País: ColombiaAño: 2016Directora: Natalia SantaGuion: Natalia SantaActores: Gonzalo de Sagarminaga, Hernán Méndez, Manuel NavarroDuración: 71 minLos escenarios en los que transcurre La defensa del dragón están en esa Bogotá icónica del centro no tan profundo, esas cuadras de la Séptima entre la 19 y la 24 llenas de fruterías, zapaterías, casinos, billares y clubes de ajedrez, que son retratadas acá con un aire de decadencia plácida y melancólica, como la de un borracho durmiendo en la calle.A través de imágenes cuidadas que presenta sin afanes, transitan fragmentos estáticos de esta zona: el tapete gastado con letras geométricas de un negocio, los audífonos mal colgados en un café internet, un edificio de sobria piedra amarilla rodeado de grafitis estruendosos, un papel tapiz de hule café surcado por patrones geométricos. A nivel de colores y formas, es una exploración notable del centro.Pero los seres humanos que habitan estos espacios no resultan tan fuertes ni tan memorables.Puede leer: NormanLa trama sigue la relación de tres amigos mayores: Samuel (Gonzalo de Sagarminaga), jugador de ajedrez y profesor particular de matemáticas; Joaquín (Hernán Méndez), un relojero que se niega a vender aparatos digitales; y Marcos (Manuel Navarro), un homeópata con pocos pacientes.En común quizás tengan que sus ocupaciones no tienen mucho futuro en un presente excesivamente conectado, aunque es una amenaza que uno tiene que adivinar porque en la película no se hace explícita. El ajedrecista juega con alguien por internet, pero hasta ahí llegan los rastros de la contemporaneidad. Lo que hay, en cambio, es el retrato de esta relación triangular que se siente extrañamente fría, sin cariño, humor o cercanía verdadera. Queda uno preguntándose cómo serán con desconocidos si estos amigos se tratan así entre ellos.Le puede interesar: Cómo ser un latin loverEn una decisión arriesgada, la película tiende a presentar los diálogos entre estos hombres en tomas estáticas y con un ritmo lento y entrecortado, como si le hubieran pedido a los actores que contaran mentalmente hasta cinco antes de responder cualquier cosa. El resultado es que las conversaciones se sienten acartonadas, recitadas más que actuadas, como si el filme fuera un auto que no pasa de segunda marcha.Los personajes discontinuos y sin emocionalidad no son, necesariamente, un problema: en la historia del cine hay ejemplos brillantes de actuaciones parecidas (ahí están las películas del francés Robert Bresson, las del finlandés Aki Kaurismäki o las de la portuguesa Rita Azevedo Gomes) que funcionan porque esa manera rara e inexpresiva de hablar y moverse coincide con escenarios o iluminaciones poco realistas. Acá, el entorno y las actuaciones se desactivan mutuamente.Le recomendamos: Sin mover los labiosLos tres personajes tienen, cada uno, un arco dramático relacionado con su vida profesional o personal que la artificiosidad de las actuaciones no permite tomar muy en serio. También hay frases sentenciosas sobre el carácter del ajedrez (“la suerte nada tiene que ver”) o sobre la personalidad de los amigos (“llegó hasta donde lo dejaron sus cojones”) que uno puede aprender a ignorar mientras espera a que aparezca otra de esas imágenes –amorosas y cuidadas– que capturan tan poéticamente este entorno decadente.CARTELERALe mirage **En esta cinta canadiense, el dueño de una tienda deportiva tiene una crisis existencial, entre otras cosas, por gastar más de lo que gana.Norman ***Retrato ligero y cálido de un tipo que intenta sobrevivir presentando gente entre sí y sacando una tajada. Con Richard Gere.Dos son familia **Drama francés estereotipado basado en la película mexicana No se aceptan devoluciones.Dunkerque ***1/2Christopher Nolan retrata opresiva y emocionalmente el rescate de miles de soldados aliados acorralados en un pueblo costero francés.