La cuarta temporada de la serie de Netflix sobre la vida de la reina Isabel, que se estrenó hace unas semanas, cuenta la historia del triángulo amoroso entre la princesa Diana, el príncipe Carlos y Camilla Parker. Además, ha sido muy criticada en la prensa inglesa por supuestas exageraciones o inventos acerca de la familia real.

Aun así, la mayor parte de los eventos que aparecen retratados en la serie son reales tienen una base real. Y, de hecho, muchas de las historias que aparecen en los más recientes capítulos son verdad, a pesar de que están un poco exageradas para fines dramáticos. Estas son algunas de esas verdades que se esconden detrás de la ficción.

El hombre que se escabulló en el cuarto de la reina

Una de las historias que parecen más inverosímiles en la serie es real: en 1982, Michael Fagan, un inglés desempleado y muy crítico del gobierno de la primera ministra Margaret Thatcher, logró saltar una reja, burlar la seguridad del Palacio de Buckingham y se infiltró en los aposentos de la monarca dos veces.

La segunda vez llegó a la habitación de la reina, cuando ella aún dormía, y la despertó. Duró allí 15 minutos y aunque nadie sabe de qué hablaron, y algunos incluso dicen que apenas despertó la reina llamó a seguridad y lograron sacarlo, la serie prefiere imaginarse una charla en la que él se queja con ella del desempleo, la Guerra de las Malvinas y otras situaciones que agobiaban por esa época a Inglaterra.

Las primas escondidas de la reina

Otra de las historias que más ha llamado la atención es la de Nerissa y Katherine Bowes-Lyon, las primas maternas de la reina. Según la serie, ellas sufrían de un retraso mental y para evitar que la prensa pensara que los genes de los herederos al trono tenían algún defecto, la mamá de la reina las encerró en un manicomio y las hizo declarar muertas.

La historia tiene algo de verdad y mucho de mentiras. Las primas sí existieron y tenían la edad mental de niñas de 6 años. En efecto: su propia mamá las recluyó en un sanatorio y en los registros oficiales aparecían muertas. Sin embargo, ni la reina Isabel ni su mamá supieron lo que había pasado solo en 1982 y no se trató de un ocultamiento de la la enfermedad para que no recayeran sospechas sobre la salud de los herederos al trono, sino de un asunto netamente familiar: su mamá no quería que nadie se enterara de lo que les pasaba.

La bulimia de la princesa Diana

Una de las imágenes más polémicas de la serie es la de Lady Di, uno de los personajes de la realeza más queridos por el público, induciéndose el vómito en el Palacio de Buckingham, en su casa de Kensington Palace o en un tour por Australia y Nueva Zelanda.

Pero por más escándalo y críticas que haya generado esa escena en particular, lo cierto es que los trastornos alimentarios de Diana eran un secreto a voces entre la realeza y los medios durante los años ochenta. Ella misma, de hecho, le confesó a su biógrafo, Andrew Morton, que la había sufrido y culpó al príncipe Carlos y su fallido matrimonio por exacerbársela.

El corto y extraño noviazgo entre entre Carlos y Diana

La serie muestra el corto romance que vivieron el príncipe Carlos y Diana antes de su fallido matrimonio. Sin embargo, exagera algunas situaciones como las escenas de celos del príncipe por la popularidad de su esposa.

El triángulo amoroso que registra esta temporada fue real. Carlos había conocido a Camilla unos años atrás y se había enamorado de ella. Pero ambos sabían que la familia real no la aprobaba porque no provenía de una familia lo suficientemente aristocrática y en la alta sociedad inglesa sabían que no era una mujer virgen.

Tal como lo muestra la serie, ella se casó y tuvo hijos. Mientras que Carlos, presionado por sentar cabeza, terminó poniendo sus ojos en Lady Di, una chica de 19 años, hermana de una de sus exnovias, a la que había visto una vez cuando era más pequeña y a la que reencontró unos meses después de la muerte de su tío.

Se casaron sin conocerse mucho, porque Diana reunía las condiciones que quería la familia, pero pronto el matrimonio se convirtió en un infierno. La princesa incluso descubrió unos días antes de su matrimonio que Carlos le había mandado a hacer a Camilla un brazalete, y estuvo a punto de no casarse.

El romance entre Carlos y Camilla

Según la serie, Carlos mantuvo sus vínculos con Camilla después de la boda y reanudaron su romance un tiempo después. En este caso en particular hay controversia: Diana siempre dijo que desde el inicio la habían engañado, mientras que Carlos afirma que eso no pasó sino hasta finales de los años ochenta, cuando su matrimonio ya estaba en una situación crítica.

Lo cierto es que ese ‘affaire’, que llevó a la pareja a divorciarse en los años noventa, y que convirtió a Camilla y a Carlos en las personas más odiadas de Inglaterra, fue real. También es cierto que Diana le fue infiel a Carlos con varias personas, una de las más polémicas, el militar James Hewitt, que aparece en la serie. Las malas lenguas incluso dicen que él es el papá del príncipe Harry.

Las tensiones entre la reina Isabel y Margaret Thatcher

Ambas mujeres, tal como lo muestra la serie, tuvieron una relación compleja, llena de tensiones. Thatcher, quien era una mujer de clase media que había logrado escalar posiciones y llegar al cargo más importante de la política británica, implementó una política fuerte para, según ella, salvar a su país de la quiebra. Recortó el gasto público, acabó con programas de subsidios y desindustrializó al país, lo que causó un gran desempleo, que ella veía como un efecto secundario de su plan económico.

La cuarta temporada, que se estrena el 15 de noviembre, también mostrará hechos que marcaron al Reino Unido en los años ochenta, como la tensa relación entre Margaret Thatcher (Gillian Anderson) y la reina Isabel (Olivia Colman).

Varios medios coinciden en que la reina no era muy amiga de ese plan en específico, ya que creía que estaba dividiendo al país. También tenían desacuerdos en la forma de abordar el apartheid en Sudáfrica y en su forma de ser y abordar la vida. Thatcher era una mujer seria y adicta al trabajo, mientras que la reina tiene un fino sentido del humor y le gusta divertirse. Incluso, la prensa reportó el desacuerdo entre ambas muchas veces.

Al final, sin embargo, parece que se llevaron bien. Unos meses después de su salida del cargo, la reina le puso la medalla del mérito, y cuando Thatcher murió en 2013, asistió a su funeral. Algo que solo había hecho con Winston Churchill.