El Instituto Colombiano de Cultura ha sido eco y promotor de altas manifestaciones. La ópera, la danza, la música "culta", la literatura y, en menor escala, el folclore y las artes plásticas, entre otras, han recibido su apoyo para proyectarse al país. Pero al posesionarse la nueva directora del Instituto, el presidente Betancur habló de una ciudad perdida de la cultura que arranca desde las goteras de la Casa de Nariño y va hasta los más alejados confines de la nación. La intervención presidencial sugiere la necesidad de rescatar lo perdido. Pero, ¿con cuál de las ópticas disponibles? El término "cultura" está aún abierto a discusión, al menos entre nosotros y con respecto a la coyuntura nacional. Es evidente que hasta ahora Colcultura ha interpretado el vocablo desde el punto de vista de lo estético y ha asumido que su papel ante el pueblo colombiano es el de llevarle cultura. Es decir, acercarle lo "bello" para así contribuir al adorno de la existencia. Pero también hay quienes opinan, y entre ellos me cuento yo, que "cultura" es un vocablo con marcados acentos antropológicos, que define un patrimonio básico que es la infraestructura del existir, aun en las formas más elementales de sociedad. O sea que, de acuerdo con esta óptica, es imposible que un pueblo, en este caso el colombiano, carezca de cultura y necesite que se la provean. Al contrario, es evidente que en Colombia abunda la cultura. Piénsese si no en las múltiples expresiones autóctonas que aún subsisten, en las variadísimas culturas que, de acuerdo con los climas y los suelos, se dan en las multitudinarias regiones del país (las culturas cafeteras, azucareras, ganaderas, arroceras, bananeras, algodoneras, mineras, etc. de Colombia) y las nuevas culturas urbanas de las gentes recientemente localizadas en las ciudades donde han debido inventar toda clase de recursos culturales (herramientas, utensilios, sistemas de organización social, viviendas, barrios, actividades económicas, sistemas simbólicos y de valor, etc.) para sobrevivir en el hostil, desconocido y estimulante medio de la urbe. Todos estos recursos culturales denotan una tremenda unicidad con respecto a otras situaciones en el mundo y constituyen por tanto una de las más claras manifestaciones de la originalidad cultural colombiana.El nuestro es un país cada vez más urbano que, a diario, se ve en la renovada necesidad de crear su cultura. Si todavía hay quienes creen que Colombia no tiene cultura, ello se debe precisamente a las deficiencias de las entidades encargadas del asunto que no han inventariado, ni analizado, ni resumido esa cultura para presentársela a los colombianos en forma comprensible. Parte de la situación existente ha surgido al tomar por cultura sólo las más altas manifestaciones de la creatividad o del intelecto o del gusto: algunas de ellas son apenas espectáculos, mientras que otras corresponden al trabajo casi siempre bien remunerado de excelentes profesionales y aún de uno que otro artista o escritor o folclorista, etc., que ha intentado esclarecer asuntos pertinentes a la cultura nacional. Esas altas manifestaciones son el adorno de la civilización y la justificación de más de un oficio. Pero la cultura es anterior a esas altas manifestaciones: es más amplia y comienza en la base de la civilización. Para rescatar la ciudad perdida de la cultura será necesario investigar la base, olvidando las formas llamativas del adorno y concentrando recursos que seguramente no producirán resultados espectaculares a corto plazo. Para efectuar ese rescate será necesario desistir de la presuntuosa pretensión, paternalista y condescendiente, de llevarle cultura al pueblo, para comenzar a tomarlo en serio precisamente por la cultura que tiene, cultura que la mayoría de la veces es ignorada por aquellos mismos que la generan. ¿Quién habrá de decirle a los colombianos sobre su propia identidad nacional? ¿Quién habrá de señalarles las cosas notabilísimas que han hecho, aun en casos de gran limitación de recursos? O es que acaso existe labor más digna para Colcultura, que ayudar a los colombianos a comprender su multiplicidad prodigiosa y su aún más sorprendente unicidad? La nueva dirección de Colcultura ha anunciado la creación de un Archivo Nacional. Eso es infraestructura y, por lo tanto, está bien. Pero quedamos a la espera de afirmaciones más precisas al respecto de la política con que se orientará esta significativa área de actividades. NUEVA DIRECCION EN COLCULTURA A todo vapor y parece que sin darse días libres ha comenzado a trabajar la nueva directora de Colcultura Aura Lucía Mera. En días pasados, áceptando una invitación de Fernando Toledo y María Teresa del Castillo, directores del programa "El Mundo de la Música en el Mundo" llegó a los estudios de la emisora H.J.C.K.- F. M. Estéreo y allí respondió las preguntas de sus interlocutores.Entre otras cosas, Aura Lucía Mera, señaló:- "Obviamente que Colcultura continuará apoyando la Temporada de Opera en Colombia".- "Si se hace una labor de integración, se puede llevar la cultura a todas partes. No creo que se deba hablar de cultura elitista ni de cultura popular. Hay cultura y punto.Lo importante es que se haga un esfuerzo para que todas las manifestaciones culturales lleguen a la mayor cantidad posible de gente en Colombia, desde el Caribe hasta el Amazonas ".- "Colombia merece tener tres Sinfónicas: en Bogotá, en Medellín y en Cali...".- "Concibo a Colcultura como un instituto coordinador y administrador de la cultura. No es mi concepto personal el que va a regir sino los conceptos concertados de personas muy calificadas en los diversos ramos". - "La cultura y la televisión tienen que ir cogidas de la mano...".- "Ya estamos coordinando una concentración de 31 conjuntos folclóricos para el día de la raza. Se presentarán en la Media Torta en la Plaza de Bolívar, en el Teátro Colón... todo combinado con la televisión para que los colombianos puedan repasar en un solo día la totalidad de sus manifestaciones folclóricas".