene encantada. Siempre la leo. Usualmente, leo muchas biografías. Las historias verdaderas me atrapan. En lo que a cine respecta, hace mucho no voy. Lo último que vi y me fascinó fue en Netflix, The Swimmers, una historia de la vida real sobre dos nadadoras de Siria. ¡Muy buena! Y, para completar, cuando se termina la película, la música que ponen es óptima, y la letra es en sirio y me hace pensar en la gente que escucha mi música y no entiende nada de la letra, pero queda atrapada.